Maes, pónganle atención a esta vara porque nos afecta a todos los que soñamos con vivir, o ya vivimos, en el centro de San José. ¿Han visto todas esas torres nuevas que han salido como chayotes en Sabana y Rohrmoser? Bueno, mucho de eso es gracias a unos incentivos que la Municipalidad de San José (la Muni) ha dado por años para que la gente vuelva a poblar la capital. La idea era simple: si usted construye aquí, le damos ciertos beneficios, como pagar un impuesto de construcción de chiste y poder hacer unos metros cuadrados extra. Suena bien, ¿verdad? El problema es que ahora la Muni quiere cambiar las reglas del juego y, para variar, ya se armó un despiche.
El meollo del asunto es que el gobierno local ahora tiene una nueva fijación: la vivienda de interés social. La propuesta que le pusieron sobre la mesa al sector construcción es condicionar el súper descuento en el impuesto a que los nuevos edificios incluyan apartamentos para "estratos medios y bajos". O sea, si un desarrollador quiere pagar el 0.01% de impuesto, va a tener que meter un buen porcentaje de viviendas que no pasen de los ¢76,5 millones. Según la Muni, esto es para que los beneficios no se vayan solo a proyectos de lujo. La intención suena noble en el papel, pero aquí es donde la puerca tuerce el rabo, porque las constructoras no están nada contentas con la receta.
Desde la acera de enfrente, la Cámara Costarricense de la Construcción (CCC) ya pegó el grito al cielo. Randall Murillo, el director, básicamente les dijo que tienen un "error conceptual". Para ellos, la vara no es mezclar a la fuerza apartamentos de todo precio en una misma torre, sino crear incentivos para que se hagan edificios completos para diferentes segmentos. Murillo dice algo que tiene mucho sentido: los incentivos no son para hacerle un favor al desarrollador, ¡son una herramienta para que la ciudad logre sus metas! Como repoblar y densificar más rápido. Y tiene un punto de oro: ¿por qué solo pensamos en Sabana? Chepe es enorme, y barrios como el México, el Cuba o los alrededores de Plaza Víquez podrían transformarse con una estrategia bien pensada.
Pero agárrense, porque aquí es donde la Muni podría estarse jalando una torta que nos puede salir cara. Además del tema de la vivienda social, parece que los requisitos que antes eran opcionales para ganar el incentivo de construir más, ahora pasarían a ser OBLIGATORIOS para cualquier proyecto. O sea, más tramitología y trabas para todo el mundo. Y para rematar, están poniendo mano dura con el tema de la altura. Antes, los metros extra que le daban se traducían, de facto, en más pisos. Ahora la Muni dice que eso nunca fue un beneficio oficial y que se acabó la fiesta. Esto es un golpe bajo para los desarrolladores, porque esos pisos extra son, al final del día, lo que hace el negocio rentable y atractivo.
Al final, tenemos un choque de trenes. Por un lado, una Muni con intenciones sociales que, sin embargo, podría estar creando un monstruo burocrático. Por el otro, un sector construcción que advierte que si les complican mucho el brete, el boom de Chepe se podría enfriar. El gran riesgo es que todo este enredo termine en nada, que la inversión se asuste y que esos incentivos que tanto ayudaron a revivir ciertas zonas de la capital, al final se vayan al traste. La pregunta del millón queda en el aire y es para que la discutamos.
Y ustedes, ¿qué opinan? ¿La Muni está haciendo lo correcto para que Chepe sea una ciudad más inclusiva o este nuevo enredo de requisitos va a terminar frenando en seco el desarrollo que tanto le ha costado a la capital?
El meollo del asunto es que el gobierno local ahora tiene una nueva fijación: la vivienda de interés social. La propuesta que le pusieron sobre la mesa al sector construcción es condicionar el súper descuento en el impuesto a que los nuevos edificios incluyan apartamentos para "estratos medios y bajos". O sea, si un desarrollador quiere pagar el 0.01% de impuesto, va a tener que meter un buen porcentaje de viviendas que no pasen de los ¢76,5 millones. Según la Muni, esto es para que los beneficios no se vayan solo a proyectos de lujo. La intención suena noble en el papel, pero aquí es donde la puerca tuerce el rabo, porque las constructoras no están nada contentas con la receta.
Desde la acera de enfrente, la Cámara Costarricense de la Construcción (CCC) ya pegó el grito al cielo. Randall Murillo, el director, básicamente les dijo que tienen un "error conceptual". Para ellos, la vara no es mezclar a la fuerza apartamentos de todo precio en una misma torre, sino crear incentivos para que se hagan edificios completos para diferentes segmentos. Murillo dice algo que tiene mucho sentido: los incentivos no son para hacerle un favor al desarrollador, ¡son una herramienta para que la ciudad logre sus metas! Como repoblar y densificar más rápido. Y tiene un punto de oro: ¿por qué solo pensamos en Sabana? Chepe es enorme, y barrios como el México, el Cuba o los alrededores de Plaza Víquez podrían transformarse con una estrategia bien pensada.
Pero agárrense, porque aquí es donde la Muni podría estarse jalando una torta que nos puede salir cara. Además del tema de la vivienda social, parece que los requisitos que antes eran opcionales para ganar el incentivo de construir más, ahora pasarían a ser OBLIGATORIOS para cualquier proyecto. O sea, más tramitología y trabas para todo el mundo. Y para rematar, están poniendo mano dura con el tema de la altura. Antes, los metros extra que le daban se traducían, de facto, en más pisos. Ahora la Muni dice que eso nunca fue un beneficio oficial y que se acabó la fiesta. Esto es un golpe bajo para los desarrolladores, porque esos pisos extra son, al final del día, lo que hace el negocio rentable y atractivo.
Al final, tenemos un choque de trenes. Por un lado, una Muni con intenciones sociales que, sin embargo, podría estar creando un monstruo burocrático. Por el otro, un sector construcción que advierte que si les complican mucho el brete, el boom de Chepe se podría enfriar. El gran riesgo es que todo este enredo termine en nada, que la inversión se asuste y que esos incentivos que tanto ayudaron a revivir ciertas zonas de la capital, al final se vayan al traste. La pregunta del millón queda en el aire y es para que la discutamos.
Y ustedes, ¿qué opinan? ¿La Muni está haciendo lo correcto para que Chepe sea una ciudad más inclusiva o este nuevo enredo de requisitos va a terminar frenando en seco el desarrollo que tanto le ha costado a la capital?