Maes, pongan atención a esta jugada que se acaban de tirar los sindicatos del Poder Judicial, porque es de esas varas que parecen sacadas de un manual de estrategia. Resulta que, después de años y años, se mandaron a presentar un proyecto de negociación colectiva. Y antes de que alguien brinque y empiece con el típico discurso de “¡más privilegios para los empleados públicos!”, hay que leer la letra pequeña. La movida es bastante más astuta de lo que parece a simple vista. Estamos hablando de una de las pocas instituciones gigantes del país que no tenía un instrumento de este tipo, lo que ya de por sí era un despiche organizativo. La pregunta del millón es: ¿servirá para algo o es solo un saludo a la bandera?
El meollo del asunto, y aquí es donde la cosa se pone interesante, es que los sindicatos juran y perjuran que esto no es para pedir aumentos salariales locos ni beneficios que se salgan del canasto. De hecho, hicieron un énfasis casi teatral en que todo se enmarca dentro de las restricciones de la famosa Ley Marco de Empleo Público. Entonces, ¿qué es lo que buscan? Diay, según ellos, atacar el problema de raíz: la fuga de cerebros. Aparentemente, el Poder Judicial se está desangrando de talento. Profesionales buenos, gente con experiencia, están buscando brete en otro lado porque las condiciones ya no dan la talla. Y no hablamos solo de plata, sino de bienestar, salud laboral y, en general, un ambiente que no lo haga a uno querer jalarse los pelos al final del día.
La propuesta se enfoca en temas que a menudo se dejan de lado: garantizar la libertad sindical (que debería ser un hecho, pero bueno), mejorar las condiciones de salud y crear un ambiente que motive a la gente a quedarse. Es una apuesta a largo plazo. La lógica es simple: si tenés a tus empleados contentos, motivados y sintiéndose valorados, van a bretear mejor. Si el personal judicial anda quemado, estresado y pensando en renunciar, la calidad del servicio que recibimos todos los ticos se va al suelo. Es una cadena. Un funcionario desmotivado es un expediente que se atrasa, una resolución que sale mal redactada, o peor, un ciudadano que recibe una atención deficiente cuando más lo necesita.
Aquí es donde uno tiene que quitarse el sombrero, al menos por la estrategia. ¡Qué nivel de jugada! En lugar de irse de frente a pedir plata, que es la forma más fácil de ganarse el odio popular y un “no” rotundo del gobierno, plantearon una negociación enfocada en la calidad y la retención de talento. Es un argumento mucho más difícil de refutar. Están diciendo: “Ayúdennos a crear mejores condiciones para que los mejores se queden, y así el servicio para la gente mejora”. Ponen la bola en la cancha de los jerarcas del Poder Judicial, obligándolos a analizar si prefieren seguir con la fuga de profesionales o sentarse a negociar para fortalecer la institución desde adentro.
Ahora la vara queda en manos de los altos mandos del Poder Judicial, que tienen que analizar el plan. Será un pulso interesante de ver. Por un lado, la necesidad de modernizar la gestión del talento humano y frenar una crisis silenciosa. Por otro, la presión de no ceder “privilegios” en un clima de austeridad. Al final, lo que nos importa a los que estamos afuera es si esto se va a traducir en una justicia más ágil y eficiente o si, como tantas otras cosas, se va a quedar en un documento bonito lleno de buenas intenciones. Diay, ¿ustedes qué dicen, compas? ¿Creen que esta negociación de verdad pueda mejorar el servicio o es pura paja para la foto?
El meollo del asunto, y aquí es donde la cosa se pone interesante, es que los sindicatos juran y perjuran que esto no es para pedir aumentos salariales locos ni beneficios que se salgan del canasto. De hecho, hicieron un énfasis casi teatral en que todo se enmarca dentro de las restricciones de la famosa Ley Marco de Empleo Público. Entonces, ¿qué es lo que buscan? Diay, según ellos, atacar el problema de raíz: la fuga de cerebros. Aparentemente, el Poder Judicial se está desangrando de talento. Profesionales buenos, gente con experiencia, están buscando brete en otro lado porque las condiciones ya no dan la talla. Y no hablamos solo de plata, sino de bienestar, salud laboral y, en general, un ambiente que no lo haga a uno querer jalarse los pelos al final del día.
La propuesta se enfoca en temas que a menudo se dejan de lado: garantizar la libertad sindical (que debería ser un hecho, pero bueno), mejorar las condiciones de salud y crear un ambiente que motive a la gente a quedarse. Es una apuesta a largo plazo. La lógica es simple: si tenés a tus empleados contentos, motivados y sintiéndose valorados, van a bretear mejor. Si el personal judicial anda quemado, estresado y pensando en renunciar, la calidad del servicio que recibimos todos los ticos se va al suelo. Es una cadena. Un funcionario desmotivado es un expediente que se atrasa, una resolución que sale mal redactada, o peor, un ciudadano que recibe una atención deficiente cuando más lo necesita.
Aquí es donde uno tiene que quitarse el sombrero, al menos por la estrategia. ¡Qué nivel de jugada! En lugar de irse de frente a pedir plata, que es la forma más fácil de ganarse el odio popular y un “no” rotundo del gobierno, plantearon una negociación enfocada en la calidad y la retención de talento. Es un argumento mucho más difícil de refutar. Están diciendo: “Ayúdennos a crear mejores condiciones para que los mejores se queden, y así el servicio para la gente mejora”. Ponen la bola en la cancha de los jerarcas del Poder Judicial, obligándolos a analizar si prefieren seguir con la fuga de profesionales o sentarse a negociar para fortalecer la institución desde adentro.
Ahora la vara queda en manos de los altos mandos del Poder Judicial, que tienen que analizar el plan. Será un pulso interesante de ver. Por un lado, la necesidad de modernizar la gestión del talento humano y frenar una crisis silenciosa. Por otro, la presión de no ceder “privilegios” en un clima de austeridad. Al final, lo que nos importa a los que estamos afuera es si esto se va a traducir en una justicia más ágil y eficiente o si, como tantas otras cosas, se va a quedar en un documento bonito lleno de buenas intenciones. Diay, ¿ustedes qué dicen, compas? ¿Creen que esta negociación de verdad pueda mejorar el servicio o es pura paja para la foto?