Maes, a veces uno lee unas varas en este país y de verdad no sabe si reír, llorar o mandarse a pedir un Uber para el Chirripó a ver si desconecta. Anoche tuvimos el último capítulo del culebrón político del momento: el expresidente Luis Guillermo Solís compareciendo en la Asamblea para explicar por qué le dio uno de los puestos más calientes del país a Celso Gamboa, un mae que hoy está a punto de que lo manden en un avión de la DEA para Estados Unidos. Y la respuesta de don Luisgui, en resumen, fue el clásico y legendario "yo no sabía nada". Qué torta.
Según el exmandatario, el nombramiento de Gamboa como Ministro de Seguridad fue pura lógica meritocrática. Dijo que el tipo venía con un currículum que sonaba a cachete: había sido fiscal, viceministro con doña Laura y hasta director de la DIS. O sea, en papel, el mae era un currículum con patas. Solís básicamente dijo que no tenía "ninguna alerta" sobre las otras actividades de Gamboa, ni de aquí ni de las agencias gringas con las que supuestamente colaboraba. Diay, viéndolo en retrospectiva, nombrar a Gamboa no fue un error, fue jalarse una torta de dimensiones épicas. Es como contratar a un coyote para que cuide las gallinas y sorprenderse cuando amanece el gallinero vacío.
Lo que más me vuela la cabeza de esta vara es la aparente ingenuidad. ¿En serio en los más altos niveles del poder nadie se olía nada raro? Estamos hablando de un puesto crítico, el de Ministro de Seguridad, en un país donde el narco no es un juego de niños. Nombrar a alguien "por sus atestados" sin una investigación de fondo que vaya más allá de lo que dice una hoja de vida suena, como mínimo, a un descuido monumental. Esto va más allá de un simple "¡qué sal!"; es un patrón. La confianza en las instituciones se nos fue al traste precisamente por historias como esta, donde las conexiones y las apariencias pesan más que una investigación rigurosa.
Y es que este despiche no es un caso aislado. Es el síntoma de una enfermedad más grande en la política tica. Mientras Solís se lavaba las manos, las noticias del día eran videos de Gamboa y sus socios hablando de cómo ninguna "fragata gringa" los iba a detener. ¡Qué nivel de descaro! Esto demuestra que el problema no era un secreto guardado bajo siete llaves. La información, o al menos los rumores y las banderas rojas, tenían que estar flotando en el ambiente. Ignorarlas no es mala suerte, es una decisión. Y esa decisión nos costó credibilidad, seguridad y, al final del día, nos dejó con un exministro extraditable y un expresidente diciendo que él solo revisó el LinkedIn.
Al final, todo este show en la Asamblea Legislativa deja un sinsabor terrible. Porque más allá de buscar culpables, lo que queda es una sensación de impotencia. El sistema parece diseñado para que los responsables puedan encogerse de hombros y decir que confiaron en la persona equivocada. Nos venden la idea de que fue un error, una manzana podrida, cuando todo apunta a que el canasto entero tenía problemas de ventilación desde hace rato. Por eso les pregunto a ustedes, maes, aquí en el foro... ¿De verdad nos creemos el cuento de que "no había alertas"? ¿O es que en la política tica es más cómodo hacerse el sueco para que la fiesta siga, aunque termine en semejante desmadre?
Según el exmandatario, el nombramiento de Gamboa como Ministro de Seguridad fue pura lógica meritocrática. Dijo que el tipo venía con un currículum que sonaba a cachete: había sido fiscal, viceministro con doña Laura y hasta director de la DIS. O sea, en papel, el mae era un currículum con patas. Solís básicamente dijo que no tenía "ninguna alerta" sobre las otras actividades de Gamboa, ni de aquí ni de las agencias gringas con las que supuestamente colaboraba. Diay, viéndolo en retrospectiva, nombrar a Gamboa no fue un error, fue jalarse una torta de dimensiones épicas. Es como contratar a un coyote para que cuide las gallinas y sorprenderse cuando amanece el gallinero vacío.
Lo que más me vuela la cabeza de esta vara es la aparente ingenuidad. ¿En serio en los más altos niveles del poder nadie se olía nada raro? Estamos hablando de un puesto crítico, el de Ministro de Seguridad, en un país donde el narco no es un juego de niños. Nombrar a alguien "por sus atestados" sin una investigación de fondo que vaya más allá de lo que dice una hoja de vida suena, como mínimo, a un descuido monumental. Esto va más allá de un simple "¡qué sal!"; es un patrón. La confianza en las instituciones se nos fue al traste precisamente por historias como esta, donde las conexiones y las apariencias pesan más que una investigación rigurosa.
Y es que este despiche no es un caso aislado. Es el síntoma de una enfermedad más grande en la política tica. Mientras Solís se lavaba las manos, las noticias del día eran videos de Gamboa y sus socios hablando de cómo ninguna "fragata gringa" los iba a detener. ¡Qué nivel de descaro! Esto demuestra que el problema no era un secreto guardado bajo siete llaves. La información, o al menos los rumores y las banderas rojas, tenían que estar flotando en el ambiente. Ignorarlas no es mala suerte, es una decisión. Y esa decisión nos costó credibilidad, seguridad y, al final del día, nos dejó con un exministro extraditable y un expresidente diciendo que él solo revisó el LinkedIn.
Al final, todo este show en la Asamblea Legislativa deja un sinsabor terrible. Porque más allá de buscar culpables, lo que queda es una sensación de impotencia. El sistema parece diseñado para que los responsables puedan encogerse de hombros y decir que confiaron en la persona equivocada. Nos venden la idea de que fue un error, una manzana podrida, cuando todo apunta a que el canasto entero tenía problemas de ventilación desde hace rato. Por eso les pregunto a ustedes, maes, aquí en el foro... ¿De verdad nos creemos el cuento de que "no había alertas"? ¿O es que en la política tica es más cómodo hacerse el sueco para que la fiesta siga, aunque termine en semejante desmadre?
