¡Ay, Dios mío! Otra vez nos recordó que vivimos pegaditos a la tierra caliente. A eso de la media, un temblorazo de magnitud cinco hizo retumbar la Zona Sur, y vaya si se sintió en varios lados. El OVSICORI no tardó en confirmar la movida, y las redes explotaron con mensajes de gente asustada y otras contándolo todo.
Imagínate, algunos juraban que era un trueno inmenso, enterrado ahí abajo. Dicen que con la rompida en la falla, así pasa, ¡una vibra que te eriza el pelo! Según el reporte oficial, todo empezó a unos 63 kilómetros al suroeste del Parque Marino Ballena, allá por Uvita. Esa zona es conocida por tener un montón de fallas conviviendo, una maraña tectónica que da que hablar, producto de la placa del Coco chocándose con la del Caribe. Un brete geológico, vamos.
Y lo peor, digo, lo más perceptible, fue la profundidad. Con casi cinco kilómetros de fondo, el temblor se sintió bien acá arriba, hasta en el Valle Central. Desde Ciudad Neily, pasando por Puriscal, la gente sentía cómo se mecían los muebles, algunas cosas caían, pero nada grave, gracias a Dios. Hubo bastante jaleo, porque la vibración se sintió con fuerza, pero afortunadamente, sin mayores consecuencias.
Pero, ¿qué significa esto realmente? Pues que estamos viviendo en una zona sísmicamente activa, un hecho que ya deberíamos tener asumido como algo normal, como el aguacero en septiembre. La Zona Sur siempre ha sido propensa a estos temblores, pero cada uno viene a recordarnos que debemos estar preparados. Que no nos confíemos, ¿me entiendes?
Los expertos del OVSICORI, esos que saben de estas varas, andan insistiendo en lo mismo: mantener las casas en orden, revisar los planes familiares de emergencia y saber dónde ir en caso de que la cosa se complique. Hay que recordar que un temblor más grande puede ocurrir en cualquier momento. Así que, tranquilos, pero informados, ¿sabes? Mejor prevenir que lamentar, como dice mi abu.
Ahora bien, analizando la situación con calma, este temblor es otro llamado de atención. No podemos andar pensando que porque no hubo daños materiales, todo está bien. Vivimos en un país donde la tierra se mueve constantemente. Los sismos pequeños son la señal de que hay energía acumulada, y eventualmente, esa energía necesita salir. Tenemos que tomarlo en serio y fortalecer nuestra cultura de prevención.
Muchos se preguntarán, ¿por qué Uvita? Pues, como les decía, la convergencia de fallas allí es increíblemente compleja. Son placas chocando, rocas fracturándose, un proceso tectónico continuo que genera estrés en la corteza terrestre. Es como un motor gigante trabajando debajo de nuestros pies. Y nosotros, los humanos, tenemos que aprender a vivir con ese motor, a entender sus ritmos y a prepararnos para sus embates. Es un reto, pero también una oportunidad para demostrar nuestra resiliencia como pueblo tico.
Entonces, te pregunto, chunche… ¿Has revisado el kit de emergencia recientemente? ¿Sabes dónde está el punto de encuentro seguro en tu comunidad? ¿Te has preparado mentalmente para enfrentar un posible terremoto más grande? ¡Compártelo en el foro, vamos a vernos la espalda!
Imagínate, algunos juraban que era un trueno inmenso, enterrado ahí abajo. Dicen que con la rompida en la falla, así pasa, ¡una vibra que te eriza el pelo! Según el reporte oficial, todo empezó a unos 63 kilómetros al suroeste del Parque Marino Ballena, allá por Uvita. Esa zona es conocida por tener un montón de fallas conviviendo, una maraña tectónica que da que hablar, producto de la placa del Coco chocándose con la del Caribe. Un brete geológico, vamos.
Y lo peor, digo, lo más perceptible, fue la profundidad. Con casi cinco kilómetros de fondo, el temblor se sintió bien acá arriba, hasta en el Valle Central. Desde Ciudad Neily, pasando por Puriscal, la gente sentía cómo se mecían los muebles, algunas cosas caían, pero nada grave, gracias a Dios. Hubo bastante jaleo, porque la vibración se sintió con fuerza, pero afortunadamente, sin mayores consecuencias.
Pero, ¿qué significa esto realmente? Pues que estamos viviendo en una zona sísmicamente activa, un hecho que ya deberíamos tener asumido como algo normal, como el aguacero en septiembre. La Zona Sur siempre ha sido propensa a estos temblores, pero cada uno viene a recordarnos que debemos estar preparados. Que no nos confíemos, ¿me entiendes?
Los expertos del OVSICORI, esos que saben de estas varas, andan insistiendo en lo mismo: mantener las casas en orden, revisar los planes familiares de emergencia y saber dónde ir en caso de que la cosa se complique. Hay que recordar que un temblor más grande puede ocurrir en cualquier momento. Así que, tranquilos, pero informados, ¿sabes? Mejor prevenir que lamentar, como dice mi abu.
Ahora bien, analizando la situación con calma, este temblor es otro llamado de atención. No podemos andar pensando que porque no hubo daños materiales, todo está bien. Vivimos en un país donde la tierra se mueve constantemente. Los sismos pequeños son la señal de que hay energía acumulada, y eventualmente, esa energía necesita salir. Tenemos que tomarlo en serio y fortalecer nuestra cultura de prevención.
Muchos se preguntarán, ¿por qué Uvita? Pues, como les decía, la convergencia de fallas allí es increíblemente compleja. Son placas chocando, rocas fracturándose, un proceso tectónico continuo que genera estrés en la corteza terrestre. Es como un motor gigante trabajando debajo de nuestros pies. Y nosotros, los humanos, tenemos que aprender a vivir con ese motor, a entender sus ritmos y a prepararnos para sus embates. Es un reto, pero también una oportunidad para demostrar nuestra resiliencia como pueblo tico.
Entonces, te pregunto, chunche… ¿Has revisado el kit de emergencia recientemente? ¿Sabes dónde está el punto de encuentro seguro en tu comunidad? ¿Te has preparado mentalmente para enfrentar un posible terremoto más grande? ¡Compártelo en el foro, vamos a vernos la espalda!