¡Aguante, pura vida! Estos últimos días hemos estado temblando más de lo normal, ¿verdad? Primero el buenazo de Quepos con un terremotozo de 6.1, para recordarnos que estamos sentaditos encima de unas placas tectónicas bien activas, y luego Uvita sumándose con otro buen susto de 5. Todos pensando, '¿qué onda con esto?'
Como bien nos explicó el profe Jorge Marino Protti del OVSICORI, estos temblores son bien distintos entre ellos. El de Quepos, pa' ponerlo en términos simples, fue una pelea fuerte entre la placa de Cocos y la del Caribe. Imagínate dos muchachos peleando a beso y abrazos, pero con rocas gigantes en vez de puños. Lo que pasó en Uvita, por otro lado, fue como si una roca grande se rompiera adentro de la placa de Cocos – una fisura interna, digamos.
Lo que más me quedó claro es que no son primos hermanos, ni siquiera vecinos. Protti recalca que el temblor de Uvita casi no dejó réplicas, como suelen pasar con los sismos profundos. En cambio, Quepos nos dio una buena ráfaga de sacudidas después. Eso de las réplicas, huele a que la tierra sigue digiriendo lo que pasó, buscando estabilizarse otra vez.
Y ahí viene el tema de la 'dupla'. Pa' los que no estén familiarizados, una dupla es cuando un sismo va seguido de otro de menor intensidad. Parece que Quepos anda jugando a eso, quiere echarnos toda la carne al asador. Pero el profe dice que aún podría darse la dupla, o no. ¡Imagínate la incertidumbre! Hay ejemplos de sismos que van solos, pero la mayoría andan siempre en pareja, a veces minutos, a veces horas, hasta once días después. ¡Oncen días! ¡Eso da tiempo pa' que el corazón se acomode!
Ahora bien, ¿por qué sucede todo esto? Pues porque vivimos en una zona sísmicamente activa. Somos parte de lo que se conoce como el Cinturón de Fuego del Pacífico, donde las placas tectónicas chocan y se deslizan constantemente. Es como tener una olla a presión bajo nuestros pies, y a veces, bueno... hay que soltar un poco de vapor. Esto no es nuevo, los ticos sabemos que vivimos con este riesgo, pero que vengan tan seguidos, justo ahora, pues da bastante cosita.
Las autoridades, obviamente, están monitoreando la situación de cerca. Se hacen simulacros, campañas de prevención y recomendaciones para estar preparados ante un temblor. Pero seamos honestos, nadie está 100% listo para que la casa empiece a bailar. Lo importante es mantener la calma, buscar lugares seguros y ayudarnos mutuamente. Un buen vecino siempre vale oro en estos momentos.
Más allá de los datos técnicos y las explicaciones científicas, esto nos recuerda lo frágiles que somos frente a la naturaleza. Nos hace valorar lo simple: tener un techo seguro, una familia cerca y la capacidad de reírnos incluso en medio del temblor. Porque, vamos, ¿quién necesita emociones fuertes cuando uno vive en Costa Rica?
Con todo esto, me pregunto… considerando esta reciente actividad sísmica y la constante amenaza volcánica, ¿crees que deberíamos invertir más en sistemas de alerta temprana y preparación comunitaria, o simplemente resignarnos a vivir con el riesgo y esperar lo mejor?
Como bien nos explicó el profe Jorge Marino Protti del OVSICORI, estos temblores son bien distintos entre ellos. El de Quepos, pa' ponerlo en términos simples, fue una pelea fuerte entre la placa de Cocos y la del Caribe. Imagínate dos muchachos peleando a beso y abrazos, pero con rocas gigantes en vez de puños. Lo que pasó en Uvita, por otro lado, fue como si una roca grande se rompiera adentro de la placa de Cocos – una fisura interna, digamos.
Lo que más me quedó claro es que no son primos hermanos, ni siquiera vecinos. Protti recalca que el temblor de Uvita casi no dejó réplicas, como suelen pasar con los sismos profundos. En cambio, Quepos nos dio una buena ráfaga de sacudidas después. Eso de las réplicas, huele a que la tierra sigue digiriendo lo que pasó, buscando estabilizarse otra vez.
Y ahí viene el tema de la 'dupla'. Pa' los que no estén familiarizados, una dupla es cuando un sismo va seguido de otro de menor intensidad. Parece que Quepos anda jugando a eso, quiere echarnos toda la carne al asador. Pero el profe dice que aún podría darse la dupla, o no. ¡Imagínate la incertidumbre! Hay ejemplos de sismos que van solos, pero la mayoría andan siempre en pareja, a veces minutos, a veces horas, hasta once días después. ¡Oncen días! ¡Eso da tiempo pa' que el corazón se acomode!
Ahora bien, ¿por qué sucede todo esto? Pues porque vivimos en una zona sísmicamente activa. Somos parte de lo que se conoce como el Cinturón de Fuego del Pacífico, donde las placas tectónicas chocan y se deslizan constantemente. Es como tener una olla a presión bajo nuestros pies, y a veces, bueno... hay que soltar un poco de vapor. Esto no es nuevo, los ticos sabemos que vivimos con este riesgo, pero que vengan tan seguidos, justo ahora, pues da bastante cosita.
Las autoridades, obviamente, están monitoreando la situación de cerca. Se hacen simulacros, campañas de prevención y recomendaciones para estar preparados ante un temblor. Pero seamos honestos, nadie está 100% listo para que la casa empiece a bailar. Lo importante es mantener la calma, buscar lugares seguros y ayudarnos mutuamente. Un buen vecino siempre vale oro en estos momentos.
Más allá de los datos técnicos y las explicaciones científicas, esto nos recuerda lo frágiles que somos frente a la naturaleza. Nos hace valorar lo simple: tener un techo seguro, una familia cerca y la capacidad de reírnos incluso en medio del temblor. Porque, vamos, ¿quién necesita emociones fuertes cuando uno vive en Costa Rica?
Con todo esto, me pregunto… considerando esta reciente actividad sísmica y la constante amenaza volcánica, ¿crees que deberíamos invertir más en sistemas de alerta temprana y preparación comunitaria, o simplemente resignarnos a vivir con el riesgo y esperar lo mejor?