¡Ay, Dios mío, qué susto nos llevamos anoche!
La tierra se movió con ganas en Quepos, dejando a muchos cholos sudando frío. Según la Red Sismológica Nacional (RSN), el temblor de magnitud 6.1 no fue cualquier cosita; formó parte de un proceso geológico complejo relacionado con la subducción de la placa del Coco debajo de la placa Caribe, lo cual, pa' ponerlo fácil, significa que una placa se mete debajo de otra. Eso genera presión, y cuando esa presión se libera... ¡bum!
Lo curioso es que la zona donde pegó el temblor ahora mismo, parece que estaba durmiendo la siesta sísmica. No presentaba actividad reciente, al menos no a la vista. Pero ojo, porque los científicos de la UCR dicen que este nuevo movimiento se conecta con otros temblores fuertes que sacudieron el país hace años: el de Jacó en 2017 (de 6.3) y el de Quepos en 1999 (de 6.9). ¡Imagínate eso! Como si estuvieran conectados por un hilo invisible.
Para entender mejor cómo funciona esto, la RSN soltó una imagen bien interesante con unas bolitas de playa – así le llaman a los mecanismos focales. Esa bola nos indica que el movimiento fue tipo “falla inversa”, que es como cuando dos placas chocan y una se empuja debajo de la otra. Y ahí te van los datos: el Pacífico Central, nuestra área, es un verdadero hervidero sísmico, con terremotos históricos de hasta 7.3, como el de Cóbano en 1990. ¡Un chinazo tremendo!
Pero espere, hay más. Resulta que frente a nuestro Pacífico Central hay montones de montes submarinos, imagínate, como rocas gigantes bajo el agua. Cuando la placa del Coco se va metiendo, esos montes causan asperezas, o sea, zonas donde la energía se acumula como locura. Y cuando esa energía busca salida… ¡pum! Otro temblor. Además, se ha detectado una anomalía, un monte submarino subducido bajo la placa Caribe. ¡Pareciera que la naturaleza nos quiere mandar un saludo!
Y acá viene la clave: aunque los sismos no los podemos predecir (y eso a muchos nos preocupa, diay), sí sabemos que Costa Rica es un país muy propenso a estos movimientos. En otras palabras, estamos en una zona de riesgo. Hemos visto temblores fuertes en lugares como Cóbano, Quepos, Jacó y Damas de Parrita, algunos con orígenes diferentes, como el de Damas de Parrita, que fue causado por una falla local dentro del continente, en vez de la subducción de placas. Todo esto nos demuestra que somos susceptibles a estos fenómenos naturales.
Los sismólogos explican que, debido a la irregularidad del fondo marino en esta parte del país, los terremotos tienden a ser más pequeños en comparación con los que ocurren en Guanacaste o en el sur. A pesar de esto, es crucial mantenernos informados y seguir las recomendaciones de las autoridades. La RSN está echándole ojo a la situación, monitoreando constantemente la actividad sísmica, pa’ que estemos al tanto de cualquier novedad. Hay que recordar que prepararse nunca está demás.
Después de este temblor, me queda una gran inquietud: ¿Estamos realmente preparados como sociedad para enfrentar un terremoto mayor? ¿Tenemos planes de evacuación claros, simulacros frecuentes y comunidades organizadas para ayudarnos mutuamente en caso de emergencia? ¿Qué medidas podemos tomar individualmente para proteger a nuestras familias y hogares?
La tierra se movió con ganas en Quepos, dejando a muchos cholos sudando frío. Según la Red Sismológica Nacional (RSN), el temblor de magnitud 6.1 no fue cualquier cosita; formó parte de un proceso geológico complejo relacionado con la subducción de la placa del Coco debajo de la placa Caribe, lo cual, pa' ponerlo fácil, significa que una placa se mete debajo de otra. Eso genera presión, y cuando esa presión se libera... ¡bum!
Lo curioso es que la zona donde pegó el temblor ahora mismo, parece que estaba durmiendo la siesta sísmica. No presentaba actividad reciente, al menos no a la vista. Pero ojo, porque los científicos de la UCR dicen que este nuevo movimiento se conecta con otros temblores fuertes que sacudieron el país hace años: el de Jacó en 2017 (de 6.3) y el de Quepos en 1999 (de 6.9). ¡Imagínate eso! Como si estuvieran conectados por un hilo invisible.
Para entender mejor cómo funciona esto, la RSN soltó una imagen bien interesante con unas bolitas de playa – así le llaman a los mecanismos focales. Esa bola nos indica que el movimiento fue tipo “falla inversa”, que es como cuando dos placas chocan y una se empuja debajo de la otra. Y ahí te van los datos: el Pacífico Central, nuestra área, es un verdadero hervidero sísmico, con terremotos históricos de hasta 7.3, como el de Cóbano en 1990. ¡Un chinazo tremendo!
Pero espere, hay más. Resulta que frente a nuestro Pacífico Central hay montones de montes submarinos, imagínate, como rocas gigantes bajo el agua. Cuando la placa del Coco se va metiendo, esos montes causan asperezas, o sea, zonas donde la energía se acumula como locura. Y cuando esa energía busca salida… ¡pum! Otro temblor. Además, se ha detectado una anomalía, un monte submarino subducido bajo la placa Caribe. ¡Pareciera que la naturaleza nos quiere mandar un saludo!
Y acá viene la clave: aunque los sismos no los podemos predecir (y eso a muchos nos preocupa, diay), sí sabemos que Costa Rica es un país muy propenso a estos movimientos. En otras palabras, estamos en una zona de riesgo. Hemos visto temblores fuertes en lugares como Cóbano, Quepos, Jacó y Damas de Parrita, algunos con orígenes diferentes, como el de Damas de Parrita, que fue causado por una falla local dentro del continente, en vez de la subducción de placas. Todo esto nos demuestra que somos susceptibles a estos fenómenos naturales.
Los sismólogos explican que, debido a la irregularidad del fondo marino en esta parte del país, los terremotos tienden a ser más pequeños en comparación con los que ocurren en Guanacaste o en el sur. A pesar de esto, es crucial mantenernos informados y seguir las recomendaciones de las autoridades. La RSN está echándole ojo a la situación, monitoreando constantemente la actividad sísmica, pa’ que estemos al tanto de cualquier novedad. Hay que recordar que prepararse nunca está demás.
Después de este temblor, me queda una gran inquietud: ¿Estamos realmente preparados como sociedad para enfrentar un terremoto mayor? ¿Tenemos planes de evacuación claros, simulacros frecuentes y comunidades organizadas para ayudarnos mutuamente en caso de emergencia? ¿Qué medidas podemos tomar individualmente para proteger a nuestras familias y hogares?