¡Ay, Dios mío, qué susto nos llevamos el martes pasado! Un temblor de 6.1 sacudiendo toa’ la república, mándale, como si estuviera bailando salsa descontrolada. Desde Quepos hasta acá en San José sentimos el brinco, y pa’l que no lo haya recordao’, ahí va el repaso: la tierra se movió, los chuches cayeron, y el corazón latió más rápido que el tren bala (si fuera que tuviéramos tren bala, claro).
Pero bueno, que pa’ eso estamos los quiteños: pa’ aguantarle duro a la naturaleza. Lo importante ahora es aprender de la experiencia y estar preparados pa’ la próxima, porque como decía mi abu’, “los temblores son como las vecinas entrometidas, siempre vuelven”. El Observatorio Volcanológico y Sismológico (OVSICORI) ya advirtió que pueden venir réplicas, así que no nos relajemos ni un pelo.
Ahora, vamos al grano: qué hacemos antes, durante y después de que la tierra decida moverse otra vez. La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) tiene unas recomendaciones que vale la pena revisar bien, porque aunque parezcan cosas de ‘gente de seguridad’, en un momento de crisis pueden salvarte el pellejo. Primero, identifiquen sus rutas de evacuación, esos pasillos secretos pa’ salir corriendo en caso de emergencia. Asegúrense de que estén bien señalizadas y accesibles, especialmente pa’ los abuelitos, los niños pequeños y cualquier persona que necesite ayuda extra.
Y ojo, gente, no basta con conocer la ruta, ¡hay que ensayarla! Organizen simulacros familiares o con sus vecinos, pa’ que sepan exactamente dónde ir y qué hacer. Piensen en un punto de encuentro seguro, donde puedan reunirse después del temblor. Eso sí, avísenle a toda la familia y a todos sus amigos, pa’ que nadie se quede atrás. La idea es que todos estemos en la misma onda, listos pa’ actuar en caso de emergencia.
Si el temblor empieza, lo primero es mantener la calma, ¡sí, lo sé, es más fácil decirlo que hacerlo! Pero respira hondo y trata de pensar con claridad. Protégete de inmediato: métete debajo de una mesa resistente, cúbrete la cabeza con los brazos y espera a que termine el movimiento. No te pares corriendo por ahí, ¡eso es como bailar con un toro! Y si estás afuera, aléjate de edificios, árboles y cables eléctricos. Más vale prevenir que lamentar, diay.
Después del temblor, revisen si hay daños en su casa y ayuden a sus vecinos si necesitan apoyo. Si ven alguna fuga de gas o cable eléctrico roto, ¡aléjense inmediatamente y llamen a los servicios de emergencia! Y recuerden llevar un kit de emergencia con agua, comida, linterna, radio y medicamentos básicos. Esa cosita les puede servir si se van sin nada o si se quedan encerrados en algún brete. Ya saben, como dicen por ahí: 'mejor prevenir que pedir permiso'.
Y hablando de réplicas, no se asusten si sienten movimientos más ligeros después del temblor principal. Son normales y pueden durar algunos días o incluso semanas. Lo importante es mantener la vigilancia y estar preparados pa’ cualquier eventualidad. El sismólogo Marino Protti nos puso las alarmitas altas, diciendo que podríamos sentir otro temblor parecido, así que mejor andamos con los cinco sentidos abiertos, chunches.
Bueno, pues, ya lo saben, muchachos. Estén informados, prepárense y practiquen. Con un poco de previsión y sentido común, podemos enfrentar cualquier temblor que se presente. Ahora dime, ¿cuál ha sido la medida de prevención que más te ha servido recordar después de este temblor, y qué le agregarías tú a esta lista pa’ que nuestros barrios estén más tranquilos?
Pero bueno, que pa’ eso estamos los quiteños: pa’ aguantarle duro a la naturaleza. Lo importante ahora es aprender de la experiencia y estar preparados pa’ la próxima, porque como decía mi abu’, “los temblores son como las vecinas entrometidas, siempre vuelven”. El Observatorio Volcanológico y Sismológico (OVSICORI) ya advirtió que pueden venir réplicas, así que no nos relajemos ni un pelo.
Ahora, vamos al grano: qué hacemos antes, durante y después de que la tierra decida moverse otra vez. La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) tiene unas recomendaciones que vale la pena revisar bien, porque aunque parezcan cosas de ‘gente de seguridad’, en un momento de crisis pueden salvarte el pellejo. Primero, identifiquen sus rutas de evacuación, esos pasillos secretos pa’ salir corriendo en caso de emergencia. Asegúrense de que estén bien señalizadas y accesibles, especialmente pa’ los abuelitos, los niños pequeños y cualquier persona que necesite ayuda extra.
Y ojo, gente, no basta con conocer la ruta, ¡hay que ensayarla! Organizen simulacros familiares o con sus vecinos, pa’ que sepan exactamente dónde ir y qué hacer. Piensen en un punto de encuentro seguro, donde puedan reunirse después del temblor. Eso sí, avísenle a toda la familia y a todos sus amigos, pa’ que nadie se quede atrás. La idea es que todos estemos en la misma onda, listos pa’ actuar en caso de emergencia.
Si el temblor empieza, lo primero es mantener la calma, ¡sí, lo sé, es más fácil decirlo que hacerlo! Pero respira hondo y trata de pensar con claridad. Protégete de inmediato: métete debajo de una mesa resistente, cúbrete la cabeza con los brazos y espera a que termine el movimiento. No te pares corriendo por ahí, ¡eso es como bailar con un toro! Y si estás afuera, aléjate de edificios, árboles y cables eléctricos. Más vale prevenir que lamentar, diay.
Después del temblor, revisen si hay daños en su casa y ayuden a sus vecinos si necesitan apoyo. Si ven alguna fuga de gas o cable eléctrico roto, ¡aléjense inmediatamente y llamen a los servicios de emergencia! Y recuerden llevar un kit de emergencia con agua, comida, linterna, radio y medicamentos básicos. Esa cosita les puede servir si se van sin nada o si se quedan encerrados en algún brete. Ya saben, como dicen por ahí: 'mejor prevenir que pedir permiso'.
Y hablando de réplicas, no se asusten si sienten movimientos más ligeros después del temblor principal. Son normales y pueden durar algunos días o incluso semanas. Lo importante es mantener la vigilancia y estar preparados pa’ cualquier eventualidad. El sismólogo Marino Protti nos puso las alarmitas altas, diciendo que podríamos sentir otro temblor parecido, así que mejor andamos con los cinco sentidos abiertos, chunches.
Bueno, pues, ya lo saben, muchachos. Estén informados, prepárense y practiquen. Con un poco de previsión y sentido común, podemos enfrentar cualquier temblor que se presente. Ahora dime, ¿cuál ha sido la medida de prevención que más te ha servido recordar después de este temblor, y qué le agregarías tú a esta lista pa’ que nuestros barrios estén más tranquilos?