¡Aguafiestas decirlo, pero esto sí que es bueno! Después de años de escuchar promesas y ver fajarse el presupuesto rural, parece que por fin le dieron una patadita al Inder. Resulta que este 2025, la institución metió el 100% de sus ¢26.088 millones en proyectos reales, ¡un hito histórico, dicen!
Para ponerle contextura al asunto, durante casi una década, el Inder acumuló superávits millonarios –más de ¢132 mil millones– que, para variar, no llegaban a las familias campesinas que realmente los necesitaban. Un rezongo tremendo, vamos. Pero ahora, parece que Ricardo Quesada, el presidente ejecutivo, decidió cambiar la jugada y darle un empujón a la ruralidad costarricense.
Quesada, con una sonrisa de quien sabe que hizo bien su trabajo, declaró: "Con mucho orgullo y con satisfacción del deber cumplido, hoy anunciamos que, por primera vez en la historia, el Inder invirtió el 100% de los recursos presupuestados". Le dio pa’ cabalgar, porque reconoce el esfuerzo de la gente que trabajó duro dentro del Inder, así como la colaboración de varios ministerios e instituciones estatales, los gobiernos locales y las organizaciones de productores. Es decir, que se juntaron todos para hacerla bien, ¡qué chiva!
Y no es broma, señores. Este logro viene creciendo poco a poco. Antes del 2022, la ejecución presupuestaria andaba dando tumbos, entre el 65% y el 70%, una verdadera pena. Luego, empezaron a mejorar: 67,58% en el 2022, 90,44% en el 2023, 97,07% en el 2024, ¡y este año se cerró con la cifra mágica del 100%! Eso sí que es progresar, sin rodeos.
Imaginen el impacto: 189,861 familias rurales en todo el país se vieron beneficiadas directamente. No hablamos de promesas vacías, sino de concreto: caminos nuevos, puentes funcionales, proyectos productivos que le dan sentido a la vida de la gente, acueductos que llevan agua limpia a comunidades alejadas, y hasta electrificación en lugares donde la luz era un lujo. Un brete eso, vamos.
Pero, ¿dónde fueron a parar esos millones? Pues mire, el Inder invirtió fuertemente en infraestructura rural, desarrollando 48 proyectos con alrededor de ¢7.609 millones que ayudaron a más de 12.000 familias. También impulsaron proyectos en alianza con los gobiernos locales, inyectando ¢11.994 millones en iniciativas que beneficiaron a más de 52.000 familias. Y no olvidemos el fomento a la producción, con la entrega de equipos, maquinaria e insumos a más de 3.000 productores, y créditos rurales en condiciones suaves por más de ¢1.200 millones. ¡Una verdadera lluvia de bendiciones!
Mario Villamizar, el director administrativo y financiero del Inder, enfatizó que lograron cumplir con creces el objetivo de ejecutar el presupuesto al máximo. Afirmó que han hecho la diferencia, y que ahora la administración superior del Inder puede sentirse orgullosa de haber trabajado de la mano con la gente para lograr estos resultados tan impresionantes. Se nota que le echaron ganas, y eso siempre vale la pena reconocerlo.
Ahora, la gran pregunta para todos nosotros, los que vivimos en el campo y los que esperamos que el gobierno cumpla sus promesas: ¿Será este un cambio de rumbo definitivo, o simplemente una nota más en la historia de las buenas intenciones? ¿Cree usted que el Inder mantendrá este ritmo de ejecución en los próximos años, o volveremos a caer en viejos patrones de burocratización y abandono?
Para ponerle contextura al asunto, durante casi una década, el Inder acumuló superávits millonarios –más de ¢132 mil millones– que, para variar, no llegaban a las familias campesinas que realmente los necesitaban. Un rezongo tremendo, vamos. Pero ahora, parece que Ricardo Quesada, el presidente ejecutivo, decidió cambiar la jugada y darle un empujón a la ruralidad costarricense.
Quesada, con una sonrisa de quien sabe que hizo bien su trabajo, declaró: "Con mucho orgullo y con satisfacción del deber cumplido, hoy anunciamos que, por primera vez en la historia, el Inder invirtió el 100% de los recursos presupuestados". Le dio pa’ cabalgar, porque reconoce el esfuerzo de la gente que trabajó duro dentro del Inder, así como la colaboración de varios ministerios e instituciones estatales, los gobiernos locales y las organizaciones de productores. Es decir, que se juntaron todos para hacerla bien, ¡qué chiva!
Y no es broma, señores. Este logro viene creciendo poco a poco. Antes del 2022, la ejecución presupuestaria andaba dando tumbos, entre el 65% y el 70%, una verdadera pena. Luego, empezaron a mejorar: 67,58% en el 2022, 90,44% en el 2023, 97,07% en el 2024, ¡y este año se cerró con la cifra mágica del 100%! Eso sí que es progresar, sin rodeos.
Imaginen el impacto: 189,861 familias rurales en todo el país se vieron beneficiadas directamente. No hablamos de promesas vacías, sino de concreto: caminos nuevos, puentes funcionales, proyectos productivos que le dan sentido a la vida de la gente, acueductos que llevan agua limpia a comunidades alejadas, y hasta electrificación en lugares donde la luz era un lujo. Un brete eso, vamos.
Pero, ¿dónde fueron a parar esos millones? Pues mire, el Inder invirtió fuertemente en infraestructura rural, desarrollando 48 proyectos con alrededor de ¢7.609 millones que ayudaron a más de 12.000 familias. También impulsaron proyectos en alianza con los gobiernos locales, inyectando ¢11.994 millones en iniciativas que beneficiaron a más de 52.000 familias. Y no olvidemos el fomento a la producción, con la entrega de equipos, maquinaria e insumos a más de 3.000 productores, y créditos rurales en condiciones suaves por más de ¢1.200 millones. ¡Una verdadera lluvia de bendiciones!
Mario Villamizar, el director administrativo y financiero del Inder, enfatizó que lograron cumplir con creces el objetivo de ejecutar el presupuesto al máximo. Afirmó que han hecho la diferencia, y que ahora la administración superior del Inder puede sentirse orgullosa de haber trabajado de la mano con la gente para lograr estos resultados tan impresionantes. Se nota que le echaron ganas, y eso siempre vale la pena reconocerlo.
Ahora, la gran pregunta para todos nosotros, los que vivimos en el campo y los que esperamos que el gobierno cumpla sus promesas: ¿Será este un cambio de rumbo definitivo, o simplemente una nota más en la historia de las buenas intenciones? ¿Cree usted que el Inder mantendrá este ritmo de ejecución en los próximos años, o volveremos a caer en viejos patrones de burocratización y abandono?
