¡Ay, Dios mío, qué bronca! El caso del atraco al Banco Nacional sigue dando de qué hablar, y ahora el fiscal Ronald Segura soltó la bomba: tienen grabaciones de cámara que apuntan directo al ex-tesorero Ricardo Olivas Valle. Parece que este señor se mandó una torta de campeonato.
La investigación por el robo de ¢3.293 millones ha avanzado a pasos agiganta, o bueno, tanto como puede ir una investigación de estos tamaños, según el fiscal. Al parecer, en tiempo récord – ¡una rareza en estos asuntos judiciales! – lograron juntar pruebas sólidas que vinculan directamente a Olivas con la desaparición de esos millones. Esto sí que es brete pa’ los abogados defensores, diay.
Segura, en entrevista con CR Hoy, detalló que las grabaciones de las cámaras de seguridad dentro de la bóveda y otras áreas del banco son la pieza angular de la acusación. Se ven “faccciones físicas” que, dicen, coinciden con las de Olivas realizando las sustracciones. Eso, sumado a unos 30 delitos de peculado, le pinta feo al exfuncionario. No se andan haciendo lios, má' porque la Fiscalía de Probidad va con todo.
Ahora, claro, la cosa no es tan sencilla. Resulta que la puerta de la caja fuerte tenía un ángulo muerto, y Olivas parece haberle encontrado la vuelta pa’ aprovecharlo. Pero, según el Ministerio Público, tienen otras pruebas pa’ respaldar su versión. Lo importante es que la Fiscalía está presionando pa’ que esto avance rápido, y buscando asegurar la estabilidad del sistema financiero costarricense. ¡Uy, qué carga!, perder la confianza del público en los bancos… ahí sí nos metemos en problemas.
Y es que el fiscal enfatizó la importancia de mantener la confianza en el sistema bancario, especialmente ahora que Costa Rica maneja tantos fondos. Los fondos de pensiones, ahorros nacionales... es una responsabilidad enorme. Un colapso de un banco, financiera o fondo de pensiones, podría poner en riesgo a todo el país. ¡Imagínate el tremendo chuño!, amigos. Por eso, estas investigaciones merecen toda la atención y recursos necesarios, sin dilaciones.
Olivas, quiébrele la espinita, se enfrenta ahora a un juicio por la sustracción de esa suma millonaria. Queda pendiente que el Tribunal Penal defina la fecha del juicio. El fiscal dice que se esforzaron mucho en este caso, y quieren evitar cualquier daño a la imagen del Banco Nacional, que es el banco principal del país. Este caso es un vare que da para mucha reflexión y medidas correctivas, chunches.
Pero la trama no termina ahí. Resulta que Olivas no estaba solo en esto. Hay otras siete personas bajo investigación, incluyendo supervisores, contadores e incluso un guarda de seguridad. Todos habrían ayudado a Olivas a llevar a cabo su plan para robar el dinero. Parece que organizadísimo andaban, utilizando sobres de manila y sacando fajos de billetes por la esclusa del banco. ¡Qué diay! ¿Cómo pudieron pasar desapercibidos por tanto tiempo?
Y para rematar, según la Fiscalía, Olivas usaba el dinero robado para comprar boletos de lotería y repartir premios entre sus cómplices. ¡Un negocio redondo!, claro, si no fuera porque es ilegal y afecta a miles de depositantes. Ahora, la pregunta que me ronda la mente es: ¿creen ustedes que el sistema de control interno del Banco Nacional era realmente tan laxo como para permitir que alguien pudiera robar semejante cantidad de dinero sin levantar sospechas, o hay factores externos que jugaron un papel importante en este escándalo?
La investigación por el robo de ¢3.293 millones ha avanzado a pasos agiganta, o bueno, tanto como puede ir una investigación de estos tamaños, según el fiscal. Al parecer, en tiempo récord – ¡una rareza en estos asuntos judiciales! – lograron juntar pruebas sólidas que vinculan directamente a Olivas con la desaparición de esos millones. Esto sí que es brete pa’ los abogados defensores, diay.
Segura, en entrevista con CR Hoy, detalló que las grabaciones de las cámaras de seguridad dentro de la bóveda y otras áreas del banco son la pieza angular de la acusación. Se ven “faccciones físicas” que, dicen, coinciden con las de Olivas realizando las sustracciones. Eso, sumado a unos 30 delitos de peculado, le pinta feo al exfuncionario. No se andan haciendo lios, má' porque la Fiscalía de Probidad va con todo.
Ahora, claro, la cosa no es tan sencilla. Resulta que la puerta de la caja fuerte tenía un ángulo muerto, y Olivas parece haberle encontrado la vuelta pa’ aprovecharlo. Pero, según el Ministerio Público, tienen otras pruebas pa’ respaldar su versión. Lo importante es que la Fiscalía está presionando pa’ que esto avance rápido, y buscando asegurar la estabilidad del sistema financiero costarricense. ¡Uy, qué carga!, perder la confianza del público en los bancos… ahí sí nos metemos en problemas.
Y es que el fiscal enfatizó la importancia de mantener la confianza en el sistema bancario, especialmente ahora que Costa Rica maneja tantos fondos. Los fondos de pensiones, ahorros nacionales... es una responsabilidad enorme. Un colapso de un banco, financiera o fondo de pensiones, podría poner en riesgo a todo el país. ¡Imagínate el tremendo chuño!, amigos. Por eso, estas investigaciones merecen toda la atención y recursos necesarios, sin dilaciones.
Olivas, quiébrele la espinita, se enfrenta ahora a un juicio por la sustracción de esa suma millonaria. Queda pendiente que el Tribunal Penal defina la fecha del juicio. El fiscal dice que se esforzaron mucho en este caso, y quieren evitar cualquier daño a la imagen del Banco Nacional, que es el banco principal del país. Este caso es un vare que da para mucha reflexión y medidas correctivas, chunches.
Pero la trama no termina ahí. Resulta que Olivas no estaba solo en esto. Hay otras siete personas bajo investigación, incluyendo supervisores, contadores e incluso un guarda de seguridad. Todos habrían ayudado a Olivas a llevar a cabo su plan para robar el dinero. Parece que organizadísimo andaban, utilizando sobres de manila y sacando fajos de billetes por la esclusa del banco. ¡Qué diay! ¿Cómo pudieron pasar desapercibidos por tanto tiempo?
Y para rematar, según la Fiscalía, Olivas usaba el dinero robado para comprar boletos de lotería y repartir premios entre sus cómplices. ¡Un negocio redondo!, claro, si no fuera porque es ilegal y afecta a miles de depositantes. Ahora, la pregunta que me ronda la mente es: ¿creen ustedes que el sistema de control interno del Banco Nacional era realmente tan laxo como para permitir que alguien pudiera robar semejante cantidad de dinero sin levantar sospechas, o hay factores externos que jugaron un papel importante en este escándalo?
