¡Ay, Dios mío, qué chimba! El dólar sigue dando patadas al aire y nos está regalando unos números que ni en sueños habíamos visto. Este martes, 2 de diciembre, la moneda gringa tocó piso en ¢491,38 en Monex. ¡Imagínate! Eso significa que ahora tenemos más colones por cada billete verde. A ver si esto le da pa’ comprar unas llaves o salir de viaje, porque la inflación nos tiene hasta las cachas.
Para ponerle pausa a la celebración, esto es histórico, compadres. Al parecer, no veía esos precios bajos desde el 17 de octubre del 2006, ¡hace casi dos décadas! Si mi abuela estuviera viva, ya estaría contando historias de cómo se podía comprar un café con un centavo. Ahora eso es pura fantasía, pero bueno, siempre es bueno recordar tiempos mejores, ¿no?
Y ojo, que este martes no fue cualquier día. Como es costumbre cuando estamos llegando a fin de año, se movieron montones de dólares. Se negociaron como 87 millones verdes en 302 movimientos, una cifra considerable. Lo que me llama la atención es que el Banco Central (BCCR) entró con fuerza, comprando unos 55 millones para sus propios negocios y otros 16 millones pa’ el sistema público. Parece que quieren controlar la cosa, pero ¿pa' qué, si el dólar sigue cayendo?
Estamos hablando de ocho sesiones consecutivas a la baja, chavales. Desde el 14 de noviembre, la mayoría de los días hemos estado por debajo de los ¢500. Esto es una locura, un vuelto que no esperaba nadie. Los bancos también se han puesto las pilas, ofreciendo precios diferentes. Por ejemplo, Banco Cathay te vende a ¢498, mientras que CMB (antes Citi) te cobra ¢506. Unos colonetes de diferencia pueden hacer la pega, así que conviene comparar antes de cambiar tus lunitas.
Ahora, la gran pregunta es: ¿hasta dónde va a llegar esta depreciación? Algunos expertos dicen que, con la llegada de los aguinaldos y los pagos de impuestos por parte de las multinacionales, vamos a seguir viendo esta tendencia a la baja. Además, el turismo está entrando en temporada alta, lo que inyecta más dólares a nuestra economía. Pero cuidado, porque no todo es color de rosa, aunque sí bien rico para nosotros.
Porque el Estado de la Nación ya nos puso los puntos grises, amigos. Dicen que esta caída del dólar podría estar afectando nuestro sector externo, que es el motor del crecimiento del país. Aunque es cierto que la inflación importada se reduce porque las cosas de afuera se abaratan, nuestros productos se vuelven más caros para otros países. ¡Qué nivel! Así, los exportadores podrían perder terreno frente a la competencia de Chile, República Dominicana, México o Colombia. Una vara difícil de digerir, pero hay que analizarla con calma.
Lo positivo, claro, es que los importadores y aquellos que tienen deudas en dólares están respirando tranquilos. Les facilita pagar esas cuentas y les da un respiro financiero. Pero fíjate tú, esto es como subirnos a la montaña rusa, a veces arriba, a veces abajo. Hay que tener los cinturitos bien apretados y esperar a ver qué pasa con el tipo de cambio en los últimos días del año. ¿Será que se estabiliza o seguirá dando bandazos?
Y ahora, quiero saber de ustedes, ¡maes! Con estos precios tan bajos del dólar, ¿qué planes tienen? ¿Se animan a invertir, a viajar, o prefieren guardar el dinero esperando a ver qué pasa? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, estoy deseando leerlas!
Para ponerle pausa a la celebración, esto es histórico, compadres. Al parecer, no veía esos precios bajos desde el 17 de octubre del 2006, ¡hace casi dos décadas! Si mi abuela estuviera viva, ya estaría contando historias de cómo se podía comprar un café con un centavo. Ahora eso es pura fantasía, pero bueno, siempre es bueno recordar tiempos mejores, ¿no?
Y ojo, que este martes no fue cualquier día. Como es costumbre cuando estamos llegando a fin de año, se movieron montones de dólares. Se negociaron como 87 millones verdes en 302 movimientos, una cifra considerable. Lo que me llama la atención es que el Banco Central (BCCR) entró con fuerza, comprando unos 55 millones para sus propios negocios y otros 16 millones pa’ el sistema público. Parece que quieren controlar la cosa, pero ¿pa' qué, si el dólar sigue cayendo?
Estamos hablando de ocho sesiones consecutivas a la baja, chavales. Desde el 14 de noviembre, la mayoría de los días hemos estado por debajo de los ¢500. Esto es una locura, un vuelto que no esperaba nadie. Los bancos también se han puesto las pilas, ofreciendo precios diferentes. Por ejemplo, Banco Cathay te vende a ¢498, mientras que CMB (antes Citi) te cobra ¢506. Unos colonetes de diferencia pueden hacer la pega, así que conviene comparar antes de cambiar tus lunitas.
Ahora, la gran pregunta es: ¿hasta dónde va a llegar esta depreciación? Algunos expertos dicen que, con la llegada de los aguinaldos y los pagos de impuestos por parte de las multinacionales, vamos a seguir viendo esta tendencia a la baja. Además, el turismo está entrando en temporada alta, lo que inyecta más dólares a nuestra economía. Pero cuidado, porque no todo es color de rosa, aunque sí bien rico para nosotros.
Porque el Estado de la Nación ya nos puso los puntos grises, amigos. Dicen que esta caída del dólar podría estar afectando nuestro sector externo, que es el motor del crecimiento del país. Aunque es cierto que la inflación importada se reduce porque las cosas de afuera se abaratan, nuestros productos se vuelven más caros para otros países. ¡Qué nivel! Así, los exportadores podrían perder terreno frente a la competencia de Chile, República Dominicana, México o Colombia. Una vara difícil de digerir, pero hay que analizarla con calma.
Lo positivo, claro, es que los importadores y aquellos que tienen deudas en dólares están respirando tranquilos. Les facilita pagar esas cuentas y les da un respiro financiero. Pero fíjate tú, esto es como subirnos a la montaña rusa, a veces arriba, a veces abajo. Hay que tener los cinturitos bien apretados y esperar a ver qué pasa con el tipo de cambio en los últimos días del año. ¿Será que se estabiliza o seguirá dando bandazos?
Y ahora, quiero saber de ustedes, ¡maes! Con estos precios tan bajos del dólar, ¿qué planes tienen? ¿Se animan a invertir, a viajar, o prefieren guardar el dinero esperando a ver qué pasa? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, estoy deseando leerlas!
