¡Ay, Dios mío, qué susto nos llevamos anoche! El sismo de Quepos, pues ahí lo tienen, nos hizo temblar a todos los capitalinos y a los provincianos también. Uno se queda pensando, ¿por qué si viví acá toda mi vida nunca me había agarrado tanto miedo?, pero bueno, así es la Pura Vida, uno le da bola a estas cosas y sigue adelante. Lo importante es que estamos bien, y eso siempre hay que valorarlo.
Pues resulta que Jorge Marino Protti Quesada, el sismólogo del OVSICORI, nos explicó que no era para sorprenderse tanto. Él nos comentó que la magnitud de 6.1, sumado a otros factores geográficos, hicieron que se sintiera hasta en Puntarenas, allá donde casi nadie vive, ¡jajaja! Dijo que con esa potencia, ya cualquiera siente el temblor, aunque sea poquito. Una vez que te empieza a dar vueltas el estómago, uno ya sabe que algo no anda bien, ¿verdad?
Lo que más me sorprendió es que el temblor, según el profe Protti, tuvo una profundidad de solo 17 kilómetros. Eso es como “regular”, según él, ni muy superficial, ni tan hondo. Imagínate, si fuera más profundo, tal vez ni nos acordábamos ahora. Pero como estaba cerquita, ahí nos llegó la tremenda sacudida. ¡Un buen sustito pa’ despertar!
Y parece ser que la ubicación del epicentro, allá en el Pacífico Central, juega un papel importantísimo. Resulta que las ondas sísmicas, pues vaya, se propagan como agua caliente, concentrándose fuertemente en el Valle Central. Dice el científico que esto tiene que ver con el tipo de ruptura, el deslizamiento de la falla y cómo se mueven esas ondas. A nosotros, los que vivimos aquí en la Capital, pues nos toca recibir la peor parte, ¿qué vamos a hacer?
Además, y esto es lo más curioso, el movimiento y sus repercusiones pueden alargar la sensación del temblor, o incluso hacer que uno pequeño parezca más intenso. Piensa que ese temblor de Quepos, según los cálculos del OVSICORI, duró unos 15 segundos. ¡Quince segundos es eterno cuando te estás dando vueltas en la cama!, pero la gente, con la adrenalina corriendo, piensa que fue muchísimo más tiempo. Ese es el efecto, ¿eh?
Y hablando de futuros temblores, el profe Protti no se anda con rodeos: dice que existe la posibilidad de que veamos otro sismo parecido pronto. Agregó que es un patrón que se está repitiendo, o sea que no nos hemos salvado todavía. Me imagino que ya los vecinos están guardando agua y galletas, por si acaso. Siempre es bueno estar preparado, aunque a veces uno se pone a pensar, ¿para qué sirve prepararse si al final igual te agarra desprevenido?
Ahora, viendo las noticias, uno nota que la gente está comentando en redes sociales cómo se sintieron, dónde estaban, qué les pasó. Algunos dicen que fue como si estuvieran encima de una licuadora gigante, otros que vieron caer objetos de las paredes... Un verdadero pandemonio, ¡pero gracias a Dios que nadie resultó herido gravemente!. Recuerdo que mi abuela siempre decía “Cuando tiemble, agárrate fuerte y reza”. Pues creo que ella tenía razón, porque en momentos así, la fe ayuda demasiado.
En fin, después de este episodio, uno se queda pensando… ¿Será que estamos preparados realmente para enfrentar un terremoto grande en Costa Rica? ¿Deberíamos tomar cursos de evacuación, revisar nuestros planes familiares y asegurarnos de que nuestras casas estén seguras? Dime tú, ¿cuál es tu plan personal si vuelve a temblar el suelo bajo nuestros pies?
Pues resulta que Jorge Marino Protti Quesada, el sismólogo del OVSICORI, nos explicó que no era para sorprenderse tanto. Él nos comentó que la magnitud de 6.1, sumado a otros factores geográficos, hicieron que se sintiera hasta en Puntarenas, allá donde casi nadie vive, ¡jajaja! Dijo que con esa potencia, ya cualquiera siente el temblor, aunque sea poquito. Una vez que te empieza a dar vueltas el estómago, uno ya sabe que algo no anda bien, ¿verdad?
Lo que más me sorprendió es que el temblor, según el profe Protti, tuvo una profundidad de solo 17 kilómetros. Eso es como “regular”, según él, ni muy superficial, ni tan hondo. Imagínate, si fuera más profundo, tal vez ni nos acordábamos ahora. Pero como estaba cerquita, ahí nos llegó la tremenda sacudida. ¡Un buen sustito pa’ despertar!
Y parece ser que la ubicación del epicentro, allá en el Pacífico Central, juega un papel importantísimo. Resulta que las ondas sísmicas, pues vaya, se propagan como agua caliente, concentrándose fuertemente en el Valle Central. Dice el científico que esto tiene que ver con el tipo de ruptura, el deslizamiento de la falla y cómo se mueven esas ondas. A nosotros, los que vivimos aquí en la Capital, pues nos toca recibir la peor parte, ¿qué vamos a hacer?
Además, y esto es lo más curioso, el movimiento y sus repercusiones pueden alargar la sensación del temblor, o incluso hacer que uno pequeño parezca más intenso. Piensa que ese temblor de Quepos, según los cálculos del OVSICORI, duró unos 15 segundos. ¡Quince segundos es eterno cuando te estás dando vueltas en la cama!, pero la gente, con la adrenalina corriendo, piensa que fue muchísimo más tiempo. Ese es el efecto, ¿eh?
Y hablando de futuros temblores, el profe Protti no se anda con rodeos: dice que existe la posibilidad de que veamos otro sismo parecido pronto. Agregó que es un patrón que se está repitiendo, o sea que no nos hemos salvado todavía. Me imagino que ya los vecinos están guardando agua y galletas, por si acaso. Siempre es bueno estar preparado, aunque a veces uno se pone a pensar, ¿para qué sirve prepararse si al final igual te agarra desprevenido?
Ahora, viendo las noticias, uno nota que la gente está comentando en redes sociales cómo se sintieron, dónde estaban, qué les pasó. Algunos dicen que fue como si estuvieran encima de una licuadora gigante, otros que vieron caer objetos de las paredes... Un verdadero pandemonio, ¡pero gracias a Dios que nadie resultó herido gravemente!. Recuerdo que mi abuela siempre decía “Cuando tiemble, agárrate fuerte y reza”. Pues creo que ella tenía razón, porque en momentos así, la fe ayuda demasiado.
En fin, después de este episodio, uno se queda pensando… ¿Será que estamos preparados realmente para enfrentar un terremoto grande en Costa Rica? ¿Deberíamos tomar cursos de evacuación, revisar nuestros planes familiares y asegurarnos de que nuestras casas estén seguras? Dime tú, ¿cuál es tu plan personal si vuelve a temblar el suelo bajo nuestros pies?