Bueno, pues mire usted, mientras nuestros vecinos del norte se están sudando la gota gorda con esas elecciones en Honduras que parecen no tener fin, aquí en Costa Rica tenemos la oportunidad de apreciar lo que significa tener unas instituciones sólidas, diay. Ver lo que pasa allá te da una perspectiva totalmente diferente de cómo hacemos las cosas nosotros y, francamente, nos hace sentir orgullosos del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).
Honduras anda atorado, con actas que no cuadran, plataformas digitales que se caen como moscas y hasta teniendo que recurrir a empresas extranjeras para contar votos. Un verdadero despiche, vamos. Han pasado días desde la primera vuelta y todavía no sabemos quién va a ser el próximo presidente. Eso sí, ha generado un montón de acusaciones, protestas y, en general, un clima de incertidumbre que nadie quiere ver en casa.
Aquí, en cambio, estamos acostumbrados a que, a más tardar la noche de las elecciones, ya tenemos los resultados preliminares. No es magia, claro, sino el fruto de años de trabajo, inversión en tecnología y, sobre todo, independencia institucional. El TSE no se mete con nadie, hace su trabajo bien hecho y le importa un comino lo que digan los políticos de turno. Esa es la clave, mae.
Miren, el TSE tiene su propia infraestructura, gente capacitada y protocolos que funcionan como relojito. Además, tienen transmisión digital en tiempo real desde cualquier rincón del país, incluso desde esos lugares más remotos donde parece que el mundo se acaba. Y eso es gracias a que han priorizado la modernización y la seguridad del proceso electoral.
Lo más importante de todo es que el TSE es autónomo. No depende de los caprichos de ningún partido político. Sus magistrados los elige la Corte Suprema de Justicia, que es quien garantiza su independencia. Ahí está la gran diferencia con Honduras, donde el Consejo Nacional Electoral (CNE) está lleno de gente nombrada por los propios partidos, lo que abre la puerta a conflictos de interés y denuncias de manipulación. Imagínese qué bronca, ¡qué carga!
Este caso de Honduras nos pone los pelos de punta. Nos recuerda que la democracia no se construye con eslóganes bonitos ni con discursos grandilocuentes. Se construye con instituciones fuertes, que trabajen con transparencia y que protejan el derecho de cada ciudadano a elegir libremente. Porque si el árbitro no es imparcial, el juego está perdido desde el principio, diay.
Y es que últimamente hemos escuchado algunas voces cuestionando el trabajo del TSE, lo cual me parece una irresponsabilidad. Erosionar la confianza en nuestra institución electoral no ayuda a nadie, al contrario. Fortalece a los que quieren debilitar nuestras bases democráticas. Hay que recordar que el TSE ha demostrado ser un baluarte de la estabilidad política en Costa Rica, y eso no es poca cosa, especialmente en estos tiempos turbulentos.
Así que, pensando en todo esto, le pregunto a ustedes: ¿Creen que deberíamos estar valorando más el trabajo del TSE y defendiéndolo de ataques injustificados, o realmente existe motivos fundados para cuestionar su desempeño?
Honduras anda atorado, con actas que no cuadran, plataformas digitales que se caen como moscas y hasta teniendo que recurrir a empresas extranjeras para contar votos. Un verdadero despiche, vamos. Han pasado días desde la primera vuelta y todavía no sabemos quién va a ser el próximo presidente. Eso sí, ha generado un montón de acusaciones, protestas y, en general, un clima de incertidumbre que nadie quiere ver en casa.
Aquí, en cambio, estamos acostumbrados a que, a más tardar la noche de las elecciones, ya tenemos los resultados preliminares. No es magia, claro, sino el fruto de años de trabajo, inversión en tecnología y, sobre todo, independencia institucional. El TSE no se mete con nadie, hace su trabajo bien hecho y le importa un comino lo que digan los políticos de turno. Esa es la clave, mae.
Miren, el TSE tiene su propia infraestructura, gente capacitada y protocolos que funcionan como relojito. Además, tienen transmisión digital en tiempo real desde cualquier rincón del país, incluso desde esos lugares más remotos donde parece que el mundo se acaba. Y eso es gracias a que han priorizado la modernización y la seguridad del proceso electoral.
Lo más importante de todo es que el TSE es autónomo. No depende de los caprichos de ningún partido político. Sus magistrados los elige la Corte Suprema de Justicia, que es quien garantiza su independencia. Ahí está la gran diferencia con Honduras, donde el Consejo Nacional Electoral (CNE) está lleno de gente nombrada por los propios partidos, lo que abre la puerta a conflictos de interés y denuncias de manipulación. Imagínese qué bronca, ¡qué carga!
Este caso de Honduras nos pone los pelos de punta. Nos recuerda que la democracia no se construye con eslóganes bonitos ni con discursos grandilocuentes. Se construye con instituciones fuertes, que trabajen con transparencia y que protejan el derecho de cada ciudadano a elegir libremente. Porque si el árbitro no es imparcial, el juego está perdido desde el principio, diay.
Y es que últimamente hemos escuchado algunas voces cuestionando el trabajo del TSE, lo cual me parece una irresponsabilidad. Erosionar la confianza en nuestra institución electoral no ayuda a nadie, al contrario. Fortalece a los que quieren debilitar nuestras bases democráticas. Hay que recordar que el TSE ha demostrado ser un baluarte de la estabilidad política en Costa Rica, y eso no es poca cosa, especialmente en estos tiempos turbulentos.
Así que, pensando en todo esto, le pregunto a ustedes: ¿Creen que deberíamos estar valorando más el trabajo del TSE y defendiéndolo de ataques injustificados, o realmente existe motivos fundados para cuestionar su desempeño?
