Ay, mi gente, parece que la cosa no pinta como queríamos. Durante años, el turismo ha sido nuestro salvavidas, nuestra gallina de los huevos de oro, echándonos una mano con el empleo, los dólares y hasta dándole brillo a nuestro nombre afuera. Pero este 2025 nos dio un coscorrón de realidad: ni siquiera la ‘pura vida’ es inmune a los problemas, ¿eh?
Las estadísticas del ICT y del Banco Central no mienten: hasta agosto, las visitas por avión cayeron casi un 2%. ¡Un 2%! Y mientras tanto, el resto de Latinoamérica se mueve, nosotros vamos a paso de tortuga. No es cuestión de echarle la culpa al azar, muchachos; esto tiene que ver con cosas más profundas.
Los empresarios del sector no andan jugando con la pelota. Nos dicen claro y bien cuáles son los dolores de cabeza: un colón que está muy contento consigo mismo, la inseguridad que nos está carcomiendo y carreteras que parecen sacadas de otra época. Y lo peor es que estas tres cosas se agarran de las manos, creando un círculo vicioso que nos complica la vida.
Hablemos del colón primero. En los últimos tres años se ha fortalecido tantito, más de un 20% contra el dólar. Para nosotros, los consumidores nacionales, eso suena chévere porque podemos comprar importaciones más baratas. Pero para el turista, ¡qué sal! Se le complica venir a gastar su dinero acá. Un estudio reciente puso a Tamarindo como el destino más caro de 40 analizados, ¡por encima de Nueva York y Dubái! Eso duele, mi hermano. Duele mucho.
El Banco Central finalmente decidió bajar la Tasa de Política Monetaria (TPM), pero bueno, qué le vamos a hacer... un poco tarde, dirían algunos. El problema no fue subirla cuando la inflación lo pedía a gritos, sino mantenerla tan alta por tanto tiempo. Esto encareció los créditos, frenó la inversión y atrajo capitales que, aunque dan alegría al colón, nos están matando el negocio turístico y las exportaciones. Necesitamos que el tipo de cambio respire un poquito, que recupere una franja competitiva. Así podremos mantener viva nuestra principal fuente de ingresos.
Pero no todo es el colón. La inseguridad es otro dolor de cabeza enorme. Robos, asaltos, homicidios… las noticias no paran de contarnos historias tristes. Eso daña la imagen de Costa Rica, ¿cómo no iba a pasar? Uno no puede estar disfrutando de unas vacaciones si vive con el miedo en el bolsillo. Y hablando de disfrutar, la infraestructura tampoco nos ayuda. Carreteras atascadas, puertos saturados, aeropuertos que no crecen al ritmo que necesitamos… ¡Es un brete!
Dicen que 2025 va a cerrar con un pequeño aumento del 1,7% en las llegadas aéreas gracias a nuevas rutas y campañas publicitarias. Esperemos que sí, que no sean solo palabras bonitas. Pero no nos equivoquemos: este ligero repunte no significa que todo esté arreglado. El turismo no se reactivará solo, por inercia o con unos cuantos carteles llamativos. Necesitamos tomar cartas en el asunto, ponerle empeño y hacer algunas decisiones difíciles.
Costa Rica ya no puede seguir contando la misma historia sin actualizar el libreto. La naturaleza y la paz son bendiciones, sí, pero no son suficientes para competir en el mercado global. Si queremos que la ‘pura vida’ siga siendo una promesa real y no solo un letrero turístico, tenemos que actuar ahora. Tenemos que cambiar el chip, dejar de vivir de relatos y empezar a producir resultados. Así que, mi gente, dime tú: ¿crees que el gobierno está haciendo lo suficiente para salvar el turismo costarricense, o seguimos esperando un milagro?
Las estadísticas del ICT y del Banco Central no mienten: hasta agosto, las visitas por avión cayeron casi un 2%. ¡Un 2%! Y mientras tanto, el resto de Latinoamérica se mueve, nosotros vamos a paso de tortuga. No es cuestión de echarle la culpa al azar, muchachos; esto tiene que ver con cosas más profundas.
Los empresarios del sector no andan jugando con la pelota. Nos dicen claro y bien cuáles son los dolores de cabeza: un colón que está muy contento consigo mismo, la inseguridad que nos está carcomiendo y carreteras que parecen sacadas de otra época. Y lo peor es que estas tres cosas se agarran de las manos, creando un círculo vicioso que nos complica la vida.
Hablemos del colón primero. En los últimos tres años se ha fortalecido tantito, más de un 20% contra el dólar. Para nosotros, los consumidores nacionales, eso suena chévere porque podemos comprar importaciones más baratas. Pero para el turista, ¡qué sal! Se le complica venir a gastar su dinero acá. Un estudio reciente puso a Tamarindo como el destino más caro de 40 analizados, ¡por encima de Nueva York y Dubái! Eso duele, mi hermano. Duele mucho.
El Banco Central finalmente decidió bajar la Tasa de Política Monetaria (TPM), pero bueno, qué le vamos a hacer... un poco tarde, dirían algunos. El problema no fue subirla cuando la inflación lo pedía a gritos, sino mantenerla tan alta por tanto tiempo. Esto encareció los créditos, frenó la inversión y atrajo capitales que, aunque dan alegría al colón, nos están matando el negocio turístico y las exportaciones. Necesitamos que el tipo de cambio respire un poquito, que recupere una franja competitiva. Así podremos mantener viva nuestra principal fuente de ingresos.
Pero no todo es el colón. La inseguridad es otro dolor de cabeza enorme. Robos, asaltos, homicidios… las noticias no paran de contarnos historias tristes. Eso daña la imagen de Costa Rica, ¿cómo no iba a pasar? Uno no puede estar disfrutando de unas vacaciones si vive con el miedo en el bolsillo. Y hablando de disfrutar, la infraestructura tampoco nos ayuda. Carreteras atascadas, puertos saturados, aeropuertos que no crecen al ritmo que necesitamos… ¡Es un brete!
Dicen que 2025 va a cerrar con un pequeño aumento del 1,7% en las llegadas aéreas gracias a nuevas rutas y campañas publicitarias. Esperemos que sí, que no sean solo palabras bonitas. Pero no nos equivoquemos: este ligero repunte no significa que todo esté arreglado. El turismo no se reactivará solo, por inercia o con unos cuantos carteles llamativos. Necesitamos tomar cartas en el asunto, ponerle empeño y hacer algunas decisiones difíciles.
Costa Rica ya no puede seguir contando la misma historia sin actualizar el libreto. La naturaleza y la paz son bendiciones, sí, pero no son suficientes para competir en el mercado global. Si queremos que la ‘pura vida’ siga siendo una promesa real y no solo un letrero turístico, tenemos que actuar ahora. Tenemos que cambiar el chip, dejar de vivir de relatos y empezar a producir resultados. Así que, mi gente, dime tú: ¿crees que el gobierno está haciendo lo suficiente para salvar el turismo costarricense, o seguimos esperando un milagro?
