Ay, mae... qué pesar nos da esta noticia que salió ahorita. Turrialba está de luto, así es. Un deslizazo, un susto tremendo en el río Chirripó le quitó la vida a un matrimonio y a su hijita, dejando atrás a nueve críos en una situación bien complicada. Uno se queda pensando, ¿cómo van a hacer esos nenes?
La pareja, identificada como Ronald Payan y Elizabeth Céspedes, estaban disfrutando de un día como cualquier otro, buscando en el río algunas cositas, cuando ocurrió lo peor. Según los primeros reportes, la corriente estaba más bravísima de lo normal, pues andaba feo el río, y parece que se llevaron a todos. Imagínate el susto que se llevó la comunidad entera cuando dieron cuenta de que habían desaparecido.
Y lo que es aún más duro, la niña, Yency Payan, de apenas seis añitos, también se fue. Era pura alegría, dicen los vecinos, siempre corriendo y jugando. Ay, Dios mío… los niños son lo que más duele en estas tragedias. Ese chunche, la vida de los peques, se va así, sin previo aviso. Una verdadera pena.
Las labores de rescate duraron casi dos días, con equipos de la Cruz Roja y voluntarios movilizándose sin parar por el río arriba y abajo. Fue un esfuerzo descomunal, tratando de encontrar a los desaparecidos en medio de ese brete que es el Chirripó, con piedras, ramas y la corriente empujando. En fin, una muestra más de la valentía de la gente de acá, echándole ganas en las adversidades.
Pero lo que realmente golpea es el número de hijos que quedan atrás: ocho menores de edad, entre uno año y quince años, y una jovencita de dieciocho. ¡Nueve vidas dependientes de una ayuda que esperamos llegue pronto! La situación es crítica, porque hablamos de una comunidad indígena donde los recursos ya de por sí son escasos. Ahora, con esta tragedia, se suma un peso extra a sus hombros.
Ya varios grupos comunitarios y organizaciones se están organizando para brindar apoyo a los niños. Están juntando víveres, ropa y buscando opciones de alojamiento temporal. El espíritu solidario de los ticos siempre sale a relucir en estos momentos difíciles, que ni modo de dejar a unos pequeños solos en este brete. Que Dios les dé fortaleza a esos nenes y a toda la comunidad.
Las autoridades todavía no han dado una explicación clara de qué pudo haber causado el accidente. Dicen que están investigando, revisando si hubo alguna falla mecánica, si la corriente estaba particularmente fuerte, o si simplemente fue un desafortunado descuido. Esperemos que lleguen a una conclusión pronto, para darle paz a la familia y a la comunidad.
Es una situación bien compleja, mae. Perder a los padres de una vez por todas, eso te destroza el alma. Ver a esos niños enfrentando esto, sin saber qué les depara el futuro… Da escalofrío. Diay, ¿cree usted que el gobierno nacional estará brindando el apoyo suficiente y oportuno a esta familia afectada, o será que nuevamente la respuesta llegará tarde y a medias?
La pareja, identificada como Ronald Payan y Elizabeth Céspedes, estaban disfrutando de un día como cualquier otro, buscando en el río algunas cositas, cuando ocurrió lo peor. Según los primeros reportes, la corriente estaba más bravísima de lo normal, pues andaba feo el río, y parece que se llevaron a todos. Imagínate el susto que se llevó la comunidad entera cuando dieron cuenta de que habían desaparecido.
Y lo que es aún más duro, la niña, Yency Payan, de apenas seis añitos, también se fue. Era pura alegría, dicen los vecinos, siempre corriendo y jugando. Ay, Dios mío… los niños son lo que más duele en estas tragedias. Ese chunche, la vida de los peques, se va así, sin previo aviso. Una verdadera pena.
Las labores de rescate duraron casi dos días, con equipos de la Cruz Roja y voluntarios movilizándose sin parar por el río arriba y abajo. Fue un esfuerzo descomunal, tratando de encontrar a los desaparecidos en medio de ese brete que es el Chirripó, con piedras, ramas y la corriente empujando. En fin, una muestra más de la valentía de la gente de acá, echándole ganas en las adversidades.
Pero lo que realmente golpea es el número de hijos que quedan atrás: ocho menores de edad, entre uno año y quince años, y una jovencita de dieciocho. ¡Nueve vidas dependientes de una ayuda que esperamos llegue pronto! La situación es crítica, porque hablamos de una comunidad indígena donde los recursos ya de por sí son escasos. Ahora, con esta tragedia, se suma un peso extra a sus hombros.
Ya varios grupos comunitarios y organizaciones se están organizando para brindar apoyo a los niños. Están juntando víveres, ropa y buscando opciones de alojamiento temporal. El espíritu solidario de los ticos siempre sale a relucir en estos momentos difíciles, que ni modo de dejar a unos pequeños solos en este brete. Que Dios les dé fortaleza a esos nenes y a toda la comunidad.
Las autoridades todavía no han dado una explicación clara de qué pudo haber causado el accidente. Dicen que están investigando, revisando si hubo alguna falla mecánica, si la corriente estaba particularmente fuerte, o si simplemente fue un desafortunado descuido. Esperemos que lleguen a una conclusión pronto, para darle paz a la familia y a la comunidad.
Es una situación bien compleja, mae. Perder a los padres de una vez por todas, eso te destroza el alma. Ver a esos niños enfrentando esto, sin saber qué les depara el futuro… Da escalofrío. Diay, ¿cree usted que el gobierno nacional estará brindando el apoyo suficiente y oportuno a esta familia afectada, o será que nuevamente la respuesta llegará tarde y a medias?
