¡Ay, pata! Un año se fue volando desde aquella mañana negra en Pico Blanco, y el dolor para las familias afectadas sigue tan fresco como si fuera ayer. Ese accidente aéreo dejó cicatrices profundas en nuestra comunidad, y hoy recordamos a quienes se fueron, mientras sus allegados siguen buscando respuestas y, sobre todo, justicia. Que pesar, la vida te da unos sopetones, ¿eh?
Como bien recuerdan muchos, el 25 de noviembre de 2024, el cielo sobre Escazú se tiñó de tragedia cuando una avioneta se estrelló contra la montaña. Entre los pasajeros, varios jóvenes con proyectos y sueños truncados. Uno de ellos fue Jean Franco, un muchacho que, según cuentan sus familiares, tenía un corazón enorme y un espíritu indomable. Ya saben, esos máes que dejan huella donde quiera que van.
Sus padres, Eva Prendas y Enrique Segura, abrieron su corazón a nuestro Foro de Costa Rica para compartir cómo han vivido este duro golpe. Relatan que la partida de Jean Franco dejó un vacío inmenso en sus vidas, un brete que parece no tener fin. “Nunca pensé que podría llegar a sufrir tanto”, declara Eva, con la voz cargada de emoción. Ay, Dios mío, qué vacilón debe ser perder a un hijo...
Eva explica que el proceso de duelo ha sido extremadamente desgastante, requiriendo terapia psicológica constante, incluso recurriendo a opciones privadas debido a las limitaciones del sistema público. Estuvo batallando con una depresión moderada, luego un trastorno de estrés postraumático… ya ni les cuento. Una carga que nadie debería cargar. Además, la fecha aniversario ha reactivado las recaídas, mostrando lo profundo del impacto emocional.
Enrique, por su parte, destaca la disciplina y la pasión de Jean Franco por aprender, mencionando su interés por la música, los idiomas y la naturaleza. “Lo más importante para mí es su ejemplo de vida,” afirma con orgullo. Contaba historias de cómo Jean aprendía rápido cualquier cosa, y cómo siempre estaba dispuesto a echarle mano a quien lo necesitara. Era un pura vida, vamos.
Pero más allá del recuerdo personal, la familia clama por claridad y responsabilidad. Insisten en que el accidente pudo haberse evitado, señalando posibles fallas humanas y condiciones climáticas adversas que contribuyeron a la tragedia. Esperan que la investigación del OIJ y Aviación Civil arroje luz sobre lo sucedido, brindándoles las respuestas que tanto necesitan para poder cerrar este capítulo doloroso. ¡Qué sal, tener que vivir con tanta incertidumbre!
Han encontrado consuelo en el apoyo mutuo con otras familias que sufrieron pérdidas similares, compartiendo el mismo lamento y la misma búsqueda de justicia. Se dijeron frases como 'quiero gritar' y 'quiero quebrar cosas', porque el dolor es universal, aunque cada quien lo viva a su manera. Esa camaradería es algo que vale oro en momentos así, ¿verdad?
Y ahora, mis panas, la pregunta que dejo en el aire para ustedes: ¿Cómo podemos, como sociedad costarricense, fortalecer los mecanismos de seguridad aérea para evitar tragedias como la de Pico Blanco en el futuro? ¿Creen que se está haciendo suficiente para investigar y sancionar responsabilidades? ¡Demos inicio a la conversación!
Como bien recuerdan muchos, el 25 de noviembre de 2024, el cielo sobre Escazú se tiñó de tragedia cuando una avioneta se estrelló contra la montaña. Entre los pasajeros, varios jóvenes con proyectos y sueños truncados. Uno de ellos fue Jean Franco, un muchacho que, según cuentan sus familiares, tenía un corazón enorme y un espíritu indomable. Ya saben, esos máes que dejan huella donde quiera que van.
Sus padres, Eva Prendas y Enrique Segura, abrieron su corazón a nuestro Foro de Costa Rica para compartir cómo han vivido este duro golpe. Relatan que la partida de Jean Franco dejó un vacío inmenso en sus vidas, un brete que parece no tener fin. “Nunca pensé que podría llegar a sufrir tanto”, declara Eva, con la voz cargada de emoción. Ay, Dios mío, qué vacilón debe ser perder a un hijo...
Eva explica que el proceso de duelo ha sido extremadamente desgastante, requiriendo terapia psicológica constante, incluso recurriendo a opciones privadas debido a las limitaciones del sistema público. Estuvo batallando con una depresión moderada, luego un trastorno de estrés postraumático… ya ni les cuento. Una carga que nadie debería cargar. Además, la fecha aniversario ha reactivado las recaídas, mostrando lo profundo del impacto emocional.
Enrique, por su parte, destaca la disciplina y la pasión de Jean Franco por aprender, mencionando su interés por la música, los idiomas y la naturaleza. “Lo más importante para mí es su ejemplo de vida,” afirma con orgullo. Contaba historias de cómo Jean aprendía rápido cualquier cosa, y cómo siempre estaba dispuesto a echarle mano a quien lo necesitara. Era un pura vida, vamos.
Pero más allá del recuerdo personal, la familia clama por claridad y responsabilidad. Insisten en que el accidente pudo haberse evitado, señalando posibles fallas humanas y condiciones climáticas adversas que contribuyeron a la tragedia. Esperan que la investigación del OIJ y Aviación Civil arroje luz sobre lo sucedido, brindándoles las respuestas que tanto necesitan para poder cerrar este capítulo doloroso. ¡Qué sal, tener que vivir con tanta incertidumbre!
Han encontrado consuelo en el apoyo mutuo con otras familias que sufrieron pérdidas similares, compartiendo el mismo lamento y la misma búsqueda de justicia. Se dijeron frases como 'quiero gritar' y 'quiero quebrar cosas', porque el dolor es universal, aunque cada quien lo viva a su manera. Esa camaradería es algo que vale oro en momentos así, ¿verdad?
Y ahora, mis panas, la pregunta que dejo en el aire para ustedes: ¿Cómo podemos, como sociedad costarricense, fortalecer los mecanismos de seguridad aérea para evitar tragedias como la de Pico Blanco en el futuro? ¿Creen que se está haciendo suficiente para investigar y sancionar responsabilidades? ¡Demos inicio a la conversación!