¡Ay, Dios mío! Después de años esperando, parece que las universidades públicas de Costa Rica van a recibir una bocanada de aire fresco. Resulta que el gobierno, luego de varios rodeos y promesas incumplidas, finalmente va a desembolsar unos colones que estaban pendientes desde hace rato. Estamos hablando de ¢62.590 millones que quedaron congelados durante la época de la pandemia, ¡una verdadera torta!
Como bien saben los más entendidos, la pandemia nos pegó duro a todos, y el sector universitario no fue la excepción. El Fondo Especial para la Educación Superior (FEES) sufrió un recorte considerable en 2020 y 2021, afectando seriamente los planes de inversión y mantenimiento de nuestras universidades estatales. Las cosas se vieron tan feas que hasta tuvieron que suspender algunos proyectos, ¡qué pena!
Pero bueno, ahora la marea parece estar cambiando. Según Rodrigo Arias, el flamante rector de la UNED, estos recursos largamente esperados serán distribuidos equitativamente entre la Universidad Nacional (UNA), la Universidad de Costa Rica (UCR), la UTN y, claro, la propia UNED. Se habla de ocho tractos anuales a partir del 2026, lo cual le da cierta estabilidad a las finanzas universitarias, aunque todavía queda mucho por hacer.
Y ni hablar del aumento del 1% al FEES que ya se había acordado previamente. Eso suma otros ¢5.900 millones adicionales, lo que eleva el total de recursos frescos a unos ¢593 mil millones más los ¢62.590 millones postergados. ¡Un buen cachazo para invertir en el futuro del país! Aunque, como dicen por ahí, hay que ponerle cuidado pa’ no echarlo a perder.
Jorge Herrera, rector de la UNA, quien andaba más que contento con la resolución, anunció que esos dineros servirán para impulsar el plan de mediano plazo de la universidad, especialmente la construcción de laboratorios STEM y otras mejoras en sus sedes regionales. ¡Imagínate qué diferencia puede hacer tener equipos modernos y espacios adecuados para nuestros estudiantes!
Sin embargo, no todo es color de rosa. Aún queda pendiente el pago del 2% del FEES que la Asamblea Legislativa aprobó en el Presupuesto Ordinario de 2024, unos ¢11.522 millones que, según William Rojas, rector de la UTN, representan una deuda del Estado con las universidades públicas. “Creemos que la voluntad no se ha cerrado del todo,” afirmó Rojas, haciendo un llamado a la conciencia de los diputados.
Uno se pregunta si este movimiento es realmente sincero o solo un parche temporal para calmar las aguas y evitar mayores reclamos. El tema es que estas universidades cumplen una función social importantísima al brindar acceso a la educación a personas de bajos recursos, y debilitarlas pone en riesgo el futuro del país. Hay que seguir vigilantes pa' que la plata llegue donde tiene que llegar y se use con responsabilidad.
Ahora, mi gente, díganme: ¿creen que esta inyección de capital es suficiente para revitalizar las universidades públicas de Costa Rica, o es solo un paliativo ante problemas estructurales más profundos? ¿Qué medidas deberían tomar las autoridades para asegurar que estos recursos se utilicen de manera eficiente y transparente, y cómo creen que podríamos mejorar la calidad de la educación superior en nuestro país?
Como bien saben los más entendidos, la pandemia nos pegó duro a todos, y el sector universitario no fue la excepción. El Fondo Especial para la Educación Superior (FEES) sufrió un recorte considerable en 2020 y 2021, afectando seriamente los planes de inversión y mantenimiento de nuestras universidades estatales. Las cosas se vieron tan feas que hasta tuvieron que suspender algunos proyectos, ¡qué pena!
Pero bueno, ahora la marea parece estar cambiando. Según Rodrigo Arias, el flamante rector de la UNED, estos recursos largamente esperados serán distribuidos equitativamente entre la Universidad Nacional (UNA), la Universidad de Costa Rica (UCR), la UTN y, claro, la propia UNED. Se habla de ocho tractos anuales a partir del 2026, lo cual le da cierta estabilidad a las finanzas universitarias, aunque todavía queda mucho por hacer.
Y ni hablar del aumento del 1% al FEES que ya se había acordado previamente. Eso suma otros ¢5.900 millones adicionales, lo que eleva el total de recursos frescos a unos ¢593 mil millones más los ¢62.590 millones postergados. ¡Un buen cachazo para invertir en el futuro del país! Aunque, como dicen por ahí, hay que ponerle cuidado pa’ no echarlo a perder.
Jorge Herrera, rector de la UNA, quien andaba más que contento con la resolución, anunció que esos dineros servirán para impulsar el plan de mediano plazo de la universidad, especialmente la construcción de laboratorios STEM y otras mejoras en sus sedes regionales. ¡Imagínate qué diferencia puede hacer tener equipos modernos y espacios adecuados para nuestros estudiantes!
Sin embargo, no todo es color de rosa. Aún queda pendiente el pago del 2% del FEES que la Asamblea Legislativa aprobó en el Presupuesto Ordinario de 2024, unos ¢11.522 millones que, según William Rojas, rector de la UTN, representan una deuda del Estado con las universidades públicas. “Creemos que la voluntad no se ha cerrado del todo,” afirmó Rojas, haciendo un llamado a la conciencia de los diputados.
Uno se pregunta si este movimiento es realmente sincero o solo un parche temporal para calmar las aguas y evitar mayores reclamos. El tema es que estas universidades cumplen una función social importantísima al brindar acceso a la educación a personas de bajos recursos, y debilitarlas pone en riesgo el futuro del país. Hay que seguir vigilantes pa' que la plata llegue donde tiene que llegar y se use con responsabilidad.
Ahora, mi gente, díganme: ¿creen que esta inyección de capital es suficiente para revitalizar las universidades públicas de Costa Rica, o es solo un paliativo ante problemas estructurales más profundos? ¿Qué medidas deberían tomar las autoridades para asegurar que estos recursos se utilicen de manera eficiente y transparente, y cómo creen que podríamos mejorar la calidad de la educación superior en nuestro país?
