Siéntate unito porque esto sí que es revelador. La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) nos acaba de soltar unos datitos que nos muestran cómo han cambiado nuestras casitas, nuestros espacios y hasta la forma en que vivimos en Costa Rica durante los últimos 20 años. No te imaginas cuánta vaina hemos modificado, desde el tamaño de los hogares hasta quién anda mandando en la cocina.
Hace poco más de dos décadas, en el 2004, éramos unos 4.26 millones de ticos repartidos en alrededor de 1.15 millones de hogares. Ahora, ¡aguántate!, somos 5.15 millones de personas viviendo en 1.81 millones de hogares. Esto ya te dice que la población ha crecido, pero lo interesante es cómo se ha reconfigurado esa gente dentro de esos hogares. Digamos que ya no andamos apretujados como antes, si fe.
Uno de los cambios más notorios es el tamaño promedio del hogar. Antes, un hogar típico tenía unas 3.7 personas, prácticamente un mini-fútbol. Ahora, estamos hablando de 2.8 personas por hogar, es decir, ¡casi una persona menos! Imagínate la diferencia, mándale duro. Esto significa que tenemos más hogares unipersonales, que han pasado de ser el 9.2% de los hogares en el 2004 a un impresionante 18.3% en la actualidad. Ya hay mucha gente solita por ahí, buscando compañía o simplemente disfrutando de su espacio, diay.
Y hablando de quién manda en la casa, la jefatura femenina ha ganado terreno, eso sí. De ser el 26% de los hogares en el 2004, ahora representan un contundente 43.5%. Las mujeres están tomando las riendas, llevando el brete y demostrando que pueden manejarlo todo. Eso es pa' ponerle pata arriba, eh. Además, la edad promedio de la jefa de hogar subió de 46.4 a 54.6 años, lo cual refleja un proceso de envejecimiento de la población, algo que nadie puede negar.
Pero no todo es cuestión de números. La relación de dependencia demográfica –la proporción de personas jóvenes y viejas que dependen económicamente de los adultos en edad productiva– tuvo sus altibajos. Bajó en el 2013 y en el 2018, pero subió otra vez en el 2024 a 49 dependientes por cada 100 personas productivas. Esta vuelta atrás se atribuye principalmente al aumento de la población adulta mayor. Se nota que los abuelos ya no se van rápido, y eso nos obliga a pensar en cómo vamos a seguir cuidándolos y asegurando su bienestar.
Afortunadamente, la dependencia económica, que mide cuántas personas dependen de quien trae el dinero a la casa, ha ido a la baja. Pasamos de 1.45 personas dependientes por cada persona activa en la economía en el 2004 a 1.10 en el 2024. Según Annia Chaves, coordinadora de la ENIGH, esto podría deberse a que muchos adultos mayores, aunque ya no trabajen, tienen sus propias pensiones y no necesitan depender económicamente de sus hijos o nietos. Una buena noticia para todos, sin duda.
En cuanto a educación, la cosa va a pedirla. La escolaridad de los ticos y las ticas subió de 7.8 a 9.6 años en el período analizado, mientras que la escolaridad del jefe o jefa de hogar aumentó de 7.5 a 9.3 años. Eso quiere decir que estamos más educados, tenemos más oportunidades y podemos aspirar a mejores empleos. Pero, ojo, el número de ocupados por hogar ni siquiera se movió mucho, pasando de 1.5 a 1.3, y tampoco hubo cambios significativos en el número de perceptores, que pasó de 2.1 a 1.9. Parece que seguimos trabajando duro, pero el fruto no siempre llega igual, ¿eh?
Así que ahí lo tienes, un panorama completo de cómo han evolucionado los hogares costarricenses en los últimos 20 años. Más pequeños, más encabezados por mujeres, más educados... pero aún enfrentando desafíos económicos y demográficos. Con toda esta información, me pregunto: ¿crees que estos cambios reflejan un progreso general en nuestra sociedad o simplemente adaptaciones a nuevas realidades económicas? ¡Déjame saber tu opinión en los comentarios!
Hace poco más de dos décadas, en el 2004, éramos unos 4.26 millones de ticos repartidos en alrededor de 1.15 millones de hogares. Ahora, ¡aguántate!, somos 5.15 millones de personas viviendo en 1.81 millones de hogares. Esto ya te dice que la población ha crecido, pero lo interesante es cómo se ha reconfigurado esa gente dentro de esos hogares. Digamos que ya no andamos apretujados como antes, si fe.
Uno de los cambios más notorios es el tamaño promedio del hogar. Antes, un hogar típico tenía unas 3.7 personas, prácticamente un mini-fútbol. Ahora, estamos hablando de 2.8 personas por hogar, es decir, ¡casi una persona menos! Imagínate la diferencia, mándale duro. Esto significa que tenemos más hogares unipersonales, que han pasado de ser el 9.2% de los hogares en el 2004 a un impresionante 18.3% en la actualidad. Ya hay mucha gente solita por ahí, buscando compañía o simplemente disfrutando de su espacio, diay.
Y hablando de quién manda en la casa, la jefatura femenina ha ganado terreno, eso sí. De ser el 26% de los hogares en el 2004, ahora representan un contundente 43.5%. Las mujeres están tomando las riendas, llevando el brete y demostrando que pueden manejarlo todo. Eso es pa' ponerle pata arriba, eh. Además, la edad promedio de la jefa de hogar subió de 46.4 a 54.6 años, lo cual refleja un proceso de envejecimiento de la población, algo que nadie puede negar.
Pero no todo es cuestión de números. La relación de dependencia demográfica –la proporción de personas jóvenes y viejas que dependen económicamente de los adultos en edad productiva– tuvo sus altibajos. Bajó en el 2013 y en el 2018, pero subió otra vez en el 2024 a 49 dependientes por cada 100 personas productivas. Esta vuelta atrás se atribuye principalmente al aumento de la población adulta mayor. Se nota que los abuelos ya no se van rápido, y eso nos obliga a pensar en cómo vamos a seguir cuidándolos y asegurando su bienestar.
Afortunadamente, la dependencia económica, que mide cuántas personas dependen de quien trae el dinero a la casa, ha ido a la baja. Pasamos de 1.45 personas dependientes por cada persona activa en la economía en el 2004 a 1.10 en el 2024. Según Annia Chaves, coordinadora de la ENIGH, esto podría deberse a que muchos adultos mayores, aunque ya no trabajen, tienen sus propias pensiones y no necesitan depender económicamente de sus hijos o nietos. Una buena noticia para todos, sin duda.
En cuanto a educación, la cosa va a pedirla. La escolaridad de los ticos y las ticas subió de 7.8 a 9.6 años en el período analizado, mientras que la escolaridad del jefe o jefa de hogar aumentó de 7.5 a 9.3 años. Eso quiere decir que estamos más educados, tenemos más oportunidades y podemos aspirar a mejores empleos. Pero, ojo, el número de ocupados por hogar ni siquiera se movió mucho, pasando de 1.5 a 1.3, y tampoco hubo cambios significativos en el número de perceptores, que pasó de 2.1 a 1.9. Parece que seguimos trabajando duro, pero el fruto no siempre llega igual, ¿eh?
Así que ahí lo tienes, un panorama completo de cómo han evolucionado los hogares costarricenses en los últimos 20 años. Más pequeños, más encabezados por mujeres, más educados... pero aún enfrentando desafíos económicos y demográficos. Con toda esta información, me pregunto: ¿crees que estos cambios reflejan un progreso general en nuestra sociedad o simplemente adaptaciones a nuevas realidades económicas? ¡Déjame saber tu opinión en los comentarios!
