¡Alto ahí! Resulta que el futuro ya llegó, y no precisamente trae flores. Según los expertos, 2026 va a ser el año en que las estafas financieras van a dar un salto cual gato bala gracias a la inteligencia artificial. Sí, así como lo escucharon, la misma tecnología que nos facilita la vida ahora también quiere sacarle la chela a nuestros ahorros. ¡Qué cosas!
La onda es que ya no vamos a ver esos emails garrafales pidiendo datos bancarios, sino unas trampas mucho más elaboradas y personalizadas. Imaginen recibir un correo de su banco, aparentando súper oficial, pero que en realidad es pura mentira urdida por algún hacker más listo que el promedio. ¡Un despache!
Según BioCatch, una firma gringa especialista en estos temas, los ciberdelincuentes van a empezar a apuntarle a los gustos, rutinas y hasta a la información personal que compartimos en redes sociales. Con toda esa data, van a construir estafas tan creíbles que hasta el mae más avispado puede caerles. Y ojo, porque esto sucede en medio de un boom de pagos digitales, con las tarjetas de crédito y débito mandando la parada en Centroamérica... ¡más leña al fuego!
Josué Martínez, el asesor latinoamericano de BioCatch, nos explica que la gente tiene que estar muy atenta, porque las estafas van a evolucionar a pasos agigantados. Ya no será suficiente ignorar esos correos sospechosos. Ahora, tendrán que estar pendientes de cualquier cosa que les parezca rara, por mínima que sea. Porque la diferencia entre tener la cartera llena y estar llorando en casa, puede ser un detalle.
Para que se hagan una idea, Martínez resaltó cuatro tipos de estafas que prometen hacer mella en 2026. Primero, el famoso “fraude BEC” (Business Email Compromise), que aprovecha los momentos de estrés en las empresas, especialmente durante temporadas altas, para solicitar transferencias urgentes haciéndose pasar por proveedores. Después, tenemos los “deepfakes”, esas grabaciones con IA que imitan la voz o cara de alguien para engañarte. Luego, las estafas online clonando tiendas famosas... ¡qué manera de echarle broma al bolsillo!, y por último, las inversiones falsas en apps y páginas web piratas que te prometen ganancias rápidas y fáciles… ¡pura fantasía!
¿Y qué podemos hacer nosotros, los mortales, para defendernos de tanta artimaña? Pues, según BioCatch, las entidades financieras tienen que dejar de reaccionar una vez que ya te han timado y empezar a prevenir activamente. Implementar tecnologías que detecten patrones extraños en nuestras transacciones, como analizar cómo usamos nuestro teléfono o nuestra computadora. Eso sí, también necesitamos educación financiera, chino. Aprender a distinguir una página web falsa de una verdadera, usar contraseñas fuertes y activar la doble verificación en todas nuestras cuentas. ¡Precaución, precauciones!
Pero claro, no todo depende de los bancos o de la tecnología. Nosotros también tenemos que poner de nuestra parte. Desconfiar de mensajes inesperados, no compartir datos personales con nadie que no conozcamos y revisar constantemente nuestros estados de cuenta. No sean confiados, ¿eh? Que decir ‘no’ nunca mató a nadie. Mantener los programas de nuestros teléfonos y computadoras actualizados también ayuda a evitar vulnerabilidades que los hackers podrían aprovechar. ¡Simple y sencillo!
Así que, chinos, prepárense porque 2026 promete ser un año lleno de sorpresas, algunas agradables y otras… bueno, digamos que requerirán de un buen café y una conversación con amigos. Dicho todo esto, me pregunto: ¿Creen que la educación financiera debería ser obligatoria en las escuelas primarias para preparar a las nuevas generaciones contra estos fraudes tecnológicos?
La onda es que ya no vamos a ver esos emails garrafales pidiendo datos bancarios, sino unas trampas mucho más elaboradas y personalizadas. Imaginen recibir un correo de su banco, aparentando súper oficial, pero que en realidad es pura mentira urdida por algún hacker más listo que el promedio. ¡Un despache!
Según BioCatch, una firma gringa especialista en estos temas, los ciberdelincuentes van a empezar a apuntarle a los gustos, rutinas y hasta a la información personal que compartimos en redes sociales. Con toda esa data, van a construir estafas tan creíbles que hasta el mae más avispado puede caerles. Y ojo, porque esto sucede en medio de un boom de pagos digitales, con las tarjetas de crédito y débito mandando la parada en Centroamérica... ¡más leña al fuego!
Josué Martínez, el asesor latinoamericano de BioCatch, nos explica que la gente tiene que estar muy atenta, porque las estafas van a evolucionar a pasos agigantados. Ya no será suficiente ignorar esos correos sospechosos. Ahora, tendrán que estar pendientes de cualquier cosa que les parezca rara, por mínima que sea. Porque la diferencia entre tener la cartera llena y estar llorando en casa, puede ser un detalle.
Para que se hagan una idea, Martínez resaltó cuatro tipos de estafas que prometen hacer mella en 2026. Primero, el famoso “fraude BEC” (Business Email Compromise), que aprovecha los momentos de estrés en las empresas, especialmente durante temporadas altas, para solicitar transferencias urgentes haciéndose pasar por proveedores. Después, tenemos los “deepfakes”, esas grabaciones con IA que imitan la voz o cara de alguien para engañarte. Luego, las estafas online clonando tiendas famosas... ¡qué manera de echarle broma al bolsillo!, y por último, las inversiones falsas en apps y páginas web piratas que te prometen ganancias rápidas y fáciles… ¡pura fantasía!
¿Y qué podemos hacer nosotros, los mortales, para defendernos de tanta artimaña? Pues, según BioCatch, las entidades financieras tienen que dejar de reaccionar una vez que ya te han timado y empezar a prevenir activamente. Implementar tecnologías que detecten patrones extraños en nuestras transacciones, como analizar cómo usamos nuestro teléfono o nuestra computadora. Eso sí, también necesitamos educación financiera, chino. Aprender a distinguir una página web falsa de una verdadera, usar contraseñas fuertes y activar la doble verificación en todas nuestras cuentas. ¡Precaución, precauciones!
Pero claro, no todo depende de los bancos o de la tecnología. Nosotros también tenemos que poner de nuestra parte. Desconfiar de mensajes inesperados, no compartir datos personales con nadie que no conozcamos y revisar constantemente nuestros estados de cuenta. No sean confiados, ¿eh? Que decir ‘no’ nunca mató a nadie. Mantener los programas de nuestros teléfonos y computadoras actualizados también ayuda a evitar vulnerabilidades que los hackers podrían aprovechar. ¡Simple y sencillo!
Así que, chinos, prepárense porque 2026 promete ser un año lleno de sorpresas, algunas agradables y otras… bueno, digamos que requerirán de un buen café y una conversación con amigos. Dicho todo esto, me pregunto: ¿Creen que la educación financiera debería ser obligatoria en las escuelas primarias para preparar a las nuevas generaciones contra estos fraudes tecnológicos?