Se acabó el recreo, maes. ¿Se acuerdan cuando lo peor que le podía pasar a uno en el cole era que lo cacharan con el celular en media clase o copiando en un examen? Diay, parece que esos eran los buenos tiempos. Ahora, la guerra del Ministerio de Salud y el MEP es contra ese chunche que echa humo con olor a fresa y que más de un güila anda escondiendo en la media o en el estuche. El vapeo en los colegios se convirtió en un dolor de cabeza tan grande que las autoridades decidieron sacar la artillería pesada, y el bombazo va directo a la nota de conducta.
Vamos por partes, porque la vara tiene su ciencia. Resulta que los meros meros del IAFA y el INCIENSA se pusieron a hacer el brete de analizar qué es lo que realmente tienen esos vaporizadores por dentro. Y, ¡sorpresa! (nótese el sarcasmo), no es agüita de pipa con saborizante. Encontraron más de 50 sustancias dañinas en esos líquidos. Cincuenta. Un coctelito tóxico que los estudiantes se están metiendo en los pulmones pensando que es más “sano” que un cigarro. ¡Qué despiche! Con ese resultado sobre la mesa, era obvio que el MEP no se iba a quedar de brazos cruzados mientras los pasillos de los coles parecían discotecas de pueblo.
Aquí es donde el asunto se pone feo para los que disfrutan de una “vapeadita” entre lecciones. El Ministerio anunció una reforma al Reglamento de Evaluación de los Aprendizajes. Traducido al español: si te pescan con un vapeador, te van a clavar 20 puntos menos en la conducta. Así, de un solo tiro, sin escalas. Antes la sanción iba de 11 a 19 puntos, que ya de por sí dolía, pero ahora es un descuento directo de 20. Para que se hagan una idea, esa cantidad de puntos puede significar perder la posibilidad de ir a una gira educativa, quedarse sin elocución o, peor aún, que esa mancha en el expediente te complique la vida para becas o para entrar a ciertas universidades. Los güilas que se jalen la torta de vapear en los baños se van a llevar un susto que no se lo quita nadie.
Y ojo, que la cosa no termina ahí. Esta medida es solo la punta del iceberg de una estrategia mucho más grande y, para algunos, un toque intensa. El MEP recordó que están vigentes los lineamientos que permiten la revisión obligatoria de bultos y pertenencias, no solo a la entrada, sino en cualquier momento. A eso súmenle una supervisión más estricta en recreos, sodas y cualquier rincón donde se puedan esconder. Básicamente, el cole se está convirtiendo en una especie de aduana donde cualquier movimiento sospechoso puede terminar en una requisa. Se entiende la preocupación por la salud, claro, pero la línea entre prevención y sentir que te están vigilando como en una cárcel se vuelve cada vez más delgada.
Al final del día, el mensaje es clarísimo: el Gobierno le declaró la guerra total al vapeo en los centros educativos. Ya no hay advertencias tibias ni castigos a medias. La evidencia científica de que esos aparatos son una bomba de tiempo para la salud es contundente, y la respuesta es igual de fuerte. La pregunta que queda en el aire es si una medida punitiva tan severa realmente va a solucionar el problema de fondo o si solo va a hacer que los estudiantes se vuelvan más creativos para esconderse. ¿Es un garrotazo necesario o un manotazo de ahogado?
Ahora les paso la bola a ustedes, gente del foro. ¿Creen que esta medida de los 20 puntos es la forma correcta de atacar el problema? ¿O es solo un castigo que no va a la raíz de por qué los jóvenes están vapeando tanto? ¿Qué más se podría hacer? ¡Los leo en los comentarios, maes!
Vamos por partes, porque la vara tiene su ciencia. Resulta que los meros meros del IAFA y el INCIENSA se pusieron a hacer el brete de analizar qué es lo que realmente tienen esos vaporizadores por dentro. Y, ¡sorpresa! (nótese el sarcasmo), no es agüita de pipa con saborizante. Encontraron más de 50 sustancias dañinas en esos líquidos. Cincuenta. Un coctelito tóxico que los estudiantes se están metiendo en los pulmones pensando que es más “sano” que un cigarro. ¡Qué despiche! Con ese resultado sobre la mesa, era obvio que el MEP no se iba a quedar de brazos cruzados mientras los pasillos de los coles parecían discotecas de pueblo.
Aquí es donde el asunto se pone feo para los que disfrutan de una “vapeadita” entre lecciones. El Ministerio anunció una reforma al Reglamento de Evaluación de los Aprendizajes. Traducido al español: si te pescan con un vapeador, te van a clavar 20 puntos menos en la conducta. Así, de un solo tiro, sin escalas. Antes la sanción iba de 11 a 19 puntos, que ya de por sí dolía, pero ahora es un descuento directo de 20. Para que se hagan una idea, esa cantidad de puntos puede significar perder la posibilidad de ir a una gira educativa, quedarse sin elocución o, peor aún, que esa mancha en el expediente te complique la vida para becas o para entrar a ciertas universidades. Los güilas que se jalen la torta de vapear en los baños se van a llevar un susto que no se lo quita nadie.
Y ojo, que la cosa no termina ahí. Esta medida es solo la punta del iceberg de una estrategia mucho más grande y, para algunos, un toque intensa. El MEP recordó que están vigentes los lineamientos que permiten la revisión obligatoria de bultos y pertenencias, no solo a la entrada, sino en cualquier momento. A eso súmenle una supervisión más estricta en recreos, sodas y cualquier rincón donde se puedan esconder. Básicamente, el cole se está convirtiendo en una especie de aduana donde cualquier movimiento sospechoso puede terminar en una requisa. Se entiende la preocupación por la salud, claro, pero la línea entre prevención y sentir que te están vigilando como en una cárcel se vuelve cada vez más delgada.
Al final del día, el mensaje es clarísimo: el Gobierno le declaró la guerra total al vapeo en los centros educativos. Ya no hay advertencias tibias ni castigos a medias. La evidencia científica de que esos aparatos son una bomba de tiempo para la salud es contundente, y la respuesta es igual de fuerte. La pregunta que queda en el aire es si una medida punitiva tan severa realmente va a solucionar el problema de fondo o si solo va a hacer que los estudiantes se vuelvan más creativos para esconderse. ¿Es un garrotazo necesario o un manotazo de ahogado?
Ahora les paso la bola a ustedes, gente del foro. ¿Creen que esta medida de los 20 puntos es la forma correcta de atacar el problema? ¿O es solo un castigo que no va a la raíz de por qué los jóvenes están vapeando tanto? ¿Qué más se podría hacer? ¡Los leo en los comentarios, maes!