¡Ay, Dios mío! Se puso candela en la política nacional, mi gente. Justo cuando pensábamos que íbamos a tener unas fiestas tranquilas, sale con este temblor que amenaza con romper la gallina. El Partido Liberación Nacional (PLN), esos verdiblancos siempre listos para darle pelea, mandaron una nota explosiva acusando al gobierno de estar jugando sucio en plena precampaña para las elecciones del 2026.
Según los del PLN, la cosa ya no es debatir propuestas ni hablar de proyectos de país. Ahora, dicen, el oficialismo se ha dedicado a ensuciar la imagen de su candidato, Álvaro Ramos, y a meterse hasta donde no tienen derecho: ¡en su familia! ¿Se imaginan eso? Que a uno le estén buscando la paja en casa, cuando lo único que quiere es trabajar por el pueblo. Qué poca gracia, eh?
Y no estamos hablando de unos cuantos trolls en Twitter lanzándole indirectas a los familiares del candidato. No, señores. Según la denuncia, el Gobierno estaría usando las instituciones públicas – esas mismas que deberían servir para todos – como armas para perseguir y desprestigiar a sus adversarios. Eso sí que es irse al traste, ¿verdad? Despotricar así, con el aparato del Estado, eso ya huele a cuento chino.
La gota que derramó el vaso, aparentemente, fueron unos ataques directos a miembros de la familia de Ramos. El PLN dice que esto rompe una regla no escrita de la política tica: la de respetar a los seres queridos de los aspirantes. Aquí, en Costa Rica, aunque nos guste echar bulla, hay ciertas líneas que no se cruzan. Y parece que alguien decidió patearlas todas.
Pero la cosa no termina ahí, porque ahora también están apuntando dedos hacia Laura Fernández, la candidata del oficialismo. Según el PLN, ella ha guardado silencio ante estas acusaciones, y eso es igual a complicidad. “Su falta de pronunciamiento no es neutralidad”, dicen. ¡Uy, qué bochornoso! Si fuera yo, me pondría roja como tomate y pediría cuentas, que no se quede calladita viendo cómo se arma el escándalo.
Además, el PLN aprovechó para lanzar una advertencia general sobre los ataques a la prensa independiente, las amenazas a diputados de la oposición y el intento de desacreditar al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE). Dicen que esto es un peligroso precedente, porque cuando se empieza a tocar al árbitro del partido, cualquier resultado puede ser cuestionado. Eso, mis amigos, es abrir la puerta a la pura anarquía.
Por supuesto, el equipo de Ramos ha respondido negando rotundamente estas acusaciones y asegurando que su candidato encarna el respeto y la legalidad. Han hecho un llamado a la calma y a evitar la polarización tóxica que, según ellos, se está promoviendo desde Zapote. Pero bueno, ya sabemos cómo son estas cosas... siempre habrá quienes prefieran el veneno a la miel.
Ahora bien, queda la gran pregunta en el aire: ¿Hasta dónde llegará esta guerra sucia? ¿El oficialismo decidirá dar la cara y responder a estas graves acusaciones, o seguirá guardando silencio, alimentando aún más la polémica? Y tú, ¿crees que el uso de instituciones públicas para fines políticos es algo nuevo en Costa Rica o es una escalada preocupante de cara a las próximas elecciones? ¡Déjanos tus comentarios!
Según los del PLN, la cosa ya no es debatir propuestas ni hablar de proyectos de país. Ahora, dicen, el oficialismo se ha dedicado a ensuciar la imagen de su candidato, Álvaro Ramos, y a meterse hasta donde no tienen derecho: ¡en su familia! ¿Se imaginan eso? Que a uno le estén buscando la paja en casa, cuando lo único que quiere es trabajar por el pueblo. Qué poca gracia, eh?
Y no estamos hablando de unos cuantos trolls en Twitter lanzándole indirectas a los familiares del candidato. No, señores. Según la denuncia, el Gobierno estaría usando las instituciones públicas – esas mismas que deberían servir para todos – como armas para perseguir y desprestigiar a sus adversarios. Eso sí que es irse al traste, ¿verdad? Despotricar así, con el aparato del Estado, eso ya huele a cuento chino.
La gota que derramó el vaso, aparentemente, fueron unos ataques directos a miembros de la familia de Ramos. El PLN dice que esto rompe una regla no escrita de la política tica: la de respetar a los seres queridos de los aspirantes. Aquí, en Costa Rica, aunque nos guste echar bulla, hay ciertas líneas que no se cruzan. Y parece que alguien decidió patearlas todas.
Pero la cosa no termina ahí, porque ahora también están apuntando dedos hacia Laura Fernández, la candidata del oficialismo. Según el PLN, ella ha guardado silencio ante estas acusaciones, y eso es igual a complicidad. “Su falta de pronunciamiento no es neutralidad”, dicen. ¡Uy, qué bochornoso! Si fuera yo, me pondría roja como tomate y pediría cuentas, que no se quede calladita viendo cómo se arma el escándalo.
Además, el PLN aprovechó para lanzar una advertencia general sobre los ataques a la prensa independiente, las amenazas a diputados de la oposición y el intento de desacreditar al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE). Dicen que esto es un peligroso precedente, porque cuando se empieza a tocar al árbitro del partido, cualquier resultado puede ser cuestionado. Eso, mis amigos, es abrir la puerta a la pura anarquía.
Por supuesto, el equipo de Ramos ha respondido negando rotundamente estas acusaciones y asegurando que su candidato encarna el respeto y la legalidad. Han hecho un llamado a la calma y a evitar la polarización tóxica que, según ellos, se está promoviendo desde Zapote. Pero bueno, ya sabemos cómo son estas cosas... siempre habrá quienes prefieran el veneno a la miel.
Ahora bien, queda la gran pregunta en el aire: ¿Hasta dónde llegará esta guerra sucia? ¿El oficialismo decidirá dar la cara y responder a estas graves acusaciones, o seguirá guardando silencio, alimentando aún más la polémica? Y tú, ¿crees que el uso de instituciones públicas para fines políticos es algo nuevo en Costa Rica o es una escalada preocupante de cara a las próximas elecciones? ¡Déjanos tus comentarios!