¡Ay, mi Dios! Pues resulta que Wall Street, allá en los gringolandia, se puso a bailar y le dio por subir un poquito el ánimo el jueves pasado. Parece que los negocios andan más o menos bien por allá y hasta hubo una promesa de juntanza entre Trump y Xi, esos dos presidentes. Todo esto, claro, movió los mercados como churros, con el Dow Jones arriba, el Nasdaq todavía más, y el S&P 500 también sumando puntos. ¡Qué chiva!
Ahora, pa’ nosotros, los tranquilos acá en Costa Rica, la pregunta es: ¿nos importa un pepino lo que pasa allá? Bueno, pues sí nos importa, aunque a veces no lo veamos tan claro. Verá, nuestro país siempre ha dependido un buen bocado de la economía mundial, y si allá la cosa va pegando, eso se siente por aquí, aunque sea como un cosquilleo.
Y ojo, porque no estamos hablando solo de importaciones y exportaciones. También entra juego la inversión extranjera, esas guitas que los chinos, los yanquis y otros comitán se traen para poner bretes acá. Cuando la cosa está bien allá, ellos están más dispuestos a abrir la cartera; si la economía se pone fea, prefieren agarrar sus chuches y llevárselas a otro lado. Eso nos pega directo al bolsillo, mae.
En los últimos años hemos visto cómo los cambios en la economía global afectan nuestros precios. Un dólar alto nos encarece comprar cosas, mientras que un dólar bajo puede lastimar a nuestros exportadores, esos que trabajan duro echándole gallos para vender café, banano y otras cositas ricas. Se complica, diay, pero así es la vida en este mundo globalizado.
Además, no olvidemos que muchos de nuestros bancos tienen operaciones allá afuera, entonces si hay un temblor en Wall Street, el susto se siente hasta en la sucursal del banco donde vamos a sacar la plata del aguinaldos. Aunque los reguladores hagan lo que puedan para protegerlos, la verdad es que la conexión existe y es importante tenerla presente.
Este asunto de la inversión extranjera directa, por ejemplo, es crucial para proyectos de infraestructura, como nuevas carreteras, hospitales o plantas de energía renovable. Menos inversión significa menos progreso y más problemas para el futuro. Ya hemos visto estudios de la U, que dicen que la inversión extranjera anda medio floja últimamente, y esto no es precisamente una buena señal, ¿eh?
Y pensando en eso, recuerdo aquella vez que el petróleo se desplomó y casi nos lleva al manicomio. ¡Qué torta! Las divisas cayeron, los precios subieron, y todo el mundo estaba preocupado. Hay que estar atentos a estos movimientos globales y prepararnos para lo peor, aunque esperemos lo mejor, como dice el dicho.
Así que, viendo todo esto, me pregunto: ¿Deberíamos empezar a buscar formas más creativas de impulsar nuestra propia economía, independientemente de lo que pase en Wall Street, o simplemente rezarle para que allá siga lloviendo plata? Déjenme saber qué piensan ustedes en el foro – ¡quiero escuchar sus ideas!
Ahora, pa’ nosotros, los tranquilos acá en Costa Rica, la pregunta es: ¿nos importa un pepino lo que pasa allá? Bueno, pues sí nos importa, aunque a veces no lo veamos tan claro. Verá, nuestro país siempre ha dependido un buen bocado de la economía mundial, y si allá la cosa va pegando, eso se siente por aquí, aunque sea como un cosquilleo.
Y ojo, porque no estamos hablando solo de importaciones y exportaciones. También entra juego la inversión extranjera, esas guitas que los chinos, los yanquis y otros comitán se traen para poner bretes acá. Cuando la cosa está bien allá, ellos están más dispuestos a abrir la cartera; si la economía se pone fea, prefieren agarrar sus chuches y llevárselas a otro lado. Eso nos pega directo al bolsillo, mae.
En los últimos años hemos visto cómo los cambios en la economía global afectan nuestros precios. Un dólar alto nos encarece comprar cosas, mientras que un dólar bajo puede lastimar a nuestros exportadores, esos que trabajan duro echándole gallos para vender café, banano y otras cositas ricas. Se complica, diay, pero así es la vida en este mundo globalizado.
Además, no olvidemos que muchos de nuestros bancos tienen operaciones allá afuera, entonces si hay un temblor en Wall Street, el susto se siente hasta en la sucursal del banco donde vamos a sacar la plata del aguinaldos. Aunque los reguladores hagan lo que puedan para protegerlos, la verdad es que la conexión existe y es importante tenerla presente.
Este asunto de la inversión extranjera directa, por ejemplo, es crucial para proyectos de infraestructura, como nuevas carreteras, hospitales o plantas de energía renovable. Menos inversión significa menos progreso y más problemas para el futuro. Ya hemos visto estudios de la U, que dicen que la inversión extranjera anda medio floja últimamente, y esto no es precisamente una buena señal, ¿eh?
Y pensando en eso, recuerdo aquella vez que el petróleo se desplomó y casi nos lleva al manicomio. ¡Qué torta! Las divisas cayeron, los precios subieron, y todo el mundo estaba preocupado. Hay que estar atentos a estos movimientos globales y prepararnos para lo peor, aunque esperemos lo mejor, como dice el dicho.
Así que, viendo todo esto, me pregunto: ¿Deberíamos empezar a buscar formas más creativas de impulsar nuestra propia economía, independientemente de lo que pase en Wall Street, o simplemente rezarle para que allá siga lloviendo plata? Déjenme saber qué piensan ustedes en el foro – ¡quiero escuchar sus ideas!