¡Ay, pata! Resulta que Wall Street está eufórica, los mercados neoyorquinos andan pegándose portazos al alza porque los números de la economía gringa vienen más que decentes. Parece que los índices, el Dow Jones, el Nasdaq y hasta el S&P 500, se pusieron a bailar salsa después de unos reportes que dicen que la cosa anda mejor de lo esperado. Uno se queda pensando, ¿será que los yanquis le dieron al toque?
Si le quitamos la pompa económica, básicamente lo que pasó es que los gurús de Wall Street vieron que la economía de Estados Unidos no está tan mocha como algunos creían. Había preocupación, ya saben, por si la inflación seguía mordiendo, si las tasas de interés iban a seguir subiendo… Pero parece que el panorama se aclaró un poquito y eso les dio aire para celebrar. Después de todo, los mercados aman la claridad y la certidumbre, aunque a veces esas cosas duren menos que un flan en el sol.
Ahora bien, aquí viene el juguito para nosotros, los ticos. Porque mientras allá se rifan las ganancias, acá seguimos batallando con nuestra propia vara. Tenemos nuestros bretes, nuestras preocupaciones… Nuestra economía no se puede meter en el bolsillo fácil. Hay que reconocer que la coyuntura mundial no nos ha tratado muy amigable últimamente y el tema del empleo sigue siendo una espina clavada en el zapato. Recientemente, el Banco Central nos puso encima de la mesa la posibilidad de que la baja del desempleo tenga que ver también con gente que simplemente dejó de buscar trabajo, ¡qué sal!”,
Y hablando de temas frescos, tenemos la deuda acumulada entre Jupema y varios colegios, ¡una torta! ¡Más de cinco mil millones de colones! Eso sí que da pa’ romperle el coco a cualquiera. Imaginen la cantidad de proyectos educativos que podríamos financiar con esa lana. Y ni hablemos de la necesidad urgente de reformar la Tributación – Costa Rica (Tribu-CR), Hacienda ya le está apretando el acelerador a los diputados para que se pongan las pilas y hagan los ajustes necesarios. Que no digan luego que no sabían qué hacer...
Pero no todo es bronca, diay. Los agricultores, esos que realmente le ponen el hombro a la patria, ya están planeando una marcha para expresar su hartazgo ante el supuesto abandono del gobierno. Justamente ahí entra la importancia de entender cómo influyen estos factores macroeconómicos en nuestro sector productivo más importante. Si los precios internacionales siguen bajos y la política interna no apoya, ¿cómo vamos a esperar cosechas abundantes y un futuro próspero para nuestros campesinos?
Claro, siempre hay quien le busca la quinta pata al gato. Algunos economistas dirán que esto de Wall Street es solo ruido blanco, que no nos afecta directamente. Otros argumentarán que debemos aprender de sus estrategias y aplicar modelos similares aquí en Costa Rica. Pero yo creo que cada país tiene su propio camino, sus propias virtudes y debilidades. No podemos ir copiando recetas ajenas sin tener en cuenta nuestra realidad. ¡Nosotros somos ticos, changui!, tenemos que encontrar nuestro propio rol en este escenario global.
Para ponerle pausa al asunto, me pregunto si deberíamos estar enfocándonos más en fortalecer nuestras propias industrias y diversificar nuestra economía, en vez de depender tanto de los vaivenes de otros países. ¿Será que necesitamos apostar más por el turismo sostenible, las energías renovables o la innovación tecnológica? Tal vez tengamos que salirnos del molde y crear oportunidades desde adentro, aprovechando nuestros recursos naturales y el talento de nuestra gente. Ojalá algún día dejemos de depender tanto de “lo externo” para sentirnos tranquilos y seguros.
Entonces, mis queridos lectores, díganme: ¿Creen que Costa Rica debería tomar prestadas ideas de Wall Street para impulsar nuestra economía, o deberíamos trazar nuestro propio rumbo independiente? ¿Cuál sería la estrategia más efectiva para asegurar un futuro económico sólido y justo para todos los ticos?
Si le quitamos la pompa económica, básicamente lo que pasó es que los gurús de Wall Street vieron que la economía de Estados Unidos no está tan mocha como algunos creían. Había preocupación, ya saben, por si la inflación seguía mordiendo, si las tasas de interés iban a seguir subiendo… Pero parece que el panorama se aclaró un poquito y eso les dio aire para celebrar. Después de todo, los mercados aman la claridad y la certidumbre, aunque a veces esas cosas duren menos que un flan en el sol.
Ahora bien, aquí viene el juguito para nosotros, los ticos. Porque mientras allá se rifan las ganancias, acá seguimos batallando con nuestra propia vara. Tenemos nuestros bretes, nuestras preocupaciones… Nuestra economía no se puede meter en el bolsillo fácil. Hay que reconocer que la coyuntura mundial no nos ha tratado muy amigable últimamente y el tema del empleo sigue siendo una espina clavada en el zapato. Recientemente, el Banco Central nos puso encima de la mesa la posibilidad de que la baja del desempleo tenga que ver también con gente que simplemente dejó de buscar trabajo, ¡qué sal!”,
Y hablando de temas frescos, tenemos la deuda acumulada entre Jupema y varios colegios, ¡una torta! ¡Más de cinco mil millones de colones! Eso sí que da pa’ romperle el coco a cualquiera. Imaginen la cantidad de proyectos educativos que podríamos financiar con esa lana. Y ni hablemos de la necesidad urgente de reformar la Tributación – Costa Rica (Tribu-CR), Hacienda ya le está apretando el acelerador a los diputados para que se pongan las pilas y hagan los ajustes necesarios. Que no digan luego que no sabían qué hacer...
Pero no todo es bronca, diay. Los agricultores, esos que realmente le ponen el hombro a la patria, ya están planeando una marcha para expresar su hartazgo ante el supuesto abandono del gobierno. Justamente ahí entra la importancia de entender cómo influyen estos factores macroeconómicos en nuestro sector productivo más importante. Si los precios internacionales siguen bajos y la política interna no apoya, ¿cómo vamos a esperar cosechas abundantes y un futuro próspero para nuestros campesinos?
Claro, siempre hay quien le busca la quinta pata al gato. Algunos economistas dirán que esto de Wall Street es solo ruido blanco, que no nos afecta directamente. Otros argumentarán que debemos aprender de sus estrategias y aplicar modelos similares aquí en Costa Rica. Pero yo creo que cada país tiene su propio camino, sus propias virtudes y debilidades. No podemos ir copiando recetas ajenas sin tener en cuenta nuestra realidad. ¡Nosotros somos ticos, changui!, tenemos que encontrar nuestro propio rol en este escenario global.
Para ponerle pausa al asunto, me pregunto si deberíamos estar enfocándonos más en fortalecer nuestras propias industrias y diversificar nuestra economía, en vez de depender tanto de los vaivenes de otros países. ¿Será que necesitamos apostar más por el turismo sostenible, las energías renovables o la innovación tecnológica? Tal vez tengamos que salirnos del molde y crear oportunidades desde adentro, aprovechando nuestros recursos naturales y el talento de nuestra gente. Ojalá algún día dejemos de depender tanto de “lo externo” para sentirnos tranquilos y seguros.
Entonces, mis queridos lectores, díganme: ¿Creen que Costa Rica debería tomar prestadas ideas de Wall Street para impulsar nuestra economía, o deberíamos trazar nuestro propio rumbo independiente? ¿Cuál sería la estrategia más efectiva para asegurar un futuro económico sólido y justo para todos los ticos?