Soy argentino, de entrada lo digo, y es mi propósito reflexionar sobre las cosas que se dicen de nosotros, en general todas negativas.
En una reunión que tuve en Perú una mexicana me preguntó si todos los argentinos somos tan arrogantes como dicen, le constesté que la única forma de saberlo era visitar mi país.
En una excursión por Europa (donde juntan a todos los latinoamericanos en un autobus y es una buena oportunidad para analizar reacciones de este tipo) una chica me preguntó porque era tan simpático cuando TODOS los argentinos son antipáticos (nunca había estado en mi país, era un prejuicio).
La verdad que esto de los argentinos lo empecé a conocer cuando comencé a viajar por Latinoamerica, por turismo o trabajo.
Al principio me sorprendió, después me divirtió y por último ha comenzado a fastidiarme, porque es una constante y algunas veces puede desembocar en una situación desagradable.
Así me enteré que existían chistes sobre nosotros en Internet, la mayoría agresivos, infantiles y ridículos, aunque algunos graciosos.
Hace dos años el presidente de Costa Rica Oscar Arias (por eso escribo en este foro), en un acto público sobre el tratado de libre comercio con USA, comparó a los opositores al tratado con los argentinos por lo soberbios y la remató con un chiste de mal gusto sobre nosotros que no teníamos nada que ver en el asunto.
Eso tuvo una enorme repercusión en la prensa argentina y perjudicó severamente el alto concepto que se tenía acá de Oscar Arias y de Costa Rica.
Arias, como Costa Rica en general, constituyen para nosotros un ejemplo de lo que debiera ser el funcionamiento de la democracia en América Latina y nos sentimos orgullosos, como hispano americanos, que exista un país pequeño en tamaño pero grande en instituciones y respeto a los derechos humanos y democráticos dentro de nuestro colectivo de países latinos. ¡Cuanto tenemos que aprender los
argentinos de los ticos en ese sentido!, por ello nos entristeció lo que este hombre dijo.
Este año cuando Cristina Kirchner visitó Cuba, Raúl Castro no tuvo mejor ocurrencia que decirle en la cara que a los argentinos hay que comprarlos por lo que valen (o sea nada) y venderlos por lo que ellos creen que valen (o sea mucho). Risa en la cara de los cubanos por el chiste de mal gusto,
sorpresa y azoramiento en la cara de los argentinos.
En otra oportunidad, viajando yo hacia Guatemala en un avión que saliendo de Lima hacía escala en San José, se me sienta al lado un costarricence con el que comenzamos una conversación. Inmediatamente se dió cuenta que era argentino (no lo podemos ocultar, parece ser que todos saben como hablamos) y me dice, bajando la voz como en confidencia cómplice: "Soy costarricense y a nosotros nos llaman los argentinos de la América Central". Lo miro y, prevenido, le digo: "Y eso ¿es bueno o es malo?". Acusó el impacto (evidentemente era malo) y me dijo una serie de cosas para salir del paso que ya no me acuerdo.
Pero a veces puede desembocar en cosas muy desagradables. En Chile viajando en automóvil me escribieron en el coche palabras hirientes y me pincharon un neumático por ser argentino. En Brasil, en una consulta médica, un doctor me cobró más por ser argentino y me lo dijo en la cara: "El valor de la
consulta es tanto pero como Ud. es argentino le cobro tanto más". Lo miré y le dije que me diera una explicación y me contestó que los brasileños y argentinos se odian desde siempre. Le contesté que jamás escuché a un argentino hablar mal de Brasil o de los brasileños, salvo en fútbol (lo que es rigurosamente cierto) y le pregunté si alguna vez estuvo en Argentina a lo que me respondió que no. Lo invité a venir y que comprobara por su cuenta.
En fin, es un pre juicio que me lastima porque estoy convencido que no somos lo que dicen que somos, todo lo contrario (por supuesto que habrá excepciones) y la totalidad de los que dicen jamás han estado en mi país, así verían que somos uno de los pueblos más cálidos del mundo. Lo puedo decir porque he viajado mucho, sobre todo por nuestro mundo latinoamericano
En una reunión que tuve en Perú una mexicana me preguntó si todos los argentinos somos tan arrogantes como dicen, le constesté que la única forma de saberlo era visitar mi país.
En una excursión por Europa (donde juntan a todos los latinoamericanos en un autobus y es una buena oportunidad para analizar reacciones de este tipo) una chica me preguntó porque era tan simpático cuando TODOS los argentinos son antipáticos (nunca había estado en mi país, era un prejuicio).
La verdad que esto de los argentinos lo empecé a conocer cuando comencé a viajar por Latinoamerica, por turismo o trabajo.
Al principio me sorprendió, después me divirtió y por último ha comenzado a fastidiarme, porque es una constante y algunas veces puede desembocar en una situación desagradable.
Así me enteré que existían chistes sobre nosotros en Internet, la mayoría agresivos, infantiles y ridículos, aunque algunos graciosos.
Hace dos años el presidente de Costa Rica Oscar Arias (por eso escribo en este foro), en un acto público sobre el tratado de libre comercio con USA, comparó a los opositores al tratado con los argentinos por lo soberbios y la remató con un chiste de mal gusto sobre nosotros que no teníamos nada que ver en el asunto.
Eso tuvo una enorme repercusión en la prensa argentina y perjudicó severamente el alto concepto que se tenía acá de Oscar Arias y de Costa Rica.
Arias, como Costa Rica en general, constituyen para nosotros un ejemplo de lo que debiera ser el funcionamiento de la democracia en América Latina y nos sentimos orgullosos, como hispano americanos, que exista un país pequeño en tamaño pero grande en instituciones y respeto a los derechos humanos y democráticos dentro de nuestro colectivo de países latinos. ¡Cuanto tenemos que aprender los
argentinos de los ticos en ese sentido!, por ello nos entristeció lo que este hombre dijo.
Este año cuando Cristina Kirchner visitó Cuba, Raúl Castro no tuvo mejor ocurrencia que decirle en la cara que a los argentinos hay que comprarlos por lo que valen (o sea nada) y venderlos por lo que ellos creen que valen (o sea mucho). Risa en la cara de los cubanos por el chiste de mal gusto,
sorpresa y azoramiento en la cara de los argentinos.
En otra oportunidad, viajando yo hacia Guatemala en un avión que saliendo de Lima hacía escala en San José, se me sienta al lado un costarricence con el que comenzamos una conversación. Inmediatamente se dió cuenta que era argentino (no lo podemos ocultar, parece ser que todos saben como hablamos) y me dice, bajando la voz como en confidencia cómplice: "Soy costarricense y a nosotros nos llaman los argentinos de la América Central". Lo miro y, prevenido, le digo: "Y eso ¿es bueno o es malo?". Acusó el impacto (evidentemente era malo) y me dijo una serie de cosas para salir del paso que ya no me acuerdo.
Pero a veces puede desembocar en cosas muy desagradables. En Chile viajando en automóvil me escribieron en el coche palabras hirientes y me pincharon un neumático por ser argentino. En Brasil, en una consulta médica, un doctor me cobró más por ser argentino y me lo dijo en la cara: "El valor de la
consulta es tanto pero como Ud. es argentino le cobro tanto más". Lo miré y le dije que me diera una explicación y me contestó que los brasileños y argentinos se odian desde siempre. Le contesté que jamás escuché a un argentino hablar mal de Brasil o de los brasileños, salvo en fútbol (lo que es rigurosamente cierto) y le pregunté si alguna vez estuvo en Argentina a lo que me respondió que no. Lo invité a venir y que comprobara por su cuenta.
En fin, es un pre juicio que me lastima porque estoy convencido que no somos lo que dicen que somos, todo lo contrario (por supuesto que habrá excepciones) y la totalidad de los que dicen jamás han estado en mi país, así verían que somos uno de los pueblos más cálidos del mundo. Lo puedo decir porque he viajado mucho, sobre todo por nuestro mundo latinoamericano