En un país donde la diversidad natural suele ser la protagonista de las conversaciones, las cifras económicas revelan una realidad menos bucólica pero igualmente crucial: el 70% de las exportaciones de servicios de Costa Rica proviene de servicios administrativos y de oficinas. Este dato, proporcionado por el Banco Central de Costa Rica (BCCR), destaca cómo los servicios de tecnología, información y comunicación (TIC) han transformado la economía del país.
En 2022, las exportaciones de servicios TIC alcanzaron los 5.539 millones de dólares, representando un 18,8% del total de las ventas externas y un 8% del Producto Interno Bruto (PIB). Este incremento significativo, que casi duplica el valor observado en 2017, evidencia una evolución constante y resiliente, incluso en los años de pandemia.
Las empresas bajo el régimen de zona franca, que disfrutan de incentivos fiscales y operativos, generaron el 88% del valor total de estas exportaciones. Dos tipos de servicios concentraron el 91,4% del monto total suministrado vía redes TIC en 2022: los servicios administrativos y de oficinas de servicios auxiliares con un 68,5%, y los servicios de informática, incluido el software, con un 22,9%. Los servicios de ingeniería, investigación y desarrollo, aunque importantes, representaron solo el 4,4% de estas ventas.
El impacto en el mercado laboral es notable. Las empresas que se dedican a estos servicios generaron empleo para el 7,6% de la población ocupada en Costa Rica. Esto no solo demuestra la capacidad de estos sectores para absorber mano de obra, sino también su rol vital en la economía nacional. Además, estas empresas presentan una alta especialización en actividades de servicios, y abarcan desde micro y pequeñas hasta medianas y grandes empresas. Curiosamente, el 90% de las ventas suministradas a no residentes mediante redes TIC provienen de grandes empresas, lo que subraya la importancia de las corporaciones en el tejido económico del país.
Sin embargo, detrás de estas cifras hay una historia de dependencia y vulnerabilidad. La mayoría de estos servicios están destinados a mercados de Estados Unidos y Europa, lo que pone a la economía costarricense en una posición delicada ante fluctuaciones en la demanda externa. Además, la alta concentración de exportaciones en un solo tipo de servicio plantea preguntas sobre la diversificación y sostenibilidad a largo plazo.
El panorama no está exento de críticas. La dependencia de las zonas francas, aunque beneficiosa en términos fiscales y de generación de empleo, ha sido cuestionada por su contribución limitada al desarrollo integral del país. Estos enclaves económicos, aunque eficientes, pueden crear una burbuja que no necesariamente refleja la realidad del resto del país.
Además, la preeminencia de servicios administrativos sobre otros sectores más tradicionales, como la agricultura o la manufactura, puede interpretarse como una señal de los tiempos modernos, donde el conocimiento y la información son las nuevas materias primas. Pero también puede verse como una erosión de las bases económicas históricas del país, reemplazadas por una economía de servicios que, aunque lucrativa, es menos tangible y más volátil.
Costa Rica se ha convertido en un hub de servicios administrativos y TIC, lo que ha impulsado su economía y creado empleo. No obstante, esta dependencia plantea desafíos de diversificación y sostenibilidad. La pregunta que queda es cómo podrá el país balancear su nuevo rol en la economía global con las necesidades de desarrollo interno y equidad social.
En 2022, las exportaciones de servicios TIC alcanzaron los 5.539 millones de dólares, representando un 18,8% del total de las ventas externas y un 8% del Producto Interno Bruto (PIB). Este incremento significativo, que casi duplica el valor observado en 2017, evidencia una evolución constante y resiliente, incluso en los años de pandemia.
Las empresas bajo el régimen de zona franca, que disfrutan de incentivos fiscales y operativos, generaron el 88% del valor total de estas exportaciones. Dos tipos de servicios concentraron el 91,4% del monto total suministrado vía redes TIC en 2022: los servicios administrativos y de oficinas de servicios auxiliares con un 68,5%, y los servicios de informática, incluido el software, con un 22,9%. Los servicios de ingeniería, investigación y desarrollo, aunque importantes, representaron solo el 4,4% de estas ventas.
El impacto en el mercado laboral es notable. Las empresas que se dedican a estos servicios generaron empleo para el 7,6% de la población ocupada en Costa Rica. Esto no solo demuestra la capacidad de estos sectores para absorber mano de obra, sino también su rol vital en la economía nacional. Además, estas empresas presentan una alta especialización en actividades de servicios, y abarcan desde micro y pequeñas hasta medianas y grandes empresas. Curiosamente, el 90% de las ventas suministradas a no residentes mediante redes TIC provienen de grandes empresas, lo que subraya la importancia de las corporaciones en el tejido económico del país.
Sin embargo, detrás de estas cifras hay una historia de dependencia y vulnerabilidad. La mayoría de estos servicios están destinados a mercados de Estados Unidos y Europa, lo que pone a la economía costarricense en una posición delicada ante fluctuaciones en la demanda externa. Además, la alta concentración de exportaciones en un solo tipo de servicio plantea preguntas sobre la diversificación y sostenibilidad a largo plazo.
El panorama no está exento de críticas. La dependencia de las zonas francas, aunque beneficiosa en términos fiscales y de generación de empleo, ha sido cuestionada por su contribución limitada al desarrollo integral del país. Estos enclaves económicos, aunque eficientes, pueden crear una burbuja que no necesariamente refleja la realidad del resto del país.
Además, la preeminencia de servicios administrativos sobre otros sectores más tradicionales, como la agricultura o la manufactura, puede interpretarse como una señal de los tiempos modernos, donde el conocimiento y la información son las nuevas materias primas. Pero también puede verse como una erosión de las bases económicas históricas del país, reemplazadas por una economía de servicios que, aunque lucrativa, es menos tangible y más volátil.
Costa Rica se ha convertido en un hub de servicios administrativos y TIC, lo que ha impulsado su economía y creado empleo. No obstante, esta dependencia plantea desafíos de diversificación y sostenibilidad. La pregunta que queda es cómo podrá el país balancear su nuevo rol en la economía global con las necesidades de desarrollo interno y equidad social.