Ay, mándale reverencia a la vida de Doña Eugenia Díaz Romero, una señora que le dio al mundo un tesoro nacional: nuestro querido astronauta Franklin Chang Díaz. Esta viejita guerrera, con 97 añitos a cuestas, se fue este viernes, dejándonos un vacío enorme y recordándonos que la perseverancia y el amor familiar pueden mover montañas, hasta llegar al espacio sideral.
La noticia llegó como un balde de agua fría por medio de su hijo, Ronald Chang Díaz, quien la compartió en sus redes sociales con un mensaje sincero y cargado de dolor. Uno entiende, mae, perder a la madre es un brete que te cambia la vida entera. Pero también hay que reconocerle a Doña Eugenia una vida llena de lucha y dedicación, siempre apoyando a su hijo en su sueño de tocar las estrellas, aunque eso significara sacrificios inimaginables.
Doña Eugenia, nacida allá por los tiempos de José Figueres Olsen, vivió casi un siglo de cambios impresionantes en Costa Rica. Desde la época de los tranvías hasta la llegada de internet, pasando por guerras civiles y momentos económicos difíciles. Siempre mantuvo la frente en alto, trabajando duro para criar a sus hijos y brindarle a ellos un futuro mejor. Una mujer de esas, fuertes y resilientes, son oro puro, diay.
Y hablando de Franklin, imagínate el orgullo que sintió esta señora cuando vio a su hijo flotando en la Estación Espacial Internacional. Contaban que cada vez que veía algún documental sobre el espacio, sus ojitos brillaban como si estuviera ahí arriba, compartiendo esa aventura con él. Era una fanática acérrima, se sabía de memoria todos los nombres de los planetas y las nebulosas. ¡Qué carga!
Esta noche, a partir de las siete, se estará recibiendo velorio en la Funeraria del Recuerdo en Barrio Don Bosco. Un lugar especial para honrar la memoria de una dama ejemplar, que dejó una huella imborrable en la historia de Costa Rica. Se espera una gran cantidad de personas, desde familiares y amigos cercanos hasta admiradores de la familia Chang Díaz, que quieren darle un último adiós a Doña Eugenia. ¡Va con mis respetos!
Más que un simple dato biográfico, Doña Eugenia representa la fuerza de las mujeres costarricenses, aquellas que trabajan incansablemente detrás de escena para apoyar a sus seres queridos y hacerlos brillar. Mujeres que aguantan mil tormentas y nunca pierden la fe. Ellas son el verdadero motor de este país, la base sólida sobre la cual construimos nuestros sueños. Son como el café chorrado, esenciales y reconfortantes.
Es importante recordar que el éxito de Franklin Chang Díaz no hubiera sido posible sin el apoyo incondicional de su madre. Ella fue su mayor inspiración, su roca, su faro en la oscuridad. Le enseñó valores fundamentales como la honestidad, la responsabilidad y el esfuerzo constante. Valores que lo acompañaron a lo largo de toda su carrera y lo llevaron a alcanzar metas inimaginables. Un ejemplo para todos nosotros, sin duda alguna.
En fin, nos queda rendir homenaje a una vida bien vivida, a una madre ejemplar y a un símbolo de perseverancia. Doña Eugenia Díaz Romero ha partido, pero su legado seguirá vivo en el corazón de su familia y en la memoria de todos los costarricenses. Ahora me pregunto, ¿qué crees tú que es lo más valioso que aprendiste de tu propia madre, ese chunche que llevas contigo a todas partes?
La noticia llegó como un balde de agua fría por medio de su hijo, Ronald Chang Díaz, quien la compartió en sus redes sociales con un mensaje sincero y cargado de dolor. Uno entiende, mae, perder a la madre es un brete que te cambia la vida entera. Pero también hay que reconocerle a Doña Eugenia una vida llena de lucha y dedicación, siempre apoyando a su hijo en su sueño de tocar las estrellas, aunque eso significara sacrificios inimaginables.
Doña Eugenia, nacida allá por los tiempos de José Figueres Olsen, vivió casi un siglo de cambios impresionantes en Costa Rica. Desde la época de los tranvías hasta la llegada de internet, pasando por guerras civiles y momentos económicos difíciles. Siempre mantuvo la frente en alto, trabajando duro para criar a sus hijos y brindarle a ellos un futuro mejor. Una mujer de esas, fuertes y resilientes, son oro puro, diay.
Y hablando de Franklin, imagínate el orgullo que sintió esta señora cuando vio a su hijo flotando en la Estación Espacial Internacional. Contaban que cada vez que veía algún documental sobre el espacio, sus ojitos brillaban como si estuviera ahí arriba, compartiendo esa aventura con él. Era una fanática acérrima, se sabía de memoria todos los nombres de los planetas y las nebulosas. ¡Qué carga!
Esta noche, a partir de las siete, se estará recibiendo velorio en la Funeraria del Recuerdo en Barrio Don Bosco. Un lugar especial para honrar la memoria de una dama ejemplar, que dejó una huella imborrable en la historia de Costa Rica. Se espera una gran cantidad de personas, desde familiares y amigos cercanos hasta admiradores de la familia Chang Díaz, que quieren darle un último adiós a Doña Eugenia. ¡Va con mis respetos!
Más que un simple dato biográfico, Doña Eugenia representa la fuerza de las mujeres costarricenses, aquellas que trabajan incansablemente detrás de escena para apoyar a sus seres queridos y hacerlos brillar. Mujeres que aguantan mil tormentas y nunca pierden la fe. Ellas son el verdadero motor de este país, la base sólida sobre la cual construimos nuestros sueños. Son como el café chorrado, esenciales y reconfortantes.
Es importante recordar que el éxito de Franklin Chang Díaz no hubiera sido posible sin el apoyo incondicional de su madre. Ella fue su mayor inspiración, su roca, su faro en la oscuridad. Le enseñó valores fundamentales como la honestidad, la responsabilidad y el esfuerzo constante. Valores que lo acompañaron a lo largo de toda su carrera y lo llevaron a alcanzar metas inimaginables. Un ejemplo para todos nosotros, sin duda alguna.
En fin, nos queda rendir homenaje a una vida bien vivida, a una madre ejemplar y a un símbolo de perseverancia. Doña Eugenia Díaz Romero ha partido, pero su legado seguirá vivo en el corazón de su familia y en la memoria de todos los costarricenses. Ahora me pregunto, ¿qué crees tú que es lo más valioso que aprendiste de tu propia madre, ese chunche que llevas contigo a todas partes?