La noticia cayó como un balde de agua fría este jueves: la Cruz Roja Costarricense anunció la suspensión definitiva de la búsqueda de Leandro, el angelito de cinco años que desapareció tragado por las aguas de una alcantarilla destapada en Purral de Goicoechea. Se acabaron las esperanzas, diay... una partida tan triste nos deja a todos con el corazón roto.
Desde el pasado 26 de septiembre, cuando Leandro fue arrastrado por el río después de que la tapa de un caño cediera bajo la fuerza de las lluvias torrenciales, la comunidad entera se volcó en su búsqueda. Vecinos, rescatistas, voluntarios... todos unidos en la esperanza de encontrarlo sano y salvo. Pero la naturaleza, con su furia implacable, jugó en contra, complicando las labores de rescate y marchitando esa ilusión.
Las condiciones climáticas fueron un verdadero brete durante esos días. Lluvias incesantes, ríos crecidos... cada vez que los equipos de rescate avanzaban, las inundaciones les obligaban a retroceder. Rita Rodríguez, de la Cruz Roja, lo explicó claro: "Se suspende definitivamente hasta que alguien dé alguna pista, cualquier indicio que nos permita enviar un equipo especializado". Que bronca darme cuenta de que le hicieron un favor a Leandro al no encontrarlo… aunque suene feo decirlo, así es la vida, pues.
Pero este no es un simple accidente, chavales. Es el reflejo de una realidad preocupante: el abandono de la infraestructura pública en nuestro país. Una alcantarilla sin tapa en una zona transitada, expuesta a las inclemencias del tiempo y al peligro constante... ¿Cómo llegamos a esto? Preguntémonos eso, porque a estas alturas ya nadie va a disculparse por algo que era evidente.
Expertos en gestión de riesgos han levantado la voz alertando sobre la fragilidad de nuestra red pluvial. Las fuertes lluvias revelan, año tras año, deficiencias estructurales que ponen en riesgo la vida de miles de personas. Esta tragedia debería servir como un llamado de atención urgente para las autoridades competentes. Ya basta de promesas vacías y soluciones parchadas. Necesitamos inversión seria y planificación a largo plazo, pues. Imagínate qué carga tener que vivir con esta culpa.
La noticia golpeó de frente a la familia de Leandro, que permaneció en el sitio desde el primer momento, aferrándose a la esperanza. Verlos allí, esperando un milagro que nunca llegó, es desgarrador. Los vecinos de Purral también mostraron su apoyo, organizando vigilias y manifestaciones de solidaridad. Un acto de amor comunitario que demuestra que, pese a todo, todavía hay gente buena dispuesta a ayudar al prójimo. Ese sí es el tico que quiero ver.
Aunque la búsqueda formal haya llegado a su fin, la memoria de Leandro permanecerá viva en el corazón de la comunidad de Purral y en toda Costa Rica. La Cruz Roja, fiel a su compromiso, dejó la puerta abierta a retomar las labores en caso de surgir nueva información. Pero, sinceramente, ¿qué más queda por hacer? El vacío que dejó Leandro es inmenso, y el dolor de sus padres, inimaginable. De verdad, ¡qué torta!
Ahora, me pregunto... ¿Deberíamos exigir públicamente la renuncia de los funcionarios responsables de la falta de mantenimiento en la infraestructura pública, o es suficiente con que se realice una investigación exhaustiva y se tomen medidas correctivas para evitar futuras tragedias similares? ¿Creen que la sociedad costarricense está aprendiendo a responsabilizar a nuestros gobernantes?
Desde el pasado 26 de septiembre, cuando Leandro fue arrastrado por el río después de que la tapa de un caño cediera bajo la fuerza de las lluvias torrenciales, la comunidad entera se volcó en su búsqueda. Vecinos, rescatistas, voluntarios... todos unidos en la esperanza de encontrarlo sano y salvo. Pero la naturaleza, con su furia implacable, jugó en contra, complicando las labores de rescate y marchitando esa ilusión.
Las condiciones climáticas fueron un verdadero brete durante esos días. Lluvias incesantes, ríos crecidos... cada vez que los equipos de rescate avanzaban, las inundaciones les obligaban a retroceder. Rita Rodríguez, de la Cruz Roja, lo explicó claro: "Se suspende definitivamente hasta que alguien dé alguna pista, cualquier indicio que nos permita enviar un equipo especializado". Que bronca darme cuenta de que le hicieron un favor a Leandro al no encontrarlo… aunque suene feo decirlo, así es la vida, pues.
Pero este no es un simple accidente, chavales. Es el reflejo de una realidad preocupante: el abandono de la infraestructura pública en nuestro país. Una alcantarilla sin tapa en una zona transitada, expuesta a las inclemencias del tiempo y al peligro constante... ¿Cómo llegamos a esto? Preguntémonos eso, porque a estas alturas ya nadie va a disculparse por algo que era evidente.
Expertos en gestión de riesgos han levantado la voz alertando sobre la fragilidad de nuestra red pluvial. Las fuertes lluvias revelan, año tras año, deficiencias estructurales que ponen en riesgo la vida de miles de personas. Esta tragedia debería servir como un llamado de atención urgente para las autoridades competentes. Ya basta de promesas vacías y soluciones parchadas. Necesitamos inversión seria y planificación a largo plazo, pues. Imagínate qué carga tener que vivir con esta culpa.
La noticia golpeó de frente a la familia de Leandro, que permaneció en el sitio desde el primer momento, aferrándose a la esperanza. Verlos allí, esperando un milagro que nunca llegó, es desgarrador. Los vecinos de Purral también mostraron su apoyo, organizando vigilias y manifestaciones de solidaridad. Un acto de amor comunitario que demuestra que, pese a todo, todavía hay gente buena dispuesta a ayudar al prójimo. Ese sí es el tico que quiero ver.
Aunque la búsqueda formal haya llegado a su fin, la memoria de Leandro permanecerá viva en el corazón de la comunidad de Purral y en toda Costa Rica. La Cruz Roja, fiel a su compromiso, dejó la puerta abierta a retomar las labores en caso de surgir nueva información. Pero, sinceramente, ¿qué más queda por hacer? El vacío que dejó Leandro es inmenso, y el dolor de sus padres, inimaginable. De verdad, ¡qué torta!
Ahora, me pregunto... ¿Deberíamos exigir públicamente la renuncia de los funcionarios responsables de la falta de mantenimiento en la infraestructura pública, o es suficiente con que se realice una investigación exhaustiva y se tomen medidas correctivas para evitar futuras tragedias similares? ¿Creen que la sociedad costarricense está aprendiendo a responsabilizar a nuestros gobernantes?
