¡Ay, pata! Quién diría que íbamos a ver el fin de la sectorización del transporte público. Después de años y años de andarnos peleando con los buses, el Gobierno finalmente decidió darle archivo definitivo a un decreto que parecía sacado de otra época. Parece mentira, ¿verdad?
Como bien saben todos los que nos hemos fajado en los autobuses, la sectorización prometía revolucionar el sistema de transporte, dividiendo las rutas entre diferentes empresas para evitar competencia desleal y mejorar el servicio. Pero la verdad, señores, fue un fiasco mayúsculo. Más trámites que resultados, estudios tarifarios que nunca llegaban y un sistema tan rígido que hasta el gato más manso se frustraba.
Y ahora, resulta que el viceministro de Transportes, Carlos Ávila, soltó la bomba: el decreto tiene más de 25 años, ¡un cuarto de siglo! Eso, mis panas, es más edad que muchos de nosotros. Según él, mantener ese decreto es como tratar de ponerle cadenas modernas a un carro Volkswagen Sedán del ’70. No funciona, simplemente no funciona.
“Tenemos el decreto de sectorización desde hace 25 años y yo me cuestiono mucho que una norma jurídica venga a definir aspectos técnicos y decirle al usuario, como si fuera una camisa de fuerza, usted se tiene que movilizar de esta manera”, declaró Ávila, dejando claro que la idea de seguir atados a un decreto anticuado era, sencillamente, ridícula.
Pero no todo iba a ser drama, amigos. Resulta que el Gobierno tiene un plan para rescatar el transporte público, y este plan implica darle más libertad al CTP (Consejo de Transporte Público) para reorganizar las rutas según las necesidades de los usuarios. Ya no más imposiciones, ya no más patrones únicos. Se trata de adaptar el servicio a cada zona, optimizando rutas, creando esquemas troncales o incluso complementarios.
Imaginen, chavales, en algunos barrios basta con ajustar un poquito las frecuencias, en otros quizás necesiten un tronco central que conecte con rutas más pequeñas. Lo importante es que los técnicos tengan las herramientas necesarias para “hacerle el traje a la medida al usuario,” como dijo Ávila. Un cambio radical, vamos.
Este nuevo planteamiento, dicen, se basa en estudios técnicos hechos en conjunto con Aresep y algunas universidades. Básicamente, se les da a los operadores la potestad de buscar sus propias soluciones, siempre pensando en qué necesita el usuario. Y aunque esto suena lindo en teoría, Ávila admite que todavía necesitan una reforma legal para hacerlo realidad. Así que, digamos que estamos esperando a que la próxima Asamblea Legislativa le ponga el turbo a este brete.
Ahora, dime tú, ¿crees que este cambio de paradigma realmente va a solucionar los problemas del transporte público en Costa Rica, o será otra promesa que se irá al traste? ¿Estás a favor de darle más autonomía al CTP o prefieres que siga habiendo reglas estrictas para evitar el desmadre?
Como bien saben todos los que nos hemos fajado en los autobuses, la sectorización prometía revolucionar el sistema de transporte, dividiendo las rutas entre diferentes empresas para evitar competencia desleal y mejorar el servicio. Pero la verdad, señores, fue un fiasco mayúsculo. Más trámites que resultados, estudios tarifarios que nunca llegaban y un sistema tan rígido que hasta el gato más manso se frustraba.
Y ahora, resulta que el viceministro de Transportes, Carlos Ávila, soltó la bomba: el decreto tiene más de 25 años, ¡un cuarto de siglo! Eso, mis panas, es más edad que muchos de nosotros. Según él, mantener ese decreto es como tratar de ponerle cadenas modernas a un carro Volkswagen Sedán del ’70. No funciona, simplemente no funciona.
“Tenemos el decreto de sectorización desde hace 25 años y yo me cuestiono mucho que una norma jurídica venga a definir aspectos técnicos y decirle al usuario, como si fuera una camisa de fuerza, usted se tiene que movilizar de esta manera”, declaró Ávila, dejando claro que la idea de seguir atados a un decreto anticuado era, sencillamente, ridícula.
Pero no todo iba a ser drama, amigos. Resulta que el Gobierno tiene un plan para rescatar el transporte público, y este plan implica darle más libertad al CTP (Consejo de Transporte Público) para reorganizar las rutas según las necesidades de los usuarios. Ya no más imposiciones, ya no más patrones únicos. Se trata de adaptar el servicio a cada zona, optimizando rutas, creando esquemas troncales o incluso complementarios.
Imaginen, chavales, en algunos barrios basta con ajustar un poquito las frecuencias, en otros quizás necesiten un tronco central que conecte con rutas más pequeñas. Lo importante es que los técnicos tengan las herramientas necesarias para “hacerle el traje a la medida al usuario,” como dijo Ávila. Un cambio radical, vamos.
Este nuevo planteamiento, dicen, se basa en estudios técnicos hechos en conjunto con Aresep y algunas universidades. Básicamente, se les da a los operadores la potestad de buscar sus propias soluciones, siempre pensando en qué necesita el usuario. Y aunque esto suena lindo en teoría, Ávila admite que todavía necesitan una reforma legal para hacerlo realidad. Así que, digamos que estamos esperando a que la próxima Asamblea Legislativa le ponga el turbo a este brete.
Ahora, dime tú, ¿crees que este cambio de paradigma realmente va a solucionar los problemas del transporte público en Costa Rica, o será otra promesa que se irá al traste? ¿Estás a favor de darle más autonomía al CTP o prefieres que siga habiendo reglas estrictas para evitar el desmadre?