¡Ay, Dios mío! Quién iba a decir que el matrimonio, ese cuadrocito de familia feliz que nos vendían antes, estaría dando tumbos así en nuestro país. Los números no mienten, ¿eh? El INEC soltó sus estadísticas y la cosa está clarísima: menos bodas, más divorcios y las uniones libres agarrándole terreno a toda velocidad. Parece que los tiempos cambian, y nosotros con ellos, diay.
Verás, si le echamos un ojo a los datos históricos, desde los ‘80 hemos visto una bajada constante en los matrimonios. Antes, era lo normal, llegar a los treinta, buscar pareja, casarse y formar una familia numerosa. Ahora, esos treinta son la edad promedio pa’ meterse al altar, ¡si es que se meten! Y ni hablar de los jóvenes, que prefieren convivir primero, ver si la cosa funciona, antes de atarse. Es un cambio cultural importante, ¿me entiendes?
Y no es solo eso. Mira la tasa de fecundidad, que se fue pa’ abajo como trompo volao'. Ahora estamos hablando de 1,12 hijos por mujer, ¡casi ni alcanza pa’ reemplazar a la generación anterior! Esto, combinadito con el aumento de la expectativa de vida, está creando una pirámide de edades bien diferente a la que conocíamos. Cada vez hay más abuelitos y menos puros para mantenerlos, ¡qué brete!
La pandemia del Covid-19 no hizo más que acelerar esas tendencias. Con las restricciones y todo el rollo del encierro, muchas parejas pospusieron sus bodas. Algunas hasta decidieron que no hacía falta tanta formalidad y optaron por seguir viviendo juntos. Y aunque luego se recuperaron un poco las cifras de matrimonios, nunca volvieron a los niveles de antes. La cosa cambió, y punto final.
Ahora, los matrimonios igualitarios están teniendo su espacio. Después de tanto batallar, finalmente se les permitió casarse legalmente y la gente está aprovechando. Ya van unas 3.129 parejas del mismo sexo que han sellado su amor frente a la ley. Eso demuestra que el concepto de familia se está ampliando y que ya no es solo el papá, la mamá y los hijos. Hay muchos tipos diferentes de familias, y todas son válidas. ¡Qué tuanis!
Además, el nuevo Código Procesal de Familia facilitó mucho el trámite pa’ casarse civilmente. Ahora puedes ir directo al Registro Civil y listo, sin necesidad de andar buscando notarios ni juzgados. Esto hace que sea más fácil y rápido formalizar la relación, si es lo que quieres, claro. Al final, cada quien decide qué es lo mejor para él.
Pero no todo es color de rosa, ¿verdad? La caída en los matrimonios también tiene implicaciones económicas y sociales. Menos nacimientos significan menos mano de obra en el futuro, y eso puede afectar el crecimiento del país. Además, el aumento de las uniones libres plantea nuevos desafíos legales y fiscales. Tenemos que empezar a pensar en cómo proteger los derechos de todos los miembros de la familia, independientemente de cómo esté constituida.
Así que ahí te va la reflexión final: ¿crees que la institución del matrimonio está perdiendo importancia en Costa Rica? ¿O es simplemente que la gente está encontrando otras formas de amar y construir una familia? ¡Dime tú qué piensas! Esta vainera me tiene pensando... ¡compártelo en los comentarios!
Verás, si le echamos un ojo a los datos históricos, desde los ‘80 hemos visto una bajada constante en los matrimonios. Antes, era lo normal, llegar a los treinta, buscar pareja, casarse y formar una familia numerosa. Ahora, esos treinta son la edad promedio pa’ meterse al altar, ¡si es que se meten! Y ni hablar de los jóvenes, que prefieren convivir primero, ver si la cosa funciona, antes de atarse. Es un cambio cultural importante, ¿me entiendes?
Y no es solo eso. Mira la tasa de fecundidad, que se fue pa’ abajo como trompo volao'. Ahora estamos hablando de 1,12 hijos por mujer, ¡casi ni alcanza pa’ reemplazar a la generación anterior! Esto, combinadito con el aumento de la expectativa de vida, está creando una pirámide de edades bien diferente a la que conocíamos. Cada vez hay más abuelitos y menos puros para mantenerlos, ¡qué brete!
La pandemia del Covid-19 no hizo más que acelerar esas tendencias. Con las restricciones y todo el rollo del encierro, muchas parejas pospusieron sus bodas. Algunas hasta decidieron que no hacía falta tanta formalidad y optaron por seguir viviendo juntos. Y aunque luego se recuperaron un poco las cifras de matrimonios, nunca volvieron a los niveles de antes. La cosa cambió, y punto final.
Ahora, los matrimonios igualitarios están teniendo su espacio. Después de tanto batallar, finalmente se les permitió casarse legalmente y la gente está aprovechando. Ya van unas 3.129 parejas del mismo sexo que han sellado su amor frente a la ley. Eso demuestra que el concepto de familia se está ampliando y que ya no es solo el papá, la mamá y los hijos. Hay muchos tipos diferentes de familias, y todas son válidas. ¡Qué tuanis!
Además, el nuevo Código Procesal de Familia facilitó mucho el trámite pa’ casarse civilmente. Ahora puedes ir directo al Registro Civil y listo, sin necesidad de andar buscando notarios ni juzgados. Esto hace que sea más fácil y rápido formalizar la relación, si es lo que quieres, claro. Al final, cada quien decide qué es lo mejor para él.
Pero no todo es color de rosa, ¿verdad? La caída en los matrimonios también tiene implicaciones económicas y sociales. Menos nacimientos significan menos mano de obra en el futuro, y eso puede afectar el crecimiento del país. Además, el aumento de las uniones libres plantea nuevos desafíos legales y fiscales. Tenemos que empezar a pensar en cómo proteger los derechos de todos los miembros de la familia, independientemente de cómo esté constituida.
Así que ahí te va la reflexión final: ¿crees que la institución del matrimonio está perdiendo importancia en Costa Rica? ¿O es simplemente que la gente está encontrando otras formas de amar y construir una familia? ¡Dime tú qué piensas! Esta vainera me tiene pensando... ¡compártelo en los comentarios!