¡Ay, Dios mío! Quién lo diría, ¿verdad, compas? Resulta que tenemos un problemón nuevo rondando por acá. Confirmaron el primer caso del temido “gusano gigante del riñón” (Dioctophyme renale), pero esta vez, ¡no en una vaca ni en un chancho!, sino en un pobre perrito bulldog francés aquí mismo en Costa Rica. Parece sacado de película de terror, pero créanme, esto es real.
La onda es que este hallazgo lo hicieron los panas del LAPAVET-ESFA, la Escuela de Medicina Veterinaria San Francisco de Asís, con ayuda de unos científicos nacionales e internacionales bien lúcidos. Publicaron toda la movida en Veterinary Parasitology, así que ya saben, no es invento de nadie. Este brete va a hacer pensar a los veterinarios y a nosotros, los dueños de mascotas, qué tan tranquilos estamos con la salud de nuestros peludos.
Todo empezó porque el perro estaba presentando síntomas feos: fiebre, vómitos, súper apático y hasta dañitos en los riñones. Los veterinarios le dieron encima con todos los exámenes, haciendo un diagnóstico multidetecte, como decimos por acá. Desde microbiólogos hasta ingenieros pusieron sus manos en la masa para descubrir qué le pasaba al pobrecito. Resulta que dentro tenía un gusano de casi 25 centímetros, ¡una verdadera carga!
Y eso no es todo, diay. Los estudios genéticos mostraron que este gusano es casi idéntico a los que encuentran en Argentina y Brasil. Esto nos hace pensar que aquí hay unas condiciones medioambientales especiales que permiten que este parásito viva y se reproduzca. Imagínense, hospederos acuáticos y bichos salvajes que sirven de comida para estos gusanos... ¡qué vara!
Ahora, tranquilízate, porque no te van a agarrar un gusano del río. Las autoridades veterinarias aclaran que no se contagia directamente de animal a humano. Pero ojo, aquí viene el detalle: el riesgo está en comer pescado, ranas o cualquier otro bicho acuático crudo o mal cocinado. Así que si eres fanático del ceviche, ten mucho cuidado, ¿eh?
Lo que sí toca es reforzar la limpieza antiparasitaria de nuestras mascotas. Y también, estar pendientes a este gusano si nuestro perro empieza a sentirse mal. Los veterinarios dicen que ahora tienen que tenerlo en cuenta cuando hacen diagnósticos, especialmente si vivimos cerca de ríos o lagunas. Mejor prevenir que lamentar, ¿no creen?
Esta situación nos obliga a pensar en cómo estamos cuidando nuestros ecosistemas y cómo afecta eso a nuestra salud y a la de nuestros animales. Porque, digámoslo claro, esto no es un capricho de la naturaleza. Esto nos habla de cambios ambientales, de cómo el clima y otras cosas están afectando a los ciclos de vida de los parásitos. Ya saben, el planeta nos da señales, ¡y esta es una más! Además, me pregunto qué implicaciones tendrá esto en la industria pesquera local… ¿podríamos ver restricciones en la venta de ciertos productos frescos?
Así que ahí lo tienen, mis panas. Un nuevo problema sanitario que nos preocupa a todos los amantes de las mascotas y a quienes disfrutamos de la gastronomía local. Ahora les dejo pensando: ¿Deberíamos exigir controles sanitarios más estrictos en la pesca y crianza de animales acuáticos para proteger nuestra salud y la de nuestros perros?
La onda es que este hallazgo lo hicieron los panas del LAPAVET-ESFA, la Escuela de Medicina Veterinaria San Francisco de Asís, con ayuda de unos científicos nacionales e internacionales bien lúcidos. Publicaron toda la movida en Veterinary Parasitology, así que ya saben, no es invento de nadie. Este brete va a hacer pensar a los veterinarios y a nosotros, los dueños de mascotas, qué tan tranquilos estamos con la salud de nuestros peludos.
Todo empezó porque el perro estaba presentando síntomas feos: fiebre, vómitos, súper apático y hasta dañitos en los riñones. Los veterinarios le dieron encima con todos los exámenes, haciendo un diagnóstico multidetecte, como decimos por acá. Desde microbiólogos hasta ingenieros pusieron sus manos en la masa para descubrir qué le pasaba al pobrecito. Resulta que dentro tenía un gusano de casi 25 centímetros, ¡una verdadera carga!
Y eso no es todo, diay. Los estudios genéticos mostraron que este gusano es casi idéntico a los que encuentran en Argentina y Brasil. Esto nos hace pensar que aquí hay unas condiciones medioambientales especiales que permiten que este parásito viva y se reproduzca. Imagínense, hospederos acuáticos y bichos salvajes que sirven de comida para estos gusanos... ¡qué vara!
Ahora, tranquilízate, porque no te van a agarrar un gusano del río. Las autoridades veterinarias aclaran que no se contagia directamente de animal a humano. Pero ojo, aquí viene el detalle: el riesgo está en comer pescado, ranas o cualquier otro bicho acuático crudo o mal cocinado. Así que si eres fanático del ceviche, ten mucho cuidado, ¿eh?
Lo que sí toca es reforzar la limpieza antiparasitaria de nuestras mascotas. Y también, estar pendientes a este gusano si nuestro perro empieza a sentirse mal. Los veterinarios dicen que ahora tienen que tenerlo en cuenta cuando hacen diagnósticos, especialmente si vivimos cerca de ríos o lagunas. Mejor prevenir que lamentar, ¿no creen?
Esta situación nos obliga a pensar en cómo estamos cuidando nuestros ecosistemas y cómo afecta eso a nuestra salud y a la de nuestros animales. Porque, digámoslo claro, esto no es un capricho de la naturaleza. Esto nos habla de cambios ambientales, de cómo el clima y otras cosas están afectando a los ciclos de vida de los parásitos. Ya saben, el planeta nos da señales, ¡y esta es una más! Además, me pregunto qué implicaciones tendrá esto en la industria pesquera local… ¿podríamos ver restricciones en la venta de ciertos productos frescos?
Así que ahí lo tienen, mis panas. Un nuevo problema sanitario que nos preocupa a todos los amantes de las mascotas y a quienes disfrutamos de la gastronomía local. Ahora les dejo pensando: ¿Deberíamos exigir controles sanitarios más estrictos en la pesca y crianza de animales acuáticos para proteger nuestra salud y la de nuestros perros?
