¡Diay, qué rollo! La cosa está caliente en el mundo financiero, porque el dólar se nos está yendo pa’ abajo a toda velocidad. Parece mentira, pero estamos viendo números que no se veían desde el lejano 2005. El Observatorio Económico y Social de la U fiel, la UNA, puso encima de la mesa un buen análisis de qué significa todo esto para nosotros, los trabajadores, las empresas y hasta para el gobierno. Así que, agárrense que vamos a meterle duro a este brete.
Para entender bien la vaineta, hay que saber cómo funciona esto del tipo de cambio. Desde el 2015, acá en Costa Rica andamos con un sistema de flotación administrada, que quiere decir que el precio del dólar lo decide la ley de la oferta y la demanda, como cuando vas al mercado y quieres comprar tomates. Si hay muchos tomates, bajan los precios; si casi no hay, suben. Con el dólar pasa igual: mucho dólar circulando, el precio baja; poco dólar, el precio sube. El Banco Central sí mete mano pa' que no haya cambios súper bruscos que nos hagan sudar frío.
Y fíjate tú, en los últimos días el dólar se ha desplomado, casi unos ocho colones. Esto se debe, en buena onda, a que las empresas están vendiendo sus dólares a lo loco para conseguir colones y pagar los aguinaldos y otras cositas así de fin de año. Entre enero y noviembre de este año, el dólar ya había bajado un poquito, pero luego, en noviembre y diciembre, se aceleró la cosa. ¡Hasta que el colón se ha apreciado un 4.13% frente al dólar! Un dato curioso: el otro jueves, el tipo de cambio promediado en el Monex, ese lugar donde se compran y venden divisas, llegó al número más bajo desde que se creó el mercado en 2007. El Banco Central tuvo que intervenir comprando dólares para frenar la caída, porque sino, ¡la cosa se iba al traste!
Ahora viene la pregunta del millón: ¿quién se beneficia y quién se queda con el agua hasta el cuello? Bueno, los importadores, obviamente, respiran tranquilos, porque les sale más barato traer cosas del extranjero. Los consumidores también, porque los precios de algunos productos podrían bajar, como la gasolina o los electrodomésticos. Y si tienes un préstamo en dólares, ¡qué chuleta! Te sale más barato pagar las cuotas en colones. También las empresas que ganan en colones y tienen deudas en dólares y las gentes que planean irse de viaje afuera… ¡todo un regalo!
Pero ojo, que no todo es miel sobre hojarasca. Los exportadores, esos que venden nuestros productos afuera, ahora tienen que esforzarse más para competir, porque sus productos se ponen más caros. El sector turístico también siente el pinchazo, porque los gringos y otros turistas encuentran que Costa Rica es más caro. Las empresas que venden productos que compiten directamente con importaciones también sufren, porque la gente prefiere lo que sale más barato. Y aquellos que reciben dinero en dólares, como los que mandan remesas del extranjero, reciben menos colones por cada dólar.
Y ni hablar del gobierno, que aunque a corto plazo se le alivian los bolsillos porque le cuesta menos pagar la deuda en dólares, a largo plazo puede tener problemas porque recauda menos impuestos, ya que la mayoría se pagan en colones. ¡Es como andar sobre hielo! Porque si el colón sigue muy fuerte por mucho tiempo, las empresas pueden empezar a sufrir, perder trabajos y la economía puede tener un golpe, ¡y eso nadie lo quiere!
Algunos expertos dicen que esto podría llevarnos a una especie de “enfermedad holandesa”, que es cuando la moneda se fortalece demasiado y arruina a las industrias locales. Otro peligro es que nos acostumbremos a vivir con un dólar barato y si algún día se pone feo, ¡nos va a doler un montón! Por eso, es importante tener cuidado y no endeudarse en dólares, porque si el tipo de cambio da un brinco, podríamos estar en aprietos. Vamos a tener que estar atentos a cómo se desarrolla la vaineta, porque esto pinta interesante, chunches.
Así que dime, ¿crees que esta caída del dólar es una bendición o una señal de alerta para nuestra economía? ¿Estamos preparados para afrontar las consecuencias a largo plazo o nos vamos a dejar llevar por la euforia momentánea?
Para entender bien la vaineta, hay que saber cómo funciona esto del tipo de cambio. Desde el 2015, acá en Costa Rica andamos con un sistema de flotación administrada, que quiere decir que el precio del dólar lo decide la ley de la oferta y la demanda, como cuando vas al mercado y quieres comprar tomates. Si hay muchos tomates, bajan los precios; si casi no hay, suben. Con el dólar pasa igual: mucho dólar circulando, el precio baja; poco dólar, el precio sube. El Banco Central sí mete mano pa' que no haya cambios súper bruscos que nos hagan sudar frío.
Y fíjate tú, en los últimos días el dólar se ha desplomado, casi unos ocho colones. Esto se debe, en buena onda, a que las empresas están vendiendo sus dólares a lo loco para conseguir colones y pagar los aguinaldos y otras cositas así de fin de año. Entre enero y noviembre de este año, el dólar ya había bajado un poquito, pero luego, en noviembre y diciembre, se aceleró la cosa. ¡Hasta que el colón se ha apreciado un 4.13% frente al dólar! Un dato curioso: el otro jueves, el tipo de cambio promediado en el Monex, ese lugar donde se compran y venden divisas, llegó al número más bajo desde que se creó el mercado en 2007. El Banco Central tuvo que intervenir comprando dólares para frenar la caída, porque sino, ¡la cosa se iba al traste!
Ahora viene la pregunta del millón: ¿quién se beneficia y quién se queda con el agua hasta el cuello? Bueno, los importadores, obviamente, respiran tranquilos, porque les sale más barato traer cosas del extranjero. Los consumidores también, porque los precios de algunos productos podrían bajar, como la gasolina o los electrodomésticos. Y si tienes un préstamo en dólares, ¡qué chuleta! Te sale más barato pagar las cuotas en colones. También las empresas que ganan en colones y tienen deudas en dólares y las gentes que planean irse de viaje afuera… ¡todo un regalo!
Pero ojo, que no todo es miel sobre hojarasca. Los exportadores, esos que venden nuestros productos afuera, ahora tienen que esforzarse más para competir, porque sus productos se ponen más caros. El sector turístico también siente el pinchazo, porque los gringos y otros turistas encuentran que Costa Rica es más caro. Las empresas que venden productos que compiten directamente con importaciones también sufren, porque la gente prefiere lo que sale más barato. Y aquellos que reciben dinero en dólares, como los que mandan remesas del extranjero, reciben menos colones por cada dólar.
Y ni hablar del gobierno, que aunque a corto plazo se le alivian los bolsillos porque le cuesta menos pagar la deuda en dólares, a largo plazo puede tener problemas porque recauda menos impuestos, ya que la mayoría se pagan en colones. ¡Es como andar sobre hielo! Porque si el colón sigue muy fuerte por mucho tiempo, las empresas pueden empezar a sufrir, perder trabajos y la economía puede tener un golpe, ¡y eso nadie lo quiere!
Algunos expertos dicen que esto podría llevarnos a una especie de “enfermedad holandesa”, que es cuando la moneda se fortalece demasiado y arruina a las industrias locales. Otro peligro es que nos acostumbremos a vivir con un dólar barato y si algún día se pone feo, ¡nos va a doler un montón! Por eso, es importante tener cuidado y no endeudarse en dólares, porque si el tipo de cambio da un brinco, podríamos estar en aprietos. Vamos a tener que estar atentos a cómo se desarrolla la vaineta, porque esto pinta interesante, chunches.
Así que dime, ¿crees que esta caída del dólar es una bendición o una señal de alerta para nuestra economía? ¿Estamos preparados para afrontar las consecuencias a largo plazo o nos vamos a dejar llevar por la euforia momentánea?