Ay, mi gente, parece que la cosa está más que clara para don Ricardo Olivas, el ex tesorero del Banco Nacional. Después de tanto rollo y movida, ahora sí va a enfrentar un juicio por 33 delitos de peculado. ¡Imagínate la torta que ha dado este caso! A ver qué sale de esto, porque la verdad es que uno queda boquiabierto con tanta plata desaparecida.
Como les recordamos, la Fiscalía sospecha que el señor Olivas se embolsó unos ¢3.293 millones de las bóvedas del BN, una lana que ni Don Rigo la mueve. Ahora, además del juicio por peculado, la Fiscalía Adjunta de Probidad anda olfateando un posible esquema de lavado de activos, porque obviamente, alguien tiene que explicarle dónde fue a parar toda esa pachanga.
Y aquí viene lo interesante, diay. Resulta que, según la Fiscalía, don Ricardo se dedicó a comprar chances y Tres Monazos como agua, ¡hasta ¢60 millones al mes! Era como si fuera un vicio, ¡una verdadera carga! Se dice que ganaba premios constantemente gracias a esa “saturación estadística”, distribuyendo la lana entre sus compinches para darle una tapadera al negocio. ¡Qué maquina!
Pero claro, blanquear esa clase de dineros no es tarea fácil, y la Fiscalía tiene encima una causa por legitimación de capitales, que es el delito de esconder el verdadero origen del dinero para que pare legal. Las penas por eso son de ocho a veinte años de cárcel, ¡échenle ojo! Por eso, dicen que las investigaciones van lentas, pero que andan buscando todos los cabos sueltos para meterle bala a este caso.
Lo bueno es que, por ahora, la Fiscalía decidió separar las causas para no atrasar el juicio por peculado. Mientras avanzan con el juicio por peculado, siguen picando piedra en la investigación de lavado de activos. El fiscal Ronald Segura nos explica que necesitan revisar toda la información financiera, un brete considerable, pero prometen no dejar ni un resquicio para que se escape la verdad. ¡Eso esperamos, chava!
Ahora bien, don Ricardo seguirá descontando cuatro meses más de prisión preventiva, mientras espera el juicio. Él, junto con otros siete empleados del banco, fueron arrestados el año pasado durante una serie de allanamientos del OIJ. Todo empezó cuando la Dirección de Control y Cumplimiento Normativo del BNCR detectó unas anomalías en la Administración del Numerario, y ahí salió a relucir el faltante de plata.
Las investigaciones apuntan a que Olivas sacaba fajos de billetes dentro de sobres de manila amarillos, aprovechándose de su posición en el Centro Interno de Procesamiento de Efectivo (CIPE). Caminaba tranquilito por la esclusa, con el dinero en la mano, y ¡zas!, se iba con la guagua llena. Parece sacado de una película, pero es la dura realidad. Además, se investiga si hubo otras sustracciones en los últimos cuatro años, ¡qué sal!
Definitivamente, este caso ha dejado a muchos pensando en cómo funciona la seguridad interna del Banco Nacional y en la confianza que depositamos en quienes manejan nuestros ahorros. Con tantas vueltas y complicaciones, me pregunto: ¿Creen que la Fiscalía logrará sentenciar a Olivas por ambos delitos, o este caso se irá al traste como tantos otros que hemos visto en Costa Rica?
Como les recordamos, la Fiscalía sospecha que el señor Olivas se embolsó unos ¢3.293 millones de las bóvedas del BN, una lana que ni Don Rigo la mueve. Ahora, además del juicio por peculado, la Fiscalía Adjunta de Probidad anda olfateando un posible esquema de lavado de activos, porque obviamente, alguien tiene que explicarle dónde fue a parar toda esa pachanga.
Y aquí viene lo interesante, diay. Resulta que, según la Fiscalía, don Ricardo se dedicó a comprar chances y Tres Monazos como agua, ¡hasta ¢60 millones al mes! Era como si fuera un vicio, ¡una verdadera carga! Se dice que ganaba premios constantemente gracias a esa “saturación estadística”, distribuyendo la lana entre sus compinches para darle una tapadera al negocio. ¡Qué maquina!
Pero claro, blanquear esa clase de dineros no es tarea fácil, y la Fiscalía tiene encima una causa por legitimación de capitales, que es el delito de esconder el verdadero origen del dinero para que pare legal. Las penas por eso son de ocho a veinte años de cárcel, ¡échenle ojo! Por eso, dicen que las investigaciones van lentas, pero que andan buscando todos los cabos sueltos para meterle bala a este caso.
Lo bueno es que, por ahora, la Fiscalía decidió separar las causas para no atrasar el juicio por peculado. Mientras avanzan con el juicio por peculado, siguen picando piedra en la investigación de lavado de activos. El fiscal Ronald Segura nos explica que necesitan revisar toda la información financiera, un brete considerable, pero prometen no dejar ni un resquicio para que se escape la verdad. ¡Eso esperamos, chava!
Ahora bien, don Ricardo seguirá descontando cuatro meses más de prisión preventiva, mientras espera el juicio. Él, junto con otros siete empleados del banco, fueron arrestados el año pasado durante una serie de allanamientos del OIJ. Todo empezó cuando la Dirección de Control y Cumplimiento Normativo del BNCR detectó unas anomalías en la Administración del Numerario, y ahí salió a relucir el faltante de plata.
Las investigaciones apuntan a que Olivas sacaba fajos de billetes dentro de sobres de manila amarillos, aprovechándose de su posición en el Centro Interno de Procesamiento de Efectivo (CIPE). Caminaba tranquilito por la esclusa, con el dinero en la mano, y ¡zas!, se iba con la guagua llena. Parece sacado de una película, pero es la dura realidad. Además, se investiga si hubo otras sustracciones en los últimos cuatro años, ¡qué sal!
Definitivamente, este caso ha dejado a muchos pensando en cómo funciona la seguridad interna del Banco Nacional y en la confianza que depositamos en quienes manejan nuestros ahorros. Con tantas vueltas y complicaciones, me pregunto: ¿Creen que la Fiscalía logrará sentenciar a Olivas por ambos delitos, o este caso se irá al traste como tantos otros que hemos visto en Costa Rica?