¡Ay, Dios mío! Resulta que estamos todos, poquito a solito, durmiendo menos de lo que deberíamos. No es cuento, dicen los especialistas que casi el 30% de nosotros, los católicos, andamos cortos en horas de resaca... digo, de sueño. ¡Y eso no es pa' darle cosquillas al coco!
Lo peor es que esto no es solo cansancio para el día siguiente. No, señor. Esto va mucho más allá. Parece que le estás dando palo a tu cuerpo entero, porque la falta de sueño pega duro al metabolismo, te abre el apetito como si fueras un lobo hambriento, te hace engordar más rápido que chancho en Navidad y hasta te sube la presión como si estuvieras corriendo una maratón.
¿Y qué significa todo eso, te preguntas? Pues básicamente, que te estás poniendo en peligro de caerte en problemas de diabetes y enfermedades del corazón. ¡Qué bronca! Porque ya tenemos bastante con el estrés de la vida cotidiana, ahora encima tenemos que cuidarnos del sueño. Pero bueno, ahí les va la data.
El Doctor Chin Hao Chen Ku, que es un crack en endocrinología, nos explica que cuando no descansamos bien, nuestro cuerpo empieza a actuar raro. Se le resiste la insulina –ese mensajero que ayuda al azúcar a entrar en las células–, el hambre se dispara, la presión sube y el sistema nervioso se pone en modo alerta máxima. En resumen, ¡es una receta perfecta para el desastre!
Y no crean que solo es cuestión de sentirse cansado. Según el doctor, cuando le haces la onda al sueño, tu cerebro empieza a mandarle señales equivocadas al centro de control del apetito. Te da unas ganas terribles de comer, y lo que más se te antoja, ¡sorpresa!, son esas bollerías llenas de azúcar y harina blanca. ¿Se imaginan el daño?
Ahora, pensemos en nuestras costumbres. ¿Quién no se queda hasta tarde estudiando, trabajando o viendo Netflix? ¿Cuántos le damos al celular justo antes de irnos a la cama? ¿Y quién se anima a tomar un café por la tarde, pensando que así rinde más? Todos hemos caído en alguno de esos pecados, ¡y ahí está el resultado!
Pero ojo, que no todo está perdido. El doctor Chen Ku nos da algunas recomendaciones para recuperar el sueño. Primero, priorizar al menos siete horas diarias de descanso, como si fuera el brete más importante del mundo. Segundo, tratar de mantener horarios fijos para dormir y despertar, aunque el fin de semana quieras hacer la vaca. Tercero, dejarle tranquilos los celulares y computadoras unas horitas antes de acostarte, y cuarto, crear un ambiente en tu cuarto que te invite a descansar: oscuro, fresco y silencioso. Unas técnicas de relajación tampoco le hacen daño a nadie.
Así que, mi gente, ¡pongámonos las pilas y empecemos a cuidar nuestro sueño! No es solo para sentirnos con más ánimo, es para proteger nuestra salud a largo plazo. Ahora dime, ¿tú cuántas horas duermes normalmente y sientes que te alcanza para afrontar el día con toda la chispa? ¡Déjanos tus comentarios y compartamos consejos para dormir como campeones!
	
		
			
		
		
	
				
			Lo peor es que esto no es solo cansancio para el día siguiente. No, señor. Esto va mucho más allá. Parece que le estás dando palo a tu cuerpo entero, porque la falta de sueño pega duro al metabolismo, te abre el apetito como si fueras un lobo hambriento, te hace engordar más rápido que chancho en Navidad y hasta te sube la presión como si estuvieras corriendo una maratón.
¿Y qué significa todo eso, te preguntas? Pues básicamente, que te estás poniendo en peligro de caerte en problemas de diabetes y enfermedades del corazón. ¡Qué bronca! Porque ya tenemos bastante con el estrés de la vida cotidiana, ahora encima tenemos que cuidarnos del sueño. Pero bueno, ahí les va la data.
El Doctor Chin Hao Chen Ku, que es un crack en endocrinología, nos explica que cuando no descansamos bien, nuestro cuerpo empieza a actuar raro. Se le resiste la insulina –ese mensajero que ayuda al azúcar a entrar en las células–, el hambre se dispara, la presión sube y el sistema nervioso se pone en modo alerta máxima. En resumen, ¡es una receta perfecta para el desastre!
Y no crean que solo es cuestión de sentirse cansado. Según el doctor, cuando le haces la onda al sueño, tu cerebro empieza a mandarle señales equivocadas al centro de control del apetito. Te da unas ganas terribles de comer, y lo que más se te antoja, ¡sorpresa!, son esas bollerías llenas de azúcar y harina blanca. ¿Se imaginan el daño?
Ahora, pensemos en nuestras costumbres. ¿Quién no se queda hasta tarde estudiando, trabajando o viendo Netflix? ¿Cuántos le damos al celular justo antes de irnos a la cama? ¿Y quién se anima a tomar un café por la tarde, pensando que así rinde más? Todos hemos caído en alguno de esos pecados, ¡y ahí está el resultado!
Pero ojo, que no todo está perdido. El doctor Chen Ku nos da algunas recomendaciones para recuperar el sueño. Primero, priorizar al menos siete horas diarias de descanso, como si fuera el brete más importante del mundo. Segundo, tratar de mantener horarios fijos para dormir y despertar, aunque el fin de semana quieras hacer la vaca. Tercero, dejarle tranquilos los celulares y computadoras unas horitas antes de acostarte, y cuarto, crear un ambiente en tu cuarto que te invite a descansar: oscuro, fresco y silencioso. Unas técnicas de relajación tampoco le hacen daño a nadie.
Así que, mi gente, ¡pongámonos las pilas y empecemos a cuidar nuestro sueño! No es solo para sentirnos con más ánimo, es para proteger nuestra salud a largo plazo. Ahora dime, ¿tú cuántas horas duermes normalmente y sientes que te alcanza para afrontar el día con toda la chispa? ¡Déjanos tus comentarios y compartamos consejos para dormir como campeones!