¡Madre mía, qué vaina! Así podemos resumirlo: Septiembre cerró con una inflación interanual de -1%, según los datos oficiales del INEC que salieron a relucir este martes. Después de unos meses pensando que íbamos encaminados, parece que la economía tica nos está dando un buen susto. A ver si esto no se va al traste, porque ya estamos cansaditos de apretarnos el cinturón.
Para ponerle un poquito de contexto a esta situación, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) reflejó una disminución mensual de -0,40%. Esto significa que, por tercera vez consecutiva, los precios han ido a la baja. El panorama general pinta medio feo: acumulamos una variación de -1,95% hasta finales del tercer trimestre de este año. Pero ojo, que la cosa no es tan simple...
Lo curioso –y eso que a veces nos hacen sudar frío– es que, pese a que el IPC en general bajó, la mayoría de los artículos y servicios que lo componen (casi el 47%) sí subieron de precio. ¡Imagínense! Un 37% bajó, pero casi la mitad nos siguió sacando la vuelta al bolsillo. Parece que la cosa anda de ping pong, ¿no?
Ahora bien, ¿qué fue lo que más contribuyó a esta bajada general? Pues, ahí van los “favoritos” que nos ayudaron a aliviar un poco la cartera: telefonía móvil (-8,92%), tomate (-30,42%), boletos aéreos (-4,45%), carne molida de res (-4,60%), posta de cerdo (-5,60%), servicios de telecomunicaciones en paquetes (-1,14%), cebolla (-5,98%), chuleta de cerdo (-5,28%), lavadora de ropa (-5,79%) y chile dulce (-5,05%). Una canasta básica bien reducida, dirían algunos.
Pero como dice el dicho, “para gustos hay colores”. En el otro extremo de la balanza, encontramos aquellos productos y servicios que decidieron subir sus precios y hacernos gruñir. Entre ellos destacaron la educación universitaria (1,24%), automóviles nuevos (0,91%), paquetes turísticos al extranjero (1,86%), filete de pescado (5,65%), aceite (2,68%), papa (3,82%), diésel (2,35%), bebidas gaseosas (1,99%), frijoles (1,55%)… ¡y unas tortas de pollo que dejaron a muchos sin aliento, con un aumento del 7,40%! Vaya, vaya, parece que la comida rápida sigue siendo un lujo para algunos.
Si nos ponemos a analizarlo con calma, la situación es compleja. Por un lado, vemos una disminución general en el IPC, lo cual podría interpretarse como una señal positiva. Por otro lado, la persistencia de aumentos en bienes esenciales nos preocupa. Y ni hablar de cómo el precio del diésel afecta directamente a todos los demás productos y servicios... ¡Un brete!
Esta volatilidad económica nos recuerda que debemos estar atentos a las fluctuaciones del mercado y ajustar nuestros presupuestos en consecuencia. No podemos andar confiados, ¡porque la plata no crece en los árboles! Además, siempre es bueno buscar alternativas para ahorrar y proteger nuestro patrimonio. Quizás sea hora de reconsiderar esos gastos hormiga que tanto nos afectan a final de mes.
En fin, compañeros, ¿creen que esta tendencia negativa continuará en los próximos meses o lograremos estabilizar la economía? ¿Qué medidas creen que debería tomar el gobierno para enfrentar esta situación y ayudar a los ciudadanos a sobrellevarla? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensa el pueblo!
Para ponerle un poquito de contexto a esta situación, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) reflejó una disminución mensual de -0,40%. Esto significa que, por tercera vez consecutiva, los precios han ido a la baja. El panorama general pinta medio feo: acumulamos una variación de -1,95% hasta finales del tercer trimestre de este año. Pero ojo, que la cosa no es tan simple...
Lo curioso –y eso que a veces nos hacen sudar frío– es que, pese a que el IPC en general bajó, la mayoría de los artículos y servicios que lo componen (casi el 47%) sí subieron de precio. ¡Imagínense! Un 37% bajó, pero casi la mitad nos siguió sacando la vuelta al bolsillo. Parece que la cosa anda de ping pong, ¿no?
Ahora bien, ¿qué fue lo que más contribuyó a esta bajada general? Pues, ahí van los “favoritos” que nos ayudaron a aliviar un poco la cartera: telefonía móvil (-8,92%), tomate (-30,42%), boletos aéreos (-4,45%), carne molida de res (-4,60%), posta de cerdo (-5,60%), servicios de telecomunicaciones en paquetes (-1,14%), cebolla (-5,98%), chuleta de cerdo (-5,28%), lavadora de ropa (-5,79%) y chile dulce (-5,05%). Una canasta básica bien reducida, dirían algunos.
Pero como dice el dicho, “para gustos hay colores”. En el otro extremo de la balanza, encontramos aquellos productos y servicios que decidieron subir sus precios y hacernos gruñir. Entre ellos destacaron la educación universitaria (1,24%), automóviles nuevos (0,91%), paquetes turísticos al extranjero (1,86%), filete de pescado (5,65%), aceite (2,68%), papa (3,82%), diésel (2,35%), bebidas gaseosas (1,99%), frijoles (1,55%)… ¡y unas tortas de pollo que dejaron a muchos sin aliento, con un aumento del 7,40%! Vaya, vaya, parece que la comida rápida sigue siendo un lujo para algunos.
Si nos ponemos a analizarlo con calma, la situación es compleja. Por un lado, vemos una disminución general en el IPC, lo cual podría interpretarse como una señal positiva. Por otro lado, la persistencia de aumentos en bienes esenciales nos preocupa. Y ni hablar de cómo el precio del diésel afecta directamente a todos los demás productos y servicios... ¡Un brete!
Esta volatilidad económica nos recuerda que debemos estar atentos a las fluctuaciones del mercado y ajustar nuestros presupuestos en consecuencia. No podemos andar confiados, ¡porque la plata no crece en los árboles! Además, siempre es bueno buscar alternativas para ahorrar y proteger nuestro patrimonio. Quizás sea hora de reconsiderar esos gastos hormiga que tanto nos afectan a final de mes.
En fin, compañeros, ¿creen que esta tendencia negativa continuará en los próximos meses o lograremos estabilizar la economía? ¿Qué medidas creen que debería tomar el gobierno para enfrentar esta situación y ayudar a los ciudadanos a sobrellevarla? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensa el pueblo!
