¡Bamos a darle! A poco más de un año de las elecciones nacionales del 2026, parece que nos estamos tomando en serio esto de combatir la desinformación, diay. Un acuerdo nacional contra la desinformación y los discursos de odio ya lleva más de 450 firmas, lo cual es una chivísima señal de que alguien ahí arriba le está poniendo empeño a mantenernos bien informados para poder elegir con cabeza.
La cosa es que este acuerdo no es pa’ bromear, chunches. Candidatos presidenciales, aspirantes a diputados, periodistas, medios de comunicación, organizaciones sociales… ¡hasta ciudadanos particulares se están sumando! Esto demuestra que hay una preocupación generalizada por mejorar la calidad del debate público, porque vamos, la última vez que hubo elecciones casi nos peleamos todos en Facebook.
Hasta ahora, nueve candidaturas presidenciales ya metieron la firma: Claudia Dobles, José Aguilar, Ana Virginia Calzada, Claudio Alpízar, Marco Rodríguez, Ariel Robles, Eliécer Feinzaig, Álvaro Ramos y Boris Molina. Eso sí, en orden alfabético por partido político, pa' que no ande nadie buscando motivos pa’ reclamarle. Todos estos, supuestamente, comprometidos con la ética informativa y con no propagar mentiras ni hacerle daño a nadie con sus palabras – veremos si cumplen, mándale!
Y ojo, porque no es solo cuestión de decir “yo prometo no mentir”. El acuerdo trae obligaciones claras: respeto absoluto al TSE, verificar la información antes de lanzarla al mundo, corregir cualquier error que se cometa, rechazar la desinformación y los discursos de odio, y ni hablar de utilizar contenido manipulado, especialmente eso de la inteligencia artificial que anda generando imágenes súper convincentes pero totalmente inventadas. ¡Parece ciencia ficción!
Pero miren, aquí va la gran vara: la desinformación ya llegó pa’ quedarse. Las redes sociales, esos bretes donde pasamos horas, son caldo de cultivo perfecto para rumores, ataques personales y noticias falsas. Expertos dicen que esto no solo afecta la imagen de los candidatos, sino que también nos quita el derecho a tomar decisiones informadas, y eso, mis queridos, es la base de nuestra democracia. Pura sal.
El acuerdo está siendo impulsado por un grupo de organizaciones académicas, sociales y comunicativas que están vigilando de cerca cómo se cumple lo que se prometió. En enero de 2026 van a publicar un segundo informe pa’ ver quién sí cumplió y quién se fue al traste. Además, invitan a todos a seguir uniéndose a través de su página web y su cuenta de Instagram, así que compartan esa info con sus familiares y amigos, ¿eh?
Este acuerdo, en un ambiente político que está más polarizado que nunca, puede ser un termómetro ético pa’ medir el verdadero compromiso de los candidatos con la democracia. Ya no basta con promesas vacías; queremos ver acciones concretas. La campaña se va a disputar en las urnas, sí, pero también en la veracidad de la información que recibimos, y eso es algo que debemos tomarlo muy en serio. ¡A estar ojitos!
Ahora dime, vos, ¿crees que este acuerdo será suficiente para frenar la ola de desinformación en Costa Rica, o necesitamos medidas más drásticas? ¿Se trata sólo de buena voluntad de los candidatos o deberíamos esperar algún tipo de regulación más firme? Deja tu comentario abajo y cuéntame qué piensas, ¡pa’ echar pata atrás y debatir un rato!
La cosa es que este acuerdo no es pa’ bromear, chunches. Candidatos presidenciales, aspirantes a diputados, periodistas, medios de comunicación, organizaciones sociales… ¡hasta ciudadanos particulares se están sumando! Esto demuestra que hay una preocupación generalizada por mejorar la calidad del debate público, porque vamos, la última vez que hubo elecciones casi nos peleamos todos en Facebook.
Hasta ahora, nueve candidaturas presidenciales ya metieron la firma: Claudia Dobles, José Aguilar, Ana Virginia Calzada, Claudio Alpízar, Marco Rodríguez, Ariel Robles, Eliécer Feinzaig, Álvaro Ramos y Boris Molina. Eso sí, en orden alfabético por partido político, pa' que no ande nadie buscando motivos pa’ reclamarle. Todos estos, supuestamente, comprometidos con la ética informativa y con no propagar mentiras ni hacerle daño a nadie con sus palabras – veremos si cumplen, mándale!
Y ojo, porque no es solo cuestión de decir “yo prometo no mentir”. El acuerdo trae obligaciones claras: respeto absoluto al TSE, verificar la información antes de lanzarla al mundo, corregir cualquier error que se cometa, rechazar la desinformación y los discursos de odio, y ni hablar de utilizar contenido manipulado, especialmente eso de la inteligencia artificial que anda generando imágenes súper convincentes pero totalmente inventadas. ¡Parece ciencia ficción!
Pero miren, aquí va la gran vara: la desinformación ya llegó pa’ quedarse. Las redes sociales, esos bretes donde pasamos horas, son caldo de cultivo perfecto para rumores, ataques personales y noticias falsas. Expertos dicen que esto no solo afecta la imagen de los candidatos, sino que también nos quita el derecho a tomar decisiones informadas, y eso, mis queridos, es la base de nuestra democracia. Pura sal.
El acuerdo está siendo impulsado por un grupo de organizaciones académicas, sociales y comunicativas que están vigilando de cerca cómo se cumple lo que se prometió. En enero de 2026 van a publicar un segundo informe pa’ ver quién sí cumplió y quién se fue al traste. Además, invitan a todos a seguir uniéndose a través de su página web y su cuenta de Instagram, así que compartan esa info con sus familiares y amigos, ¿eh?
Este acuerdo, en un ambiente político que está más polarizado que nunca, puede ser un termómetro ético pa’ medir el verdadero compromiso de los candidatos con la democracia. Ya no basta con promesas vacías; queremos ver acciones concretas. La campaña se va a disputar en las urnas, sí, pero también en la veracidad de la información que recibimos, y eso es algo que debemos tomarlo muy en serio. ¡A estar ojitos!
Ahora dime, vos, ¿crees que este acuerdo será suficiente para frenar la ola de desinformación en Costa Rica, o necesitamos medidas más drásticas? ¿Se trata sólo de buena voluntad de los candidatos o deberíamos esperar algún tipo de regulación más firme? Deja tu comentario abajo y cuéntame qué piensas, ¡pa’ echar pata atrás y debatir un rato!