¡Ay, Dios mío! El Partido Liberación Nacional (PLN), esos mismos que siempre andan buscando cómo agarrarle al erario, ahora anda en un brete tremendo. Resulta que no pueden tocar la plata de la deuda política porque en San Ramón parece que nadie quiere jugar sus jueguitos políticos. Parece que el PLN se le secó el jarrito y ahora buscan culpar a unos cuantos asambleístas para poder seguir llenándose los bolsillos.
La bronca viene así: para recibir la deuda política – esa varita mágica que les permite financiar campañas sin sudar la camiseta – el PLN necesita renovar las estructuras en todos lados. Pero en San Ramón, allá donde parece que hay más gallos que plumas, no quieren mover dedo. Un grupo liderado por el exalcalde Nixon Ureña, esos maes que siempre andan armando vaca, se han encargado de sabotear las asambleas, haciendo que falten delegados y que no se pueda alcanzar el quórum. ¡Una pena!
Y ahí entra en juego el presidente del PLN, Ricardo Sancho, que anda sacando pecho diciendo que tienen el reglamento a favor. Según él, un delegado que se ausenta tres veces a las asambleas, ¡se va pa’ afuera! “El estatuto dice claramente que un delegado que se ausente a cualquier asamblea tres veces está sujeto a ser prácticamente despedido del partido”, soltó Sancho a los medios. Suena fuerte, ¿verdad? Como si echarle la culpa a unos pocos fuera la solución a todo el problema.
Pero fíjate la ironía: el PLN sabe que si echan a los asambleístas rebeldes, no resuelven la raíz del problema. Siguen necesitando renovar las estructuras, y eso requiere un poco más de esfuerzo que echarle la culpa a otros. Además, resulta que necesitan inversionistas dispuestos a ponerle la mano encima a sus campañas, a través de fideicomisos transparentes... ¡Eso sí que suena sospechoso! Porque, claro, ¿quién va a prestarle dinero a un partido con tanta pinta de estar metido en líos?
Sancho, con toda la sinceridad del mundo – o quizás no tanto – admitió que será “difícil” enfrentar la campaña sin la deuda política. Y vaya que es verdad. Imagínate tener que andar pidiendo limosna para mantener viva una campaña presidencial. Ese es el panorama al que se enfrentan los libertarios ahora mismo. Ya no es cuestión de ideologías ni propuestas, sino de juntarle al billete para no quedar como los bufones de la clase.
Ahora bien, no podemos olvidar que la deuda política es una herramienta turbia desde el principio. Un sistema que permite a los partidos recibir dinero público para financiar sus campañas, bajo la excusa de fortalecer la democracia. Pero la realidad es que beneficia a los partidos tradicionales, que ya tienen los contactos y los recursos necesarios para sacar provecho. Mientras tanto, los nuevos actores quedan relegados a un segundo plano.
Esta situación pone de manifiesto varias cosas. Primero, la necesidad urgente de reformar el sistema de financiamiento político en Costa Rica. Segundo, la falta de transparencia en la gestión de los recursos públicos. Y tercero, la persistencia de viejas prácticas políticas que impiden el desarrollo de una verdadera democracia participativa. ¡Parece que nunca vamos a salir del agujero!
Así que ya lo saben, queridos lectores. El PLN anda apurado, buscando soluciones rápidas para un problema que ellos mismos crearon. ¿Será que esta purga en San Ramón es solo un intento desesperado por salvar las apariencias, o realmente hay una intención genuina de renovar el partido desde adentro? ¿Creen que encontrar inversionistas para sus fideicomisos será tan fácil como lo pintan? ¡Déjenme sus opiniones en el foro, quiero saber qué piensan ustedes de este nuevo escándalo!
La bronca viene así: para recibir la deuda política – esa varita mágica que les permite financiar campañas sin sudar la camiseta – el PLN necesita renovar las estructuras en todos lados. Pero en San Ramón, allá donde parece que hay más gallos que plumas, no quieren mover dedo. Un grupo liderado por el exalcalde Nixon Ureña, esos maes que siempre andan armando vaca, se han encargado de sabotear las asambleas, haciendo que falten delegados y que no se pueda alcanzar el quórum. ¡Una pena!
Y ahí entra en juego el presidente del PLN, Ricardo Sancho, que anda sacando pecho diciendo que tienen el reglamento a favor. Según él, un delegado que se ausenta tres veces a las asambleas, ¡se va pa’ afuera! “El estatuto dice claramente que un delegado que se ausente a cualquier asamblea tres veces está sujeto a ser prácticamente despedido del partido”, soltó Sancho a los medios. Suena fuerte, ¿verdad? Como si echarle la culpa a unos pocos fuera la solución a todo el problema.
Pero fíjate la ironía: el PLN sabe que si echan a los asambleístas rebeldes, no resuelven la raíz del problema. Siguen necesitando renovar las estructuras, y eso requiere un poco más de esfuerzo que echarle la culpa a otros. Además, resulta que necesitan inversionistas dispuestos a ponerle la mano encima a sus campañas, a través de fideicomisos transparentes... ¡Eso sí que suena sospechoso! Porque, claro, ¿quién va a prestarle dinero a un partido con tanta pinta de estar metido en líos?
Sancho, con toda la sinceridad del mundo – o quizás no tanto – admitió que será “difícil” enfrentar la campaña sin la deuda política. Y vaya que es verdad. Imagínate tener que andar pidiendo limosna para mantener viva una campaña presidencial. Ese es el panorama al que se enfrentan los libertarios ahora mismo. Ya no es cuestión de ideologías ni propuestas, sino de juntarle al billete para no quedar como los bufones de la clase.
Ahora bien, no podemos olvidar que la deuda política es una herramienta turbia desde el principio. Un sistema que permite a los partidos recibir dinero público para financiar sus campañas, bajo la excusa de fortalecer la democracia. Pero la realidad es que beneficia a los partidos tradicionales, que ya tienen los contactos y los recursos necesarios para sacar provecho. Mientras tanto, los nuevos actores quedan relegados a un segundo plano.
Esta situación pone de manifiesto varias cosas. Primero, la necesidad urgente de reformar el sistema de financiamiento político en Costa Rica. Segundo, la falta de transparencia en la gestión de los recursos públicos. Y tercero, la persistencia de viejas prácticas políticas que impiden el desarrollo de una verdadera democracia participativa. ¡Parece que nunca vamos a salir del agujero!
Así que ya lo saben, queridos lectores. El PLN anda apurado, buscando soluciones rápidas para un problema que ellos mismos crearon. ¿Será que esta purga en San Ramón es solo un intento desesperado por salvar las apariencias, o realmente hay una intención genuina de renovar el partido desde adentro? ¿Creen que encontrar inversionistas para sus fideicomisos será tan fácil como lo pintan? ¡Déjenme sus opiniones en el foro, quiero saber qué piensan ustedes de este nuevo escándalo!