¡Ay, Dios mío! Quién lo diría, pinches problemas. Resulta que la demanda de electricidad en Costa Rica se está disparando como cohete, y parece que nuestros sistemas actuales no aguantan ni pa’ fotos. El ICE lo confirma, señores, estamos llegando a un punto crítico donde la lana que pagamos por la luz podría subir más de lo que nos gustan a nosotros, los tranquilos.
Kenneth Lobo, el profe del ICE encargado de planear estos bretes energéticos, nos cuenta que desde la pandemia hemos salido reventando, creciendo económicamente. Esto es bueno, obvio, nadie quiere ver al país botando, pero a cambio necesitamos más energía. Un buen trecho atrás, éramos modelo de sostenibilidad, pero ahora, ay, parece que nos estamos quedando cortos con toda esta juerga comercial.
Lo peor es que la movida de los carros eléctricos está complicando más la olla. Parece mentira, ¿verdad?, quieres hacer lo correcto para cuidar el planeta, y terminas contribuyendo a que la luz se vaya. Según Lobo, para el 2028 podríamos estar en una situación bien fea si no hacemos algo rápido. Imagínate, maes, apagones a diario, y encima pagando más caro por lo poquito que tengamos.
Pero no todo está perdido, todavía queda esperanza. La ley nos permite abrirle la puerta a la inversión privada para generar electricidad. Eso sí, tienen que garantizar que los precios sean justos, sino, ¡torta segura! Porque nadie quiere pagar un ojo de la cara por encender una bombilla, mucho menos en tiempos difíciles. Ojalá que la supervisión sea buena y no nos metan mano.
Ahora, ¿cómo funciona esto de la energía privada? Pues, hay dos formas principales. Una es que las empresas construyan las plantas y luego se las vendan al ICE, como si fuera un negocio limpio. La otra es que el ICE lance una licitación y, una vez terminado el trabajo, la planta pase a ser propiedad del Estado. Suena bonito, pero hay que estar ojo avizor para que todo esté legal y no haya nadie haciendo trampa.”
El problema, como siempre, es que las plantas privadas dependen de los recursos naturales: agua para las hidroeléctricas, viento para las eólicas, sol para las solares. Si no llueve, si no sopla el viento, si está nublado, pues ahí nomás, la producción baja. ¡Un diay! Esto hace que la energía privada sea un poco inestable, aunque dicen que están buscando soluciones más innovadoras. Lo importante es diversificar y no depender de una sola fuente, ¿me entienden?
Señores, señoras, esto es serio. Necesitamos que el gobierno ponga la lupa en este asunto y tome medidas urgentes. Invertir en nuevas tecnologías, promover la eficiencia energética, revisar los contratos con las empresas privadas... ¡todo vale para evitar que nos quedemos a oscuras! Porque al fin y al cabo, ¿qué es Costa Rica sin su tranquilidad y sus noches iluminadas?
Entonces, mi gente, aquí va la pregunta clave: ¿Ustedes creen que el gobierno está tomando las medidas correctas para enfrentar este problema de la demanda eléctrica? ¿O pensan que deberíamos darle más espacio a la iniciativa privada, aunque eso implique riesgos? ¡Den su opinión aquí abajo, quiero leer sus ideas!
Kenneth Lobo, el profe del ICE encargado de planear estos bretes energéticos, nos cuenta que desde la pandemia hemos salido reventando, creciendo económicamente. Esto es bueno, obvio, nadie quiere ver al país botando, pero a cambio necesitamos más energía. Un buen trecho atrás, éramos modelo de sostenibilidad, pero ahora, ay, parece que nos estamos quedando cortos con toda esta juerga comercial.
Lo peor es que la movida de los carros eléctricos está complicando más la olla. Parece mentira, ¿verdad?, quieres hacer lo correcto para cuidar el planeta, y terminas contribuyendo a que la luz se vaya. Según Lobo, para el 2028 podríamos estar en una situación bien fea si no hacemos algo rápido. Imagínate, maes, apagones a diario, y encima pagando más caro por lo poquito que tengamos.
Pero no todo está perdido, todavía queda esperanza. La ley nos permite abrirle la puerta a la inversión privada para generar electricidad. Eso sí, tienen que garantizar que los precios sean justos, sino, ¡torta segura! Porque nadie quiere pagar un ojo de la cara por encender una bombilla, mucho menos en tiempos difíciles. Ojalá que la supervisión sea buena y no nos metan mano.
Ahora, ¿cómo funciona esto de la energía privada? Pues, hay dos formas principales. Una es que las empresas construyan las plantas y luego se las vendan al ICE, como si fuera un negocio limpio. La otra es que el ICE lance una licitación y, una vez terminado el trabajo, la planta pase a ser propiedad del Estado. Suena bonito, pero hay que estar ojo avizor para que todo esté legal y no haya nadie haciendo trampa.”
El problema, como siempre, es que las plantas privadas dependen de los recursos naturales: agua para las hidroeléctricas, viento para las eólicas, sol para las solares. Si no llueve, si no sopla el viento, si está nublado, pues ahí nomás, la producción baja. ¡Un diay! Esto hace que la energía privada sea un poco inestable, aunque dicen que están buscando soluciones más innovadoras. Lo importante es diversificar y no depender de una sola fuente, ¿me entienden?
Señores, señoras, esto es serio. Necesitamos que el gobierno ponga la lupa en este asunto y tome medidas urgentes. Invertir en nuevas tecnologías, promover la eficiencia energética, revisar los contratos con las empresas privadas... ¡todo vale para evitar que nos quedemos a oscuras! Porque al fin y al cabo, ¿qué es Costa Rica sin su tranquilidad y sus noches iluminadas?
Entonces, mi gente, aquí va la pregunta clave: ¿Ustedes creen que el gobierno está tomando las medidas correctas para enfrentar este problema de la demanda eléctrica? ¿O pensan que deberíamos darle más espacio a la iniciativa privada, aunque eso implique riesgos? ¡Den su opinión aquí abajo, quiero leer sus ideas!