¡Aguante, pura vida! El temblorazo del martes pasado dejó a varios cholos pensando si realmente el Ovsicori nos alcanzó a avisar a tiempo. Con una magnitud de 6.1, la tierra se movió de manera considerable, y la respuesta del sistema de alerta temprana, pues digamos que generó más preguntas que respuestas. Muchos usuarios echaron humo por las redes sociales, diciendo que la alerta tardó demasiado o simplemente no la vieron llegar, y eso, claro, encendió las alarmas de muchos.
Como saben, el Observatorio Vulcanológico y Sismológico (Ovsicori) lleva un buen rato trabajando en este sistema de alerta temprana, buscando darle a la población unos segundos valiosos para resguardarse ante un sismo grande. Se han invertido recursos, se han hecho pruebas… Pero, ¿realmente funciona como debería? Este último temblor puso en tela de juicio la eficiencia del sistema, y ahora toca analizar qué pasó y cómo podemos mejorar la cosa para estar todos más tranquilos.
Marino Protti, el sismólogo estrella, salió a defender el trabajo del Ovsicori, explicando que el sistema operó como estaba programado, y que la percepción de tardanza dependerá mucho de dónde estés ubicado respecto al epicentro. Según él, para los sismos más cercanos, el margen de reacción es prácticamente nulo. “No hay tiempo para alertar”, dijo textualmente, recordándonos que la onda P es la que sentimos primero y que debemos estar atentos a cualquier sacudida, porque detrás vendrá la onda S más potente. ¡Un llamado a la conciencia colectiva, vamos!
Pero ojo, que no todo es tan simple. Protti también admitió que hubo demoras en el envío de la información a las redes sociales, aunque insistió en que eso es independiente del sistema de alerta temprana propiamente dicho. Dice que el algoritmo se activó, la alerta se generó correctamente... todo iba bien hasta que tuvo que viajar por internet para llegar a nuestros teléfonos. Ahí parece que hubo algún problemita, y ahí es donde muchos sintieron que la alerta les llegó tarde, precisamente cuando ya estaban sintiendo el temblor.
Para entenderlo mejor, el Ovsicori explica que la alerta se dispara cuando cuatro estaciones sísmicas detectan la señal y el algoritmo estima que la magnitud supera las 3.8. En el caso del sismo del martes, la onda P ya había recorrido el Valle Central cuando el algoritmo se dio cuenta de la magnitud. Eso quiere decir que a algunas personas les llegó la alerta antes de sentir nada, mientras que a otras, ¡pues ya estábamos temblando como hojas! Imaginen el susto, chunches.
La buena noticia es que el Ovsicori está tomando cartas en el asunto. Han puesto en marcha una encuesta para recopilar información sobre el momento exacto en que los usuarios recibieron la alerta, con el objetivo de identificar posibles cuellos de botella en la transmisión de datos. Quieren saber cuánto tarda la alerta en ir del servidor al teléfono, y así buscar formas de acelerar el proceso. ¡Se nota que quieren ponerle empeño y mejorar el servicio!
Además, es importante recordar que el sistema de alerta temprana ha demostrado ser bastante fiable desde que se implementó hace poco más de dos años. Incluso bajaron el umbral de magnitud a 3.8 para mandar alertas más seguido y mantener la herramienta activa. Y dicen que no han tenido falsas alarmas, así que, en general, el sistema ha funcionado bien. Eso sí, Protti recalcó que la población necesita entender cómo interpretar las alertas y qué esperar de ellas, porque no es una garantía absoluta de protección, especialmente en sismos cercanos.
Ahora bien, dejando atrás los tecnicismos y volviendo a la realidad, la gran pregunta que queda en el aire es: ¿Estamos confiando demasiado en la tecnología y descuidando la preparación básica ante un sismo? ¿Deberíamos enfocarnos más en educar a la población sobre cómo actuar durante un temblor, en lugar de depender exclusivamente de las alertas tempranas? ¡Díganme sus opiniones, cholos! ¿Ustedes creen que el sistema de alerta temprana necesita cambios drásticos o que estamos exagerando con las expectativas?
Como saben, el Observatorio Vulcanológico y Sismológico (Ovsicori) lleva un buen rato trabajando en este sistema de alerta temprana, buscando darle a la población unos segundos valiosos para resguardarse ante un sismo grande. Se han invertido recursos, se han hecho pruebas… Pero, ¿realmente funciona como debería? Este último temblor puso en tela de juicio la eficiencia del sistema, y ahora toca analizar qué pasó y cómo podemos mejorar la cosa para estar todos más tranquilos.
Marino Protti, el sismólogo estrella, salió a defender el trabajo del Ovsicori, explicando que el sistema operó como estaba programado, y que la percepción de tardanza dependerá mucho de dónde estés ubicado respecto al epicentro. Según él, para los sismos más cercanos, el margen de reacción es prácticamente nulo. “No hay tiempo para alertar”, dijo textualmente, recordándonos que la onda P es la que sentimos primero y que debemos estar atentos a cualquier sacudida, porque detrás vendrá la onda S más potente. ¡Un llamado a la conciencia colectiva, vamos!
Pero ojo, que no todo es tan simple. Protti también admitió que hubo demoras en el envío de la información a las redes sociales, aunque insistió en que eso es independiente del sistema de alerta temprana propiamente dicho. Dice que el algoritmo se activó, la alerta se generó correctamente... todo iba bien hasta que tuvo que viajar por internet para llegar a nuestros teléfonos. Ahí parece que hubo algún problemita, y ahí es donde muchos sintieron que la alerta les llegó tarde, precisamente cuando ya estaban sintiendo el temblor.
Para entenderlo mejor, el Ovsicori explica que la alerta se dispara cuando cuatro estaciones sísmicas detectan la señal y el algoritmo estima que la magnitud supera las 3.8. En el caso del sismo del martes, la onda P ya había recorrido el Valle Central cuando el algoritmo se dio cuenta de la magnitud. Eso quiere decir que a algunas personas les llegó la alerta antes de sentir nada, mientras que a otras, ¡pues ya estábamos temblando como hojas! Imaginen el susto, chunches.
La buena noticia es que el Ovsicori está tomando cartas en el asunto. Han puesto en marcha una encuesta para recopilar información sobre el momento exacto en que los usuarios recibieron la alerta, con el objetivo de identificar posibles cuellos de botella en la transmisión de datos. Quieren saber cuánto tarda la alerta en ir del servidor al teléfono, y así buscar formas de acelerar el proceso. ¡Se nota que quieren ponerle empeño y mejorar el servicio!
Además, es importante recordar que el sistema de alerta temprana ha demostrado ser bastante fiable desde que se implementó hace poco más de dos años. Incluso bajaron el umbral de magnitud a 3.8 para mandar alertas más seguido y mantener la herramienta activa. Y dicen que no han tenido falsas alarmas, así que, en general, el sistema ha funcionado bien. Eso sí, Protti recalcó que la población necesita entender cómo interpretar las alertas y qué esperar de ellas, porque no es una garantía absoluta de protección, especialmente en sismos cercanos.
Ahora bien, dejando atrás los tecnicismos y volviendo a la realidad, la gran pregunta que queda en el aire es: ¿Estamos confiando demasiado en la tecnología y descuidando la preparación básica ante un sismo? ¿Deberíamos enfocarnos más en educar a la población sobre cómo actuar durante un temblor, en lugar de depender exclusivamente de las alertas tempranas? ¡Díganme sus opiniones, cholos! ¿Ustedes creen que el sistema de alerta temprana necesita cambios drásticos o que estamos exagerando con las expectativas?