¡Ay, Dios mío! La onda se armó tremenda en las redes sociales este martes, con unas publicaciones que decían que el otrora presidente Carlos Alvarado se había echado un juguito de pensión de expresidente pa' ayudarle a Claudia Dobles en su campaña. ¿Se imaginan la bronca? Porque ya sabemos que el tema de los viejos mandatos y el qué se les da siempre prende la mecha entre los ticos.
La cosa empezó con unos mensajes que circularon como reguero de pólvora, acusándolo directamente de haber metido la mano al erario público y usándolo para impulsar a su colega. Decían que se había sacado una lana considerable y que eso iba en contra de lo que él mismo había dicho tiempo atrás, que no pensaba tocar esa plata. Como si no tuviéramos suficiente con los problemas del país, ahora esto. Un clásico, diay.
Pero Alvarado, rápido como un rayo, salió a negar rotundamente la acusación, usando todas sus redes para decir que era pura mentira. Con toda la calma del mundo, y sin echarle tierra a nadie, le dijo al país que no ha tramitado ninguna pensión, ni recibe, ni hay ningún montoncito guardadito ahí. Y añadió, con un toque de hartazgo, que cualquier medio serio podía ir a verificarlo directamente al Ministerio de Trabajo. ¡Así, directo al grano!
Y no paró ahí, porque también aprovechó para aclarar que todos sus ingresos provienen de su chamba actual, dejando claro que esa información es pura paja mental que circulan por internet. Algo así como “ya saben cómo es la cosa, siempre hay alguien buscando hacer escándalo”. Él tranquilo, haciendo su brete, mientras otros andan buscando darle más drama a la cosa. Uno diría que esto es parte de la estrategia de desprestigio que tanto nos han enseñado a ver en Costa Rica, y justo antes de elecciones… ¡qué conveniente!, dicen algunos.
Este caso levanta varias cejas, especialmente porque viene en un momento crucial para la política nacional. Estamos a pocos meses de elegir a nuestros representantes y cualquier tipo de acusación, por muy infundada que parezca, puede influir en la opinión pública. Además, recordemos que la figura de expresidente en Costa Rica siempre ha estado rodeada de controversia, desde los privilegios hasta la transparencia en el uso de recursos públicos. Una vara delicada, la verdad.
Expertos en comunicación política opinan que este tipo de ataques pueden ser efectivos para distraer la atención de temas más importantes, o para debilitar a un candidato específico. La idea es sembrar dudas en la mente de los votantes y crear un clima de incertidumbre. Pero también apuntan a que estos mismos ataques pueden salirle caro a quien los lanza, si se demuestra que carecen de fundamento. Se necesita mucha maña para mover esos hilos y no meter la pata, vamos.
Lo cierto es que este episodio pone nuevamente en el tapete la necesidad de fortalecer los mecanismos de control y fiscalización del uso de recursos públicos, y de promover una cultura de transparencia y rendición de cuentas en nuestra clase política. Porque al final del día, nosotros los ciudadanos tenemos derecho a saber cómo se gasta nuestro dinero y quiénes son los responsables de tomar esas decisiones. Es hora de dejar de lado la vejiga política y empezar a exigir resultados concretos, chunches.
¿Ustedes creen que esta polémica es parte de una estrategia más amplia para afectar la imagen de Claudia Dobles y el partido Acción Ciudadana, o simplemente se trata de rumores sin mayor trascendencia? ¿Deberíamos esperar mayores aclaraciones por parte de las autoridades competentes, o dejar que la cosa siga fluyendo en las redes sociales?
La cosa empezó con unos mensajes que circularon como reguero de pólvora, acusándolo directamente de haber metido la mano al erario público y usándolo para impulsar a su colega. Decían que se había sacado una lana considerable y que eso iba en contra de lo que él mismo había dicho tiempo atrás, que no pensaba tocar esa plata. Como si no tuviéramos suficiente con los problemas del país, ahora esto. Un clásico, diay.
Pero Alvarado, rápido como un rayo, salió a negar rotundamente la acusación, usando todas sus redes para decir que era pura mentira. Con toda la calma del mundo, y sin echarle tierra a nadie, le dijo al país que no ha tramitado ninguna pensión, ni recibe, ni hay ningún montoncito guardadito ahí. Y añadió, con un toque de hartazgo, que cualquier medio serio podía ir a verificarlo directamente al Ministerio de Trabajo. ¡Así, directo al grano!
Y no paró ahí, porque también aprovechó para aclarar que todos sus ingresos provienen de su chamba actual, dejando claro que esa información es pura paja mental que circulan por internet. Algo así como “ya saben cómo es la cosa, siempre hay alguien buscando hacer escándalo”. Él tranquilo, haciendo su brete, mientras otros andan buscando darle más drama a la cosa. Uno diría que esto es parte de la estrategia de desprestigio que tanto nos han enseñado a ver en Costa Rica, y justo antes de elecciones… ¡qué conveniente!, dicen algunos.
Este caso levanta varias cejas, especialmente porque viene en un momento crucial para la política nacional. Estamos a pocos meses de elegir a nuestros representantes y cualquier tipo de acusación, por muy infundada que parezca, puede influir en la opinión pública. Además, recordemos que la figura de expresidente en Costa Rica siempre ha estado rodeada de controversia, desde los privilegios hasta la transparencia en el uso de recursos públicos. Una vara delicada, la verdad.
Expertos en comunicación política opinan que este tipo de ataques pueden ser efectivos para distraer la atención de temas más importantes, o para debilitar a un candidato específico. La idea es sembrar dudas en la mente de los votantes y crear un clima de incertidumbre. Pero también apuntan a que estos mismos ataques pueden salirle caro a quien los lanza, si se demuestra que carecen de fundamento. Se necesita mucha maña para mover esos hilos y no meter la pata, vamos.
Lo cierto es que este episodio pone nuevamente en el tapete la necesidad de fortalecer los mecanismos de control y fiscalización del uso de recursos públicos, y de promover una cultura de transparencia y rendición de cuentas en nuestra clase política. Porque al final del día, nosotros los ciudadanos tenemos derecho a saber cómo se gasta nuestro dinero y quiénes son los responsables de tomar esas decisiones. Es hora de dejar de lado la vejiga política y empezar a exigir resultados concretos, chunches.
¿Ustedes creen que esta polémica es parte de una estrategia más amplia para afectar la imagen de Claudia Dobles y el partido Acción Ciudadana, o simplemente se trata de rumores sin mayor trascendencia? ¿Deberíamos esperar mayores aclaraciones por parte de las autoridades competentes, o dejar que la cosa siga fluyendo en las redes sociales?
