¡Ay, Dios mío! Esto sí que es bronca. Entre tanta preocupación por el clima y el precio del frijol, resulta que unos tipos andaban armados hasta los dientes en plena zona protegida de Sarapiquí. ¡Qué torta! Parece sacado de película, pero esto pasó a la realidad y nos deja pensando qué diablos está pasando con la seguridad en nuestros parques nacionales.
La cosa fue descubierta durante un operativo rutinario por temas de tala ilegal en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Corredor Fronterizo Norte, específicamente en Tambor de Cureña. Imagínate, van revisando si hay gente talando árboles y, ¡bam!, se topan con un arsenal digno de Rambo. Al parecer, el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), el MINAE, el OIJ, y hasta la DIS pusieron sus manos en la masa para desenmarañar este brete.
Según el reporte oficial, detuvieron a un señor llamado Mora Cerdas, quien iba paseando tranquilamente en una pickup cargada con cosas turbias. Hablamos de una pistola 9 milímetros, dos rifles Remington calibre .22, una escopeta calibre 12, ¡una montaña de balas!, radios para comunicarse entre ellos como si fueran ninjas, un dron para vigilar la zona, y encima… ¡más de millón doscientos mil colones en efectivo! Diay, ¿para qué querían tanto chunche?
El ministro Franz Tattenbach, no se quedó callado, obviamente. Dijo que esto demuestra la magnitud del problema que tenemos con la gente que no respeta la naturaleza. Remarcó que necesitamos que todos pongamos el hombro para cuidar nuestros espacios silvestres y que las autoridades necesitan nuestro apoyo ciudadano. Y vaya que la razón no le falta, porque estas áreas son vitales para nuestra fauna y flora, y para mantener el equilibrio ecológico del país. Que se entienda, no es un juego.
Y hablando de apoyo ciudadano, el ministro Tattenbach aprovechó para recordarles a todos que si ven algo raro, pueden denunciarlo al 1192 o a través de la plataforma SITADA. Así que ya saben, si andan rondando personas sospechosas cerca de los parques, pongan atención y avisen a las autoridades. Mejor prevenir que lamentar, dicen por ahí. Ser proactivos nunca viene mal, ¿verdad?
Esto me recuerda a otros casos que hemos visto por ahí, donde la tala ilegal va de la mano con actividades ilícitas. No es ningún secreto que algunos grupos aprovechan la vulnerabilidad de estas zonas para mover droga, lavar plata, o incluso financiar otras actividades turbias. Es preocupante que estos lugares, que deberían estar protegidos, sean utilizados para fines tan nefastos. Necesitamos fortalecer la presencia policial y aumentar los controles en estas áreas, así como hacer más efectiva la persecución de estos delitos.
Ahora bien, más allá de lo legal y lo técnico, esto nos plantea una reflexión profunda sobre la relación que tenemos como sociedad con la naturaleza. ¿Estamos realmente comprometidos con la protección del medio ambiente? ¿Somos conscientes de que nuestros actos tienen consecuencias? A veces parece que solo pensamos en lo inmediato y olvidamos que estamos destruyendo el futuro de nuestros hijos y nietos. Tenemos que cambiar esa mentalidad y empezar a valorar lo que verdaderamente importa: un planeta sano y sostenible para todos.
Pero volviendo a la noticia, la pregunta del millón es: ¿Quiénes estaban detrás de este arsenal y cuál era su propósito final? ¿Será que esta es solo la punta del iceberg y hay una red mucho mayor operando en las zonas fronterizas del país? ¿Cómo podemos, como sociedad costarricense, fortalecer la vigilancia y protección de nuestras áreas silvestres protegiendo al mismo tiempo a las comunidades que dependen de ellas? Déjenme saber su opinión al respecto en los comentarios del foro.
La cosa fue descubierta durante un operativo rutinario por temas de tala ilegal en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Corredor Fronterizo Norte, específicamente en Tambor de Cureña. Imagínate, van revisando si hay gente talando árboles y, ¡bam!, se topan con un arsenal digno de Rambo. Al parecer, el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), el MINAE, el OIJ, y hasta la DIS pusieron sus manos en la masa para desenmarañar este brete.
Según el reporte oficial, detuvieron a un señor llamado Mora Cerdas, quien iba paseando tranquilamente en una pickup cargada con cosas turbias. Hablamos de una pistola 9 milímetros, dos rifles Remington calibre .22, una escopeta calibre 12, ¡una montaña de balas!, radios para comunicarse entre ellos como si fueran ninjas, un dron para vigilar la zona, y encima… ¡más de millón doscientos mil colones en efectivo! Diay, ¿para qué querían tanto chunche?
El ministro Franz Tattenbach, no se quedó callado, obviamente. Dijo que esto demuestra la magnitud del problema que tenemos con la gente que no respeta la naturaleza. Remarcó que necesitamos que todos pongamos el hombro para cuidar nuestros espacios silvestres y que las autoridades necesitan nuestro apoyo ciudadano. Y vaya que la razón no le falta, porque estas áreas son vitales para nuestra fauna y flora, y para mantener el equilibrio ecológico del país. Que se entienda, no es un juego.
Y hablando de apoyo ciudadano, el ministro Tattenbach aprovechó para recordarles a todos que si ven algo raro, pueden denunciarlo al 1192 o a través de la plataforma SITADA. Así que ya saben, si andan rondando personas sospechosas cerca de los parques, pongan atención y avisen a las autoridades. Mejor prevenir que lamentar, dicen por ahí. Ser proactivos nunca viene mal, ¿verdad?
Esto me recuerda a otros casos que hemos visto por ahí, donde la tala ilegal va de la mano con actividades ilícitas. No es ningún secreto que algunos grupos aprovechan la vulnerabilidad de estas zonas para mover droga, lavar plata, o incluso financiar otras actividades turbias. Es preocupante que estos lugares, que deberían estar protegidos, sean utilizados para fines tan nefastos. Necesitamos fortalecer la presencia policial y aumentar los controles en estas áreas, así como hacer más efectiva la persecución de estos delitos.
Ahora bien, más allá de lo legal y lo técnico, esto nos plantea una reflexión profunda sobre la relación que tenemos como sociedad con la naturaleza. ¿Estamos realmente comprometidos con la protección del medio ambiente? ¿Somos conscientes de que nuestros actos tienen consecuencias? A veces parece que solo pensamos en lo inmediato y olvidamos que estamos destruyendo el futuro de nuestros hijos y nietos. Tenemos que cambiar esa mentalidad y empezar a valorar lo que verdaderamente importa: un planeta sano y sostenible para todos.
Pero volviendo a la noticia, la pregunta del millón es: ¿Quiénes estaban detrás de este arsenal y cuál era su propósito final? ¿Será que esta es solo la punta del iceberg y hay una red mucho mayor operando en las zonas fronterizas del país? ¿Cómo podemos, como sociedad costarricense, fortalecer la vigilancia y protección de nuestras áreas silvestres protegiendo al mismo tiempo a las comunidades que dependen de ellas? Déjenme saber su opinión al respecto en los comentarios del foro.