Bueno, pues resulta que la cosa está peor de lo que pensábamos. Según la ONU, las emisiones de gases de efecto invernadero subieron otro 2,3% el año pasado. ¡Un despache tremendo! Esto significa que seguimos acelerando hacia un futuro donde nos vamos a mojar hasta las cejas con problemas medioambientales. Ya saben, olas gigantes, sequías que te dejan la garganta seca y tormentas que arrasan con todo.
Para ponerle pausa a la cosa, los científicos dicen que pasar del límite de 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales es como tocar fondo. Las consecuencias serían de película, pero de esas que nadie quiere ver. Piensa en los arrecifes de coral, que ya andan pálidos, las selvas muriéndose... ¡Una verdadera torta! Y no hablemos de cómo subiría el nivel del mar, echándonos a todos a buscar terreno más alto.
Lo que dice el reporte de la ONU es que estamos camino a superar ese límite. Dicen que, si seguimos así, en poco tiempo vamos a estar nadando en problemas. Pero ojo, que esto no es excusa para echarle agua al problema. Tenemos que movernos, cambiar las cosas antes de que sea demasiado tarde. Se viene la COP30 en Brasil, ¡a ver qué sale de ahí!
El Secretario General de la ONU, António Guterres, lo puso claro: “Es sencillo, pero no fácil: tenemos que asegurarnos de que cualquier vez que nos pasemos de la raya sea lo más corto y pequeño posible”. Suena poético, ¿verdad? Pero la realidad es que necesitamos acciones concretas, no solo palabras bonitas. Países como India, China, Rusia e Indonesia siguen tirando leña al fuego, y eso no es precisamente un buen augurio.
Y aquí, en Costa Rica, no somos ajenos a esto. Aunque hemos hecho nuestro brete con la sostenibilidad y la energía renovable, también tenemos áreas de mejora. Seguimos dependiendo de ciertos combustibles fósiles, y nuestras prácticas agrícolas pueden tener un impacto ambiental importante. Hay que analizarlo con lupa, porque no podemos andar con rodeos.
Lo más preocupante es que, aunque hay acuerdos internacionales, la mayoría de los países no cumplen ni la mitad de lo prometido. Según el informe, si hacemos caso a los planes que ya existen, el calentamiento podría llegar a ser de 2,3 a 2,5 grados Celsius para el año 2100. ¡Imagínate qué calorón va a hacer! Y no solo calor, sino también más huracanes, inundaciones y desastres naturales.
Esto me hace pensar en nuestros hijos y nietos. ¿Qué clase de planeta les vamos a dejar? Un lugar inhabitable, lleno de problemas ambientales y conflictos por recursos escasos… No, gracias. Tenemos que despertar como sociedad y exigir cambios reales a nuestros gobiernos y empresas. ¡No podemos seguir siendo cómplices de nuestra propia destrucción!
En fin, la situación es complicada, pero aún hay esperanza. Necesitamos una movilización masiva, tanto a nivel individual como colectivo. Cada pequeña acción cuenta, desde reducir nuestro consumo de energía hasta apoyar iniciativas sostenibles. Ahora dime, ¿crees que realmente estamos haciendo lo suficiente para frenar el cambio climático y evitar que nos vayamos al traste?
Para ponerle pausa a la cosa, los científicos dicen que pasar del límite de 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales es como tocar fondo. Las consecuencias serían de película, pero de esas que nadie quiere ver. Piensa en los arrecifes de coral, que ya andan pálidos, las selvas muriéndose... ¡Una verdadera torta! Y no hablemos de cómo subiría el nivel del mar, echándonos a todos a buscar terreno más alto.
Lo que dice el reporte de la ONU es que estamos camino a superar ese límite. Dicen que, si seguimos así, en poco tiempo vamos a estar nadando en problemas. Pero ojo, que esto no es excusa para echarle agua al problema. Tenemos que movernos, cambiar las cosas antes de que sea demasiado tarde. Se viene la COP30 en Brasil, ¡a ver qué sale de ahí!
El Secretario General de la ONU, António Guterres, lo puso claro: “Es sencillo, pero no fácil: tenemos que asegurarnos de que cualquier vez que nos pasemos de la raya sea lo más corto y pequeño posible”. Suena poético, ¿verdad? Pero la realidad es que necesitamos acciones concretas, no solo palabras bonitas. Países como India, China, Rusia e Indonesia siguen tirando leña al fuego, y eso no es precisamente un buen augurio.
Y aquí, en Costa Rica, no somos ajenos a esto. Aunque hemos hecho nuestro brete con la sostenibilidad y la energía renovable, también tenemos áreas de mejora. Seguimos dependiendo de ciertos combustibles fósiles, y nuestras prácticas agrícolas pueden tener un impacto ambiental importante. Hay que analizarlo con lupa, porque no podemos andar con rodeos.
Lo más preocupante es que, aunque hay acuerdos internacionales, la mayoría de los países no cumplen ni la mitad de lo prometido. Según el informe, si hacemos caso a los planes que ya existen, el calentamiento podría llegar a ser de 2,3 a 2,5 grados Celsius para el año 2100. ¡Imagínate qué calorón va a hacer! Y no solo calor, sino también más huracanes, inundaciones y desastres naturales.
Esto me hace pensar en nuestros hijos y nietos. ¿Qué clase de planeta les vamos a dejar? Un lugar inhabitable, lleno de problemas ambientales y conflictos por recursos escasos… No, gracias. Tenemos que despertar como sociedad y exigir cambios reales a nuestros gobiernos y empresas. ¡No podemos seguir siendo cómplices de nuestra propia destrucción!
En fin, la situación es complicada, pero aún hay esperanza. Necesitamos una movilización masiva, tanto a nivel individual como colectivo. Cada pequeña acción cuenta, desde reducir nuestro consumo de energía hasta apoyar iniciativas sostenibles. Ahora dime, ¿crees que realmente estamos haciendo lo suficiente para frenar el cambio climático y evitar que nos vayamos al traste?