¡Ay, mi Dios! Aquí la cosa se está poniendo rara, muy rara. Desde hace unas semanas, la tranquilidad del Pacífico Sur ha sido interrumpida por un enjambre sísmico que está dejando a más de un vecino con el corazón en la boca. El Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) nos soltó la bomba: más de 700 temblores en menos de un mes entre Uvita y Quepos. ¡Qué carga!
Y no son temblequitas suaves, no, no. Empezaron con unos buenos sustos de magnitud 5.0 y 5.6, y desde entonces ni dejan respirar. Los sismógrafos están trabajando a marchas forzadas, los expertos analizando cada onda, y nosotros, los que vivimos acá, revisando si tenemos la mochila de 72 horas lista. ¡Diay, esto da miedo!
Pero, ¿qué diablos está pasando realmente? Resulta que la Placa del Coco no está haciendo lo que normalmente hace, que es meterse poquito a poco debajo de la Placa de Panamá. Según Walter Jiménez, el experto de Ovsicori, la placa se está “arrugando”, se está deformando internamente. Imagínenla como una sábana que le estás metiendo el dedo en medio, creando pliegues y tensiones. Eso, mis amigos, es lo que nos está causando estos temblores.
“La placa del Coco no se está introduciendo debajo de la placa de Panamá, sino que ella misma se deforma… y nos genera esa sismicidad”, nos explica Jiménez. Y eso, pa’ ponerlo en cristiano, significa que la situación es más compleja de lo que pensábamos. Ya no es solo el choque de placas, es algo más intrincado, más impredecible.
La advertencia, claro, es la que todos queríamos evitar escuchar. Jiménez no descarta la posibilidad de que se produzcan sismos de magnitudes importantes en el futuro. ¡Qué sal! Aclaró que el Pacífico Sur es una de las zonas más sísmicamente activas y complejas del país. Estamos hablando de un riesgo real, gente, así que no nos pongamos a negar la realidad. Mejor prevenir que lamentar, como dice mi abuela.
Este enjambre sísmico pone fin a un año bastante movidito para Costa Rica en cuanto a actividad geológica se refiere. Agosto fue el mes más agitado, con 18 sismos percibidos, y marzo nos recordaron la vulnerabilidad de nuestra zona sur con un temblor de 6.1 grados en la frontera con Panamá. Parece que la Madre Tierra anda de malas, buscando liberar toda la energía que ha ido acumulando.
Por eso, las autoridades nos piden mantener la calma, pero también estar preparados. Actualizar nuestros planes de emergencia, asegurarnos de que los muebles pesados estén bien sujetos, tener a mano la mochila de 72 horas con lo básico. Porque, aunque parezca mentira, la tierra sigue temblando, y la prevención es nuestra mejor arma contra cualquier eventualidad. Hay que estar atentos, bretes.
Ahora, díganme sinceramente, ¿ustedes se sienten tranquilos con esta información? ¿Creen que deberíamos estar tomando medidas más drásticas para protegernos de posibles terremotos mayores? Vamos, compartan sus opiniones y experiencias en el foro, porque en esto de la seguridad personal, la unión hace la fuerza. ¡Quehále, pura vida!
Y no son temblequitas suaves, no, no. Empezaron con unos buenos sustos de magnitud 5.0 y 5.6, y desde entonces ni dejan respirar. Los sismógrafos están trabajando a marchas forzadas, los expertos analizando cada onda, y nosotros, los que vivimos acá, revisando si tenemos la mochila de 72 horas lista. ¡Diay, esto da miedo!
Pero, ¿qué diablos está pasando realmente? Resulta que la Placa del Coco no está haciendo lo que normalmente hace, que es meterse poquito a poco debajo de la Placa de Panamá. Según Walter Jiménez, el experto de Ovsicori, la placa se está “arrugando”, se está deformando internamente. Imagínenla como una sábana que le estás metiendo el dedo en medio, creando pliegues y tensiones. Eso, mis amigos, es lo que nos está causando estos temblores.
“La placa del Coco no se está introduciendo debajo de la placa de Panamá, sino que ella misma se deforma… y nos genera esa sismicidad”, nos explica Jiménez. Y eso, pa’ ponerlo en cristiano, significa que la situación es más compleja de lo que pensábamos. Ya no es solo el choque de placas, es algo más intrincado, más impredecible.
La advertencia, claro, es la que todos queríamos evitar escuchar. Jiménez no descarta la posibilidad de que se produzcan sismos de magnitudes importantes en el futuro. ¡Qué sal! Aclaró que el Pacífico Sur es una de las zonas más sísmicamente activas y complejas del país. Estamos hablando de un riesgo real, gente, así que no nos pongamos a negar la realidad. Mejor prevenir que lamentar, como dice mi abuela.
Este enjambre sísmico pone fin a un año bastante movidito para Costa Rica en cuanto a actividad geológica se refiere. Agosto fue el mes más agitado, con 18 sismos percibidos, y marzo nos recordaron la vulnerabilidad de nuestra zona sur con un temblor de 6.1 grados en la frontera con Panamá. Parece que la Madre Tierra anda de malas, buscando liberar toda la energía que ha ido acumulando.
Por eso, las autoridades nos piden mantener la calma, pero también estar preparados. Actualizar nuestros planes de emergencia, asegurarnos de que los muebles pesados estén bien sujetos, tener a mano la mochila de 72 horas con lo básico. Porque, aunque parezca mentira, la tierra sigue temblando, y la prevención es nuestra mejor arma contra cualquier eventualidad. Hay que estar atentos, bretes.
Ahora, díganme sinceramente, ¿ustedes se sienten tranquilos con esta información? ¿Creen que deberíamos estar tomando medidas más drásticas para protegernos de posibles terremotos mayores? Vamos, compartan sus opiniones y experiencias en el foro, porque en esto de la seguridad personal, la unión hace la fuerza. ¡Quehále, pura vida!