¡Ay, Dios mío, qué vara! Resulta que el Banco Central anduvo bajando la Tasa Política Monetaria (TPM) como si fuera despacio, y nosotros, los pobres mortales, todavía pagando intereses altos por nuestros préstamos. Un estudio de la Universidad Nacional (UNA) le dio duro al asunto, demostrando que los bancos se están tomando su tiempo para pasarle esos descuentos a los clientes. ¡Parece broma!
Según el Observatorio Económico y Social de la UNA, desde que empezaron a bajar la TPM en marzo del 2023, la Tasa Básica Pasiva (TBP), que mide cuánto nos dan por ahorrar, sí ha respondido más rápido. Pero las tasas activas, esas que nos cobran por los préstamos, han sido más reticentes. Roxana Morales, la economista a cargo del estudio, dice que las tasas de interés activas varían mucho dependiendo del banco y el tipo de préstamo. ¡Un verdadero relajo!
Pablo Villalobos, gerente del Banco Central, tampoco se queda callado. Él reconoce que hay una “asimetría” en cómo la TPM afecta a las tasas pasivas y activas. Cuando la TPM baja, nos pagan más por ahorrar rápidamente. Pero cuando baja, tardan en cobrarnos menos por los préstamos. ¡Como si estuvieran jugando a tomarnos el pelo, mael!
Y eso no es todo. El estudio revela que, incluso dentro de los mismos tipos de préstamos, los bancos tienen diferentes comportamientos. Por ejemplo, en los préstamos para consumo (sin contar las tarjetas), los bancos privados bajaron sus tasas más que los bancos públicos y las cooperativas. ¡Imagínate la diferencia! En los créditos de vivienda, todos bajaron un poco, pero los privados fueron los más generosos... o bueno, los menos agarrados, digamos.
Lo peor de todo es que ahora tenemos el problema de los eurobonos. El intento de venderlos fracasó, así que el gobierno tendrá que buscar dinero en otro lado, probablemente aumentando las tasas de interés locales. Y ni hablar de la inflación negativa, que complica aún más las cosas. Según Morales, esto puede “desacoplar” la política monetaria del mercado de crédito, dejándonos peor parado a los consumidores.
Morales también advierte que esta situación limita la capacidad del Banco Central para estimular la economía. Si las tasas son altas, la gente no va a pedir prestado, y la economía no despegará. Además, aumenta el riesgo de problemas en el sistema financiero. ¡Una verdadera torta, mael! Todo este escenario pinta feo para nuestros bolsillos.
La verdad, es que parece que los bancos están aprovechándose de la situación para seguir llenándose los bolsillos, mientras nosotros seguimos pagando intereses altísimos. Recuerden cómo estábamos hace poquito con la inflación disparada y el BCCR subiendo la TPM hasta el 9%. Ahora, con todo calmado, bajan a paso de tortuga y nosotros sufriendo las consecuencias. Este brete me tiene desesperao'.
Entonces, ¿qué deberíamos hacer, compañeros? ¿Esperar pacientemente a que los bancos se animen a bajar las tasas, o deberíamos exigirles que cumplan su parte del trato? ¿Creen que el Banco Central debería tomar medidas más drásticas para obligarlos a bajar las tasas de interés, o simplemente deberían esperar a que las condiciones del mercado cambien por sí solas?
Según el Observatorio Económico y Social de la UNA, desde que empezaron a bajar la TPM en marzo del 2023, la Tasa Básica Pasiva (TBP), que mide cuánto nos dan por ahorrar, sí ha respondido más rápido. Pero las tasas activas, esas que nos cobran por los préstamos, han sido más reticentes. Roxana Morales, la economista a cargo del estudio, dice que las tasas de interés activas varían mucho dependiendo del banco y el tipo de préstamo. ¡Un verdadero relajo!
Pablo Villalobos, gerente del Banco Central, tampoco se queda callado. Él reconoce que hay una “asimetría” en cómo la TPM afecta a las tasas pasivas y activas. Cuando la TPM baja, nos pagan más por ahorrar rápidamente. Pero cuando baja, tardan en cobrarnos menos por los préstamos. ¡Como si estuvieran jugando a tomarnos el pelo, mael!
Y eso no es todo. El estudio revela que, incluso dentro de los mismos tipos de préstamos, los bancos tienen diferentes comportamientos. Por ejemplo, en los préstamos para consumo (sin contar las tarjetas), los bancos privados bajaron sus tasas más que los bancos públicos y las cooperativas. ¡Imagínate la diferencia! En los créditos de vivienda, todos bajaron un poco, pero los privados fueron los más generosos... o bueno, los menos agarrados, digamos.
Lo peor de todo es que ahora tenemos el problema de los eurobonos. El intento de venderlos fracasó, así que el gobierno tendrá que buscar dinero en otro lado, probablemente aumentando las tasas de interés locales. Y ni hablar de la inflación negativa, que complica aún más las cosas. Según Morales, esto puede “desacoplar” la política monetaria del mercado de crédito, dejándonos peor parado a los consumidores.
Morales también advierte que esta situación limita la capacidad del Banco Central para estimular la economía. Si las tasas son altas, la gente no va a pedir prestado, y la economía no despegará. Además, aumenta el riesgo de problemas en el sistema financiero. ¡Una verdadera torta, mael! Todo este escenario pinta feo para nuestros bolsillos.
La verdad, es que parece que los bancos están aprovechándose de la situación para seguir llenándose los bolsillos, mientras nosotros seguimos pagando intereses altísimos. Recuerden cómo estábamos hace poquito con la inflación disparada y el BCCR subiendo la TPM hasta el 9%. Ahora, con todo calmado, bajan a paso de tortuga y nosotros sufriendo las consecuencias. Este brete me tiene desesperao'.
Entonces, ¿qué deberíamos hacer, compañeros? ¿Esperar pacientemente a que los bancos se animen a bajar las tasas, o deberíamos exigirles que cumplan su parte del trato? ¿Creen que el Banco Central debería tomar medidas más drásticas para obligarlos a bajar las tasas de interés, o simplemente deberían esperar a que las condiciones del mercado cambien por sí solas?