¡Ay, Dios mío! Resulta que ahora sí, el ministro Gerald Campos aceptó lo que todos los costarricenses sabíamos desde hacía tiempo: las bandas siguen manejando cosas desde las cárceles. Después de negar repetidamente la realidad, parece que la presión del Congreso y los reportes constantes del OIJ le obligaron a abrir los ojos. ¡Qué torta!
La cosa es que esto no es novedad para nadie, diay. Desde hace años, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) ha estado gritándolo a los cuatro vientos, advirtiendo que los grupos criminales mantienen el control dentro del sistema penitenciario. Pero ahí estaba el ministro, negándolo con toda su fuerza, quizás pensando que si no veía el problema, éste desaparecería mágicamente. Pues no funcionó, ¿verdad?
Ahora, para justificar el pedido de más lana para construir una nueva cárcel, el CACCO, como le quieren decir, el ministro tuvo que cambiar de opinión y reconocer la obviedad. Según él, hay 153 bandas operando dentro de los muros, controlando acciones delictivas y mandando mensajes desde las celdas. ¡Una verdadera chinamanería!
Y hablando de lana, resulta que el Ministerio de Justicia está pidiendo un buen aumento presupuestario, casi ¢20 mil millones más para el próximo año. Gran parte de ese dinero se destinará a la construcción del CACCO, una especie de centro de alta contención que, según dicen, albergará a unos 5,100 presos. Aunque aseguran que no será una “megacárcel” como la de El Salvador, muchos sospechan que estamos frente a otra promesa vacía.
Lo que preocupa a mucha gente, incluido este reportero, es que mientras se invierte tanto dinero en infraestructura, se recortan fondos para programas sociales dirigidos a poblaciones vulnerables. Se reducen los recursos para mujeres privadas de libertad, jóvenes infractores, y hasta para fortalecer la seguridad ciudadana. ¡Eso sí que es irse al traste!
La cosa es que esto no es novedad para nadie, diay. Desde hace años, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) ha estado gritándolo a los cuatro vientos, advirtiendo que los grupos criminales mantienen el control dentro del sistema penitenciario. Pero ahí estaba el ministro, negándolo con toda su fuerza, quizás pensando que si no veía el problema, éste desaparecería mágicamente. Pues no funcionó, ¿verdad?
Ahora, para justificar el pedido de más lana para construir una nueva cárcel, el CACCO, como le quieren decir, el ministro tuvo que cambiar de opinión y reconocer la obviedad. Según él, hay 153 bandas operando dentro de los muros, controlando acciones delictivas y mandando mensajes desde las celdas. ¡Una verdadera chinamanería!
Y hablando de lana, resulta que el Ministerio de Justicia está pidiendo un buen aumento presupuestario, casi ¢20 mil millones más para el próximo año. Gran parte de ese dinero se destinará a la construcción del CACCO, una especie de centro de alta contención que, según dicen, albergará a unos 5,100 presos. Aunque aseguran que no será una “megacárcel” como la de El Salvador, muchos sospechan que estamos frente a otra promesa vacía.
Lo que preocupa a mucha gente, incluido este reportero, es que mientras se invierte tanto dinero en infraestructura, se recortan fondos para programas sociales dirigidos a poblaciones vulnerables. Se reducen los recursos para mujeres privadas de libertad, jóvenes infractores, y hasta para fortalecer la seguridad ciudadana. ¡Eso sí que es irse al traste!