¡Ay, Dios mío! Quién lo diría, la Interamericana Norte cerrada así, pareciera película de terror. Después de las lluvias torrenciales del fin de semana pasado, el panorama en Cambronero es deprimente. No solo los carros están dando rodeos por la Ruta 27, sino que los negocios aledaños a la carretera nacional han recibido un golpe tremendo, uno de esos que te dejan sin aliento y pensando qué hacer.
Como bien saben, la Interamericana es la espina dorsal del país, la ruta principal para el turismo y el transporte de mercancías. Todos los que andamos por acá sabemos que el tráfico nunca para, día ni noche. Imaginen ahora el silencio, la ausencia total de clientes. Para muchos de estos negocios, especialmente los familiares, es su único sustento, el brete diario que les permite poner comida en la mesa y pagar las cuentas. Y ahora, ¡boom!, todo parado.
Marlene Miranda, dueña de una soda emblemática en la zona, me contó entre lágrimas cómo ha sido este impacto. “Antes, a cualquier hora había movimiento, gente comprando, comiendo... ahora, nada. Esto es un negocio familiar, le hemos echado toda nuestra vida y si seguimos así, ¡nos vamos al traste!”, lamentaba mientras limpiaba mesas vacías. Su historia es la voz de decenas de comerciantes que ven cómo sus sueños se desvanecen con cada día que pasa sin que la carretera vuelva a abrir.
Según información proporcionada por el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), los trabajos de reparación son más complejos de lo que se pensaba inicialmente. No basta con limpiar el lodo y arreglar los baches, parece que hay que reforzar toda la infraestructura. Efraim Zeledón, jerarca de la cartera, explicó que ya se inició la colocación de pilotes y la construcción de un puente modular temporal, pero advirtió que esto tomará alrededor de 30 días. Una eternidad para los comerciantes que dependen del flujo constante de vehículos.
Y eso es solo el parche temporal, dicen. La solución definitiva, la reconstrucción completa del tramo afectado, podría llevar meses, incluso más de un año. Imagínense la incertidumbre. ¿Cómo sobrevivir tantos meses sin ingresos? Muchos temen lo peor, que algunos negocios tengan que cerrar definitivamente, dejando a familias enteras sin empleo. El diay, la situación pinta fea, muy fea, para la comunidad de Cambronero.
Lo que preocupa a Marlene y a otros vecinos es que, aunque se habilite el paso temporal, que permitan el tránsito de vehículos pequeños. Ellos entienden que la seguridad es primordial, pero necesitan que haya algún tipo de movimiento para poder sostenerse. “¿Qué voy a hacer yo con mi soda si no puedo atender ni siquiera a los taxis o a las mototaxis? Necesito vender algo, aunque sea poquito, para poder comprar insumos y pagar mis empleados”, expresó con desesperación.
La verdad es que es una situación complicada para todos. El gobierno dice que está haciendo todo lo posible, pero la realidad es que la recuperación llevará tiempo y esfuerzo. Se necesita apoyo, tanto del Estado como de la sociedad civil. Programas de ayuda económica, facilidades crediticias, asesoramiento empresarial… cualquier medida que pueda aliviar la carga de estos comerciantes que están luchando por mantener a flote sus negocios. Verlos así, batallando contra las inclemencias del clima y la burocracia, te da ganas de echar una mano, de ayudarles a levantarse y seguir adelante.
Esta crisis en Cambronero nos muestra la fragilidad de nuestros pequeños negocios familiares y la importancia de tener carreteras en buen estado. Pero más allá de la infraestructura, nos recuerda la solidaridad y la necesidad de apoyarnos mutuamente en momentos difíciles. Ahora, díganme, ¿qué medidas creen ustedes que debería implementar el gobierno para apoyar a los comerciantes afectados por el cierre de la Interamericana y evitar que más negocios se vayan al traste?
Como bien saben, la Interamericana es la espina dorsal del país, la ruta principal para el turismo y el transporte de mercancías. Todos los que andamos por acá sabemos que el tráfico nunca para, día ni noche. Imaginen ahora el silencio, la ausencia total de clientes. Para muchos de estos negocios, especialmente los familiares, es su único sustento, el brete diario que les permite poner comida en la mesa y pagar las cuentas. Y ahora, ¡boom!, todo parado.
Marlene Miranda, dueña de una soda emblemática en la zona, me contó entre lágrimas cómo ha sido este impacto. “Antes, a cualquier hora había movimiento, gente comprando, comiendo... ahora, nada. Esto es un negocio familiar, le hemos echado toda nuestra vida y si seguimos así, ¡nos vamos al traste!”, lamentaba mientras limpiaba mesas vacías. Su historia es la voz de decenas de comerciantes que ven cómo sus sueños se desvanecen con cada día que pasa sin que la carretera vuelva a abrir.
Según información proporcionada por el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), los trabajos de reparación son más complejos de lo que se pensaba inicialmente. No basta con limpiar el lodo y arreglar los baches, parece que hay que reforzar toda la infraestructura. Efraim Zeledón, jerarca de la cartera, explicó que ya se inició la colocación de pilotes y la construcción de un puente modular temporal, pero advirtió que esto tomará alrededor de 30 días. Una eternidad para los comerciantes que dependen del flujo constante de vehículos.
Y eso es solo el parche temporal, dicen. La solución definitiva, la reconstrucción completa del tramo afectado, podría llevar meses, incluso más de un año. Imagínense la incertidumbre. ¿Cómo sobrevivir tantos meses sin ingresos? Muchos temen lo peor, que algunos negocios tengan que cerrar definitivamente, dejando a familias enteras sin empleo. El diay, la situación pinta fea, muy fea, para la comunidad de Cambronero.
Lo que preocupa a Marlene y a otros vecinos es que, aunque se habilite el paso temporal, que permitan el tránsito de vehículos pequeños. Ellos entienden que la seguridad es primordial, pero necesitan que haya algún tipo de movimiento para poder sostenerse. “¿Qué voy a hacer yo con mi soda si no puedo atender ni siquiera a los taxis o a las mototaxis? Necesito vender algo, aunque sea poquito, para poder comprar insumos y pagar mis empleados”, expresó con desesperación.
La verdad es que es una situación complicada para todos. El gobierno dice que está haciendo todo lo posible, pero la realidad es que la recuperación llevará tiempo y esfuerzo. Se necesita apoyo, tanto del Estado como de la sociedad civil. Programas de ayuda económica, facilidades crediticias, asesoramiento empresarial… cualquier medida que pueda aliviar la carga de estos comerciantes que están luchando por mantener a flote sus negocios. Verlos así, batallando contra las inclemencias del clima y la burocracia, te da ganas de echar una mano, de ayudarles a levantarse y seguir adelante.
Esta crisis en Cambronero nos muestra la fragilidad de nuestros pequeños negocios familiares y la importancia de tener carreteras en buen estado. Pero más allá de la infraestructura, nos recuerda la solidaridad y la necesidad de apoyarnos mutuamente en momentos difíciles. Ahora, díganme, ¿qué medidas creen ustedes que debería implementar el gobierno para apoyar a los comerciantes afectados por el cierre de la Interamericana y evitar que más negocios se vayan al traste?
