¡Ay, Dios mío, qué bronca! Aquí seguimos sacudiéndonos con este caso de la pareja europea asesinada en Quepos. Resulta que el OIJ finalmente agarró a varios sospechosos, unos tipos oriundos de Tres Ríos, en medio de allanamientos tempranos este miércoles. Parece que esto va tomando forma, aunque todavía hay mucho que aclarar, ¿eh?
Como recordarán, Manuela Daxer y Rüdiger Schickhaus aparecieron muertos hace unos meses, enterrados en la propia finca que compraron para pasar sus últimos años tranquilos. Un plan que se vino abajo de la manera más terrible. Desde el principio, la investigación estuvo complicada, con pistas que iban y venían y una presión enorme por parte de las autoridades alemanas y austriacas, ¿quién iba a decir que esto nos pondría a Costa Rica en los titulares internacionales por estas razones?
Ahora resulta que los sospechosos, una parejota colombiana de unos treinta y tantos años y un cómplice, supuestamente querían echarles las manos al pastel... literalmente, quedarse con la propiedad. Se habla de una casa lujosa valorada en casi 500 millones de colones, ¡una fortuna!, y parece que eso bastó para que algunos se olvidaran de la moral y decidieran cometer un acto tan atroz. El OIJ ha estado buscando pruebas en varias casas en La Unión y Curridabat, metiendo lupa hasta en los rincones más escondidos.
Lo que más me sorprende es la frialdad con la que planearon todo esto. Se dice que limpiaron la escena del crimen a fondo, tratando de borrar cualquier rastro. ¡Pero bueno, aquí dicen que nadie engaña a la policíache! Las investigaciones revelaron sangre y rastros en la casa, lo que confirma que no fue un simple asalto, sino un atentado premeditado. El móvil, claro, sigue siendo el dinero, pero uno se queda pensando si fue solamente eso, ¿será que hay algo más detrás de todo esto?
Y hablando de la casa, ¡ese lugar era una maravilla! Según los anuncios que pusieron en internet para venderla, tenía 50 mil metros cuadrados, un estanque natural con jacuzzi, una casa renovada de 550 metros cuadrados… ¡hasta establo para caballos tenían! Era un sueño tropical, el tipo de lugar donde uno se imagina retirándose con paz y tranquilidad. Pero lamentablemente, ese sueño se convirtió en una pesadilla, una tragedia que golpeó a toda la comunidad.
Lo curioso es que la pareja, antes de morir, le preguntó a posibles compradores sobre la seguridad de la propiedad. Preguntaron por cercas eléctricas, cámaras, habitaciones de pánico… ¡imagínense! Y ellos respondieron con mucha calma, diciendo que Costa Rica era segura y que no necesitaban esas precauciones. “Costa Rica es un país muy seguro”, dijeron, en plena ingenuidad. Ahora resulta que esa frase suena a ironía cruel, ¿verdad, maes?
Esta historia me pone la piel de gallina, especialmente porque cuenta cómo la pareja alemana dejó atrás su vida en Europa para vivir este sueño tropical, vendiendo sus propiedades y hasta renunciando al trabajo. Pensaron que encontrarían un paraíso en Costa Rica, un lugar tranquilo donde disfrutar de la jubilación. Pero terminaron encontrando lo contrario, una realidad brutal que nos obliga a cuestionar la imagen de país seguro que vendemos al mundo. Ya varios extranjeros han planteado sus preocupaciones sobre la seguridad, y este caso no hace más que alimentar esos temores. Esto nos afecta a todos, ¿no creen?
Después de tanto revuelo, tanta investigación y tantas lágrimas, ¿cree usted que con estas capturas realmente se cierra el círculo en este caso? ¿Será que habrá más sorpresas por venir o podemos esperar que los responsables paguen por este horrible crimen? ¿Deberíamos tomar medidas más drásticas para proteger a los extranjeros que invierten y viven en nuestro país?
Como recordarán, Manuela Daxer y Rüdiger Schickhaus aparecieron muertos hace unos meses, enterrados en la propia finca que compraron para pasar sus últimos años tranquilos. Un plan que se vino abajo de la manera más terrible. Desde el principio, la investigación estuvo complicada, con pistas que iban y venían y una presión enorme por parte de las autoridades alemanas y austriacas, ¿quién iba a decir que esto nos pondría a Costa Rica en los titulares internacionales por estas razones?
Ahora resulta que los sospechosos, una parejota colombiana de unos treinta y tantos años y un cómplice, supuestamente querían echarles las manos al pastel... literalmente, quedarse con la propiedad. Se habla de una casa lujosa valorada en casi 500 millones de colones, ¡una fortuna!, y parece que eso bastó para que algunos se olvidaran de la moral y decidieran cometer un acto tan atroz. El OIJ ha estado buscando pruebas en varias casas en La Unión y Curridabat, metiendo lupa hasta en los rincones más escondidos.
Lo que más me sorprende es la frialdad con la que planearon todo esto. Se dice que limpiaron la escena del crimen a fondo, tratando de borrar cualquier rastro. ¡Pero bueno, aquí dicen que nadie engaña a la policíache! Las investigaciones revelaron sangre y rastros en la casa, lo que confirma que no fue un simple asalto, sino un atentado premeditado. El móvil, claro, sigue siendo el dinero, pero uno se queda pensando si fue solamente eso, ¿será que hay algo más detrás de todo esto?
Y hablando de la casa, ¡ese lugar era una maravilla! Según los anuncios que pusieron en internet para venderla, tenía 50 mil metros cuadrados, un estanque natural con jacuzzi, una casa renovada de 550 metros cuadrados… ¡hasta establo para caballos tenían! Era un sueño tropical, el tipo de lugar donde uno se imagina retirándose con paz y tranquilidad. Pero lamentablemente, ese sueño se convirtió en una pesadilla, una tragedia que golpeó a toda la comunidad.
Lo curioso es que la pareja, antes de morir, le preguntó a posibles compradores sobre la seguridad de la propiedad. Preguntaron por cercas eléctricas, cámaras, habitaciones de pánico… ¡imagínense! Y ellos respondieron con mucha calma, diciendo que Costa Rica era segura y que no necesitaban esas precauciones. “Costa Rica es un país muy seguro”, dijeron, en plena ingenuidad. Ahora resulta que esa frase suena a ironía cruel, ¿verdad, maes?
Esta historia me pone la piel de gallina, especialmente porque cuenta cómo la pareja alemana dejó atrás su vida en Europa para vivir este sueño tropical, vendiendo sus propiedades y hasta renunciando al trabajo. Pensaron que encontrarían un paraíso en Costa Rica, un lugar tranquilo donde disfrutar de la jubilación. Pero terminaron encontrando lo contrario, una realidad brutal que nos obliga a cuestionar la imagen de país seguro que vendemos al mundo. Ya varios extranjeros han planteado sus preocupaciones sobre la seguridad, y este caso no hace más que alimentar esos temores. Esto nos afecta a todos, ¿no creen?
Después de tanto revuelo, tanta investigación y tantas lágrimas, ¿cree usted que con estas capturas realmente se cierra el círculo en este caso? ¿Será que habrá más sorpresas por venir o podemos esperar que los responsables paguen por este horrible crimen? ¿Deberíamos tomar medidas más drásticas para proteger a los extranjeros que invierten y viven en nuestro país?