¡Ay, Dios mío! La bronca con la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) parece que no tiene fin. Ahora la diputada Olga Morera soltó la bomba: la gestión de la Caja está tan hecha piedra que, según ella, estamos administrándola 'peor que una pulpería'. Y eso, mis panas, no es un cumplido precisamente. La diputada, con toda la razón, está echándole leña al fuego, diciendo que la salud de los ticos está en riesgo, y vaya que nosotros sentimos esos riesgos en carne propia con las listas de espera interminables.
Morera, que no anda con rodeos, presentó pruebas contundentes sacadas de una auditoría que salió horriblemente mal – una “nota roja”, como bien la describieron. Lo que encontró fue un desmadre generalizado: la Caja no logra ponerse de acuerdo con Hacienda sobre cuánto le deben al Estado, los inventarios son un misterio total, y los médicos especialistas se van corriendo como alma que lleva diablo. Parece que los sueldos no alcanzan ni pa' un café, y ahí se va nuestro talento, buscando mejores oportunidades en otros lados, dejándonos acá con menos manos para atender la creciente demanda. ¡Qué pena!
La diputada, apremiando al gobierno, puso encima de la mesa incoherencias que rayan en lo surrealista. Por ejemplo, no hay un informe oficial que diga exactamente cuánto debemos los ticos a la Caja. ¿Se imaginan? Un país entero, sin saber cuánto le adeudan a su sistema de salud. ¡Qué vara! Esto ya no es cosa de números en Excel, es una cuestión de transparencia y responsabilidad. Piden urgentemente un equipo técnico que desenrede este nudo gordísimo que se les hizo, porque así, con cantina, no vamos a llegar a ningún lado.
Pero la cosa se pone aún más fea. Según los auditores externos, ¡no pudieron revisar hasta 129 millones de colones en inventarios! Eso incluye medicinas, señores. Medicamentos que quizás necesite usted o algún familiar pronto. Imaginen qué puede pasar si no sabemos dónde están, cuándo vencen o si siquiera existen. ¡Qué horror! Morera, con justa razón, levantó la ceja: ‘O sea, cualquier cosa puede pasar con los inventarios’, sentenció, y vaya que tiene razón. Con esto, los hospitales pueden quedarse sin los insumos esenciales, poniendo en peligro la vida de pacientes.
Y hablando de peligro, la diputada vinculó este desastre administrativo con la fuga masiva de especialistas. No es un secreto que muchos profesionales de la salud están hartos de la burocracia, los bajos salarios y la falta de apoyo. Así, ¿quién quiere quedarse trabajando en esas condiciones? Además, muchos funcionarios que sí quieren hacer bien su trabajo, están atados de manos por manuales obsoletos y procesos complicados. Me imagino a esos maes tratando de navegar en un brete lleno de trabas, ¡una torta!
No podemos olvidar tampoco la proliferación de sindicatos dentro de la CCSS. ¿Casi 50 sindicatos? ¡Qué barbaridad! Y justo cuando necesitamos eficiencia y coordinación, tenemos esta maraña de intereses que dificultan cualquier intento de mejora. Algunos dicen que estos sindicatos se preocupan más por los derechos laborales que por mejorar la calidad de la atención médica, pero bueno, eso ya es otro debate. Lo cierto es que las listas de espera siguen creciendo, y los pacientes seguimos sufriendo las consecuencias de esta pesadera interna.
Morera llamó a todos los involucrados – sindicatos, junta directiva, presidencia ejecutiva y gerencias – a poner sus diferencias aside y trabajar juntos para solucionar este problema. Dice que la automatización y una gestión eficiente del recurso humano son claves para bajar las listas de espera y recuperar la confianza de los ciudadanos. En pocas palabras, nos pide un poquito más de compromiso político, porque sinceramente, la situación ya amerita medidas drásticas. Porque a ver, ¿cómo vamos a tener un sistema de salud de primer mundo si la administración está más perdida que canario en funeral?
Ahora, díganme ustedes: ¿creen que es posible rescatar la CCSS de este pozo profundo, o ya estamos demasiado tarde? ¿Cuáles serían, en su opinión, las medidas más urgentes para devolverle la credibilidad y la eficiencia a nuestra querida Caja? ¡Compartan sus ideas en los comentarios!
	
		
			
		
		
	
				
			Morera, que no anda con rodeos, presentó pruebas contundentes sacadas de una auditoría que salió horriblemente mal – una “nota roja”, como bien la describieron. Lo que encontró fue un desmadre generalizado: la Caja no logra ponerse de acuerdo con Hacienda sobre cuánto le deben al Estado, los inventarios son un misterio total, y los médicos especialistas se van corriendo como alma que lleva diablo. Parece que los sueldos no alcanzan ni pa' un café, y ahí se va nuestro talento, buscando mejores oportunidades en otros lados, dejándonos acá con menos manos para atender la creciente demanda. ¡Qué pena!
La diputada, apremiando al gobierno, puso encima de la mesa incoherencias que rayan en lo surrealista. Por ejemplo, no hay un informe oficial que diga exactamente cuánto debemos los ticos a la Caja. ¿Se imaginan? Un país entero, sin saber cuánto le adeudan a su sistema de salud. ¡Qué vara! Esto ya no es cosa de números en Excel, es una cuestión de transparencia y responsabilidad. Piden urgentemente un equipo técnico que desenrede este nudo gordísimo que se les hizo, porque así, con cantina, no vamos a llegar a ningún lado.
Pero la cosa se pone aún más fea. Según los auditores externos, ¡no pudieron revisar hasta 129 millones de colones en inventarios! Eso incluye medicinas, señores. Medicamentos que quizás necesite usted o algún familiar pronto. Imaginen qué puede pasar si no sabemos dónde están, cuándo vencen o si siquiera existen. ¡Qué horror! Morera, con justa razón, levantó la ceja: ‘O sea, cualquier cosa puede pasar con los inventarios’, sentenció, y vaya que tiene razón. Con esto, los hospitales pueden quedarse sin los insumos esenciales, poniendo en peligro la vida de pacientes.
Y hablando de peligro, la diputada vinculó este desastre administrativo con la fuga masiva de especialistas. No es un secreto que muchos profesionales de la salud están hartos de la burocracia, los bajos salarios y la falta de apoyo. Así, ¿quién quiere quedarse trabajando en esas condiciones? Además, muchos funcionarios que sí quieren hacer bien su trabajo, están atados de manos por manuales obsoletos y procesos complicados. Me imagino a esos maes tratando de navegar en un brete lleno de trabas, ¡una torta!
No podemos olvidar tampoco la proliferación de sindicatos dentro de la CCSS. ¿Casi 50 sindicatos? ¡Qué barbaridad! Y justo cuando necesitamos eficiencia y coordinación, tenemos esta maraña de intereses que dificultan cualquier intento de mejora. Algunos dicen que estos sindicatos se preocupan más por los derechos laborales que por mejorar la calidad de la atención médica, pero bueno, eso ya es otro debate. Lo cierto es que las listas de espera siguen creciendo, y los pacientes seguimos sufriendo las consecuencias de esta pesadera interna.
Morera llamó a todos los involucrados – sindicatos, junta directiva, presidencia ejecutiva y gerencias – a poner sus diferencias aside y trabajar juntos para solucionar este problema. Dice que la automatización y una gestión eficiente del recurso humano son claves para bajar las listas de espera y recuperar la confianza de los ciudadanos. En pocas palabras, nos pide un poquito más de compromiso político, porque sinceramente, la situación ya amerita medidas drásticas. Porque a ver, ¿cómo vamos a tener un sistema de salud de primer mundo si la administración está más perdida que canario en funeral?
Ahora, díganme ustedes: ¿creen que es posible rescatar la CCSS de este pozo profundo, o ya estamos demasiado tarde? ¿Cuáles serían, en su opinión, las medidas más urgentes para devolverle la credibilidad y la eficiencia a nuestra querida Caja? ¡Compartan sus ideas en los comentarios!