Maes, a veces la realidad tica supera cualquier guion de Netflix, y esta semana nos regaló un capítulo de esos que te dejan con el ojo cuadrado. Resulta que Celso Gamboa, el exmagistrado que está guardado y esperando a ver si lo mandan para Panamá, acaba de darle un giro de 180 grados a la trama. No, no es que se fue al traste el proceso de extradición. La vara es más irónica: el propio Gamboa, desde adentro del sistema, acaba de denunciar a la administración penitenciaria por tratos inhumanos y tortura. Así como lo leen. El mae que muchos quieren ver bien lejos, ahora se convierte en la voz que acusa al mismo sistema que lo tiene preso. ¡Qué despiche!
Vamos al grano, porque el abogado de Gamboa, Michael Castillo, soltó la bomba con detalles. Según él, la denuncia no tiene nada que ver con la extradición, sino con las condiciones en las que tienen a su cliente y, ojo a esto, al resto de la población penal. Hablan de medidas de aislamiento heavys, restricciones que parecen sacadas de una película de Alcatraz y una celda individual por tiempo prolongado. En tico: lo tienen prácticamente incomunicado, con broncas para hablar con su familia y abogados, y hasta para recibir comida de afuera. Es decir, alegan que le están aplicando un castigo dentro del castigo, una vara que, según los estándares de derechos humanos, no debería pasar ni aquí ni en la China.
Ahora, yo sé lo que más de uno está pensando: "¡Diay, que se aguante! Por algo está ahí". Y seamos claros, la figura de Celso Gamboa genera de todo menos consenso. Es un personaje polémico, con un historial que da para escribir un libro. Pero aquí es donde la cosa se pone interesante y nos obliga a pensar más allá del personaje. La denuncia, según su defensor, no es solo por el trato que recibe él, sino que busca exponer una situación generalizada. ¿Y si tiene razón? ¿Y si el sistema, en su afán de ser "duro", se está jalando una torta monumental y violando derechos básicos? Porque al final, los derechos humanos son para todos, maes. Nos guste o no la persona que los reclama.
La verdad es que esto solo viene a echarle más leña al fuego de un problema que todos sabemos que existe: el estado de nuestras cárceles. El hacinamiento, las condiciones insalubres y la violencia son un secreto a voces. Llevamos décadas escuchando que el sistema está colapsado, que no rehabilita a nadie y que más bien funciona como una escuela de posgrado para delincuentes. La queja de Gamboa, con todo el circo mediático que lo rodea, simplemente le pone un megáfono a un grito que lleva años sonando en silencio. Es el recordatorio incómodo de que tenemos una deuda pendiente con nuestro propio sistema carcelario, una bomba de tiempo que preferimos ignorar hasta que un caso como este explota en los medios.
Al final del día, la discusión no debería centrarse en si nos cae bien o mal Celso Gamboa. Eso es quedarse en la superficie. La pregunta del millón es si estamos dispuestos, como sociedad, a mirar de frente el estado de nuestras prisiones. Porque si lo que denuncia es cierto, no se trata de un favor para él, sino de una obligación del Estado para con cualquier persona bajo su custodia. Ignorarlo por quién es el mensajero sería, para mí, un autogol. Pero bueno, esa es solo mi opinión. Ahora les toca a ustedes, ¿creen que esto es solo una estrategia legal de Gamboa para ganar tiempo o realmente es una oportunidad para que por fin hablemos en serio del despiche que hay en el sistema carcelario tico?
Vamos al grano, porque el abogado de Gamboa, Michael Castillo, soltó la bomba con detalles. Según él, la denuncia no tiene nada que ver con la extradición, sino con las condiciones en las que tienen a su cliente y, ojo a esto, al resto de la población penal. Hablan de medidas de aislamiento heavys, restricciones que parecen sacadas de una película de Alcatraz y una celda individual por tiempo prolongado. En tico: lo tienen prácticamente incomunicado, con broncas para hablar con su familia y abogados, y hasta para recibir comida de afuera. Es decir, alegan que le están aplicando un castigo dentro del castigo, una vara que, según los estándares de derechos humanos, no debería pasar ni aquí ni en la China.
Ahora, yo sé lo que más de uno está pensando: "¡Diay, que se aguante! Por algo está ahí". Y seamos claros, la figura de Celso Gamboa genera de todo menos consenso. Es un personaje polémico, con un historial que da para escribir un libro. Pero aquí es donde la cosa se pone interesante y nos obliga a pensar más allá del personaje. La denuncia, según su defensor, no es solo por el trato que recibe él, sino que busca exponer una situación generalizada. ¿Y si tiene razón? ¿Y si el sistema, en su afán de ser "duro", se está jalando una torta monumental y violando derechos básicos? Porque al final, los derechos humanos son para todos, maes. Nos guste o no la persona que los reclama.
La verdad es que esto solo viene a echarle más leña al fuego de un problema que todos sabemos que existe: el estado de nuestras cárceles. El hacinamiento, las condiciones insalubres y la violencia son un secreto a voces. Llevamos décadas escuchando que el sistema está colapsado, que no rehabilita a nadie y que más bien funciona como una escuela de posgrado para delincuentes. La queja de Gamboa, con todo el circo mediático que lo rodea, simplemente le pone un megáfono a un grito que lleva años sonando en silencio. Es el recordatorio incómodo de que tenemos una deuda pendiente con nuestro propio sistema carcelario, una bomba de tiempo que preferimos ignorar hasta que un caso como este explota en los medios.
Al final del día, la discusión no debería centrarse en si nos cae bien o mal Celso Gamboa. Eso es quedarse en la superficie. La pregunta del millón es si estamos dispuestos, como sociedad, a mirar de frente el estado de nuestras prisiones. Porque si lo que denuncia es cierto, no se trata de un favor para él, sino de una obligación del Estado para con cualquier persona bajo su custodia. Ignorarlo por quién es el mensajero sería, para mí, un autogol. Pero bueno, esa es solo mi opinión. Ahora les toca a ustedes, ¿creen que esto es solo una estrategia legal de Gamboa para ganar tiempo o realmente es una oportunidad para que por fin hablemos en serio del despiche que hay en el sistema carcelario tico?
