Mae, hay que hablar de una vara que se está poniendo color de hormiga. La precampaña para el 2026 ni siquiera ha empezado en serio y ya las redes sociales son un campo de batalla. Pero parece que no todos reciben el mismo nivel de “cariño”. Un nuevo estudio acaba de soltar una bomba: Claudia Dobles, la candidata de la Coalición Agenda Ciudadana, es oficialmente la figura política que más odio digital se está comiendo en este país. Y no por poquito. La verdad, los números son para sentarse a pensar.
Diay, la investigación la hicieron cargas de la Universidad Latina y Kantar IBOPE, maes que se dedican a escuchar el murmullo digital, y lo que encontraron es un despiche. Entre junio y agosto de este año, un masivo 65% de los comentarios sobre Dobles fueron negativos. ¡Un 65 por ciento! Peor aún, un 39% de esa negatividad fue catalogada directamente como “violencia digital”. O sea, no hablamos de críticas constructivas, sino de palo parejo. ¿Y las razones de tanto hate? Pues, según el informe, son los dos fantasmas que la persiguen sin descanso: la bendita vara del tren eléctrico y, por supuesto, su matrimonio con el expresidente Carlos Alvarado. Parece que para una buena parte del electorado digital, esos dos temas son imperdonables y la convierten en el blanco perfecto.
Pero aquí es donde la cosa se pone más densa. ¡Qué sal! Porque este fenómeno no es exclusivo de ella. El mismo estudio pone en la mira a otras mujeres de alto perfil. Después de Dobles, le sigue Pilar Cisneros, con un 58% de menciones negativas, donde la gente se ensaña con su religión y su rol en el oficialismo. Luego aparece Laura Chinchilla, a quien le siguen sacando en cara decisiones de su gobierno de hace más de una década. Y la lista sigue con las diputadas del PLN, Andrea Álvarez y Dinorah Barquero. ¿Vemos un patrón aquí? El informe es clarísimo: los ataques se centran en cuestionar la reputación (42%), burlarse de la apariencia o la edad (31%) y deslegitimar las propuestas (22%). Es un manual de cómo demoler la imagen de una mujer en la política.
Mientras tanto, ¿qué hace Dobles? Aparentemente, ponerse tapones en los oídos y seguir con su brete. Justo esta semana celebraba con su gente que la Coalición Agenda Ciudadana ya está inscrita y lista para la contienda. Salió hablando de sus ejes de trabajo: seguridad, salud, educación y oportunidades, como si el incendio en redes sociales estuviera pasando en otro país. Es una estrategia, claro. Engancharse con el troleo es perder tiempo y energía. Pero la pregunta es si esa estrategia de ignorar el ruido es suficiente cuando ese mismo ruido puede terminar moldeando la percepción de miles de votantes que se informan (o desinforman) por Facebook y X.
Al final, este estudio es más que un simple ranking de impopularidad. Es un espejo de cómo estamos llevando el debate político en Costa Rica. Nos muestra una dinámica tóxica donde descalificar es más fácil que debatir, y donde ser mujer en una posición de poder te pone una diana gigante en la espalda. La vara es si vamos a seguir normalizando que la violencia digital sea una herramienta política más. Porque una cosa es la crítica, necesaria en toda democracia, y otra muy distinta es este circo de insultos que no construye absolutamente nada.
Así que les dejo la pregunta abierta, maes: ¿Esto es simplemente el “costo” de ser una figura pública o ya nos pasamos de la raya? ¿Se vale este nivel de ataque personal o esto es, simple y sencillamente, violencia política que nos está enfermando como sociedad?
Diay, la investigación la hicieron cargas de la Universidad Latina y Kantar IBOPE, maes que se dedican a escuchar el murmullo digital, y lo que encontraron es un despiche. Entre junio y agosto de este año, un masivo 65% de los comentarios sobre Dobles fueron negativos. ¡Un 65 por ciento! Peor aún, un 39% de esa negatividad fue catalogada directamente como “violencia digital”. O sea, no hablamos de críticas constructivas, sino de palo parejo. ¿Y las razones de tanto hate? Pues, según el informe, son los dos fantasmas que la persiguen sin descanso: la bendita vara del tren eléctrico y, por supuesto, su matrimonio con el expresidente Carlos Alvarado. Parece que para una buena parte del electorado digital, esos dos temas son imperdonables y la convierten en el blanco perfecto.
Pero aquí es donde la cosa se pone más densa. ¡Qué sal! Porque este fenómeno no es exclusivo de ella. El mismo estudio pone en la mira a otras mujeres de alto perfil. Después de Dobles, le sigue Pilar Cisneros, con un 58% de menciones negativas, donde la gente se ensaña con su religión y su rol en el oficialismo. Luego aparece Laura Chinchilla, a quien le siguen sacando en cara decisiones de su gobierno de hace más de una década. Y la lista sigue con las diputadas del PLN, Andrea Álvarez y Dinorah Barquero. ¿Vemos un patrón aquí? El informe es clarísimo: los ataques se centran en cuestionar la reputación (42%), burlarse de la apariencia o la edad (31%) y deslegitimar las propuestas (22%). Es un manual de cómo demoler la imagen de una mujer en la política.
Mientras tanto, ¿qué hace Dobles? Aparentemente, ponerse tapones en los oídos y seguir con su brete. Justo esta semana celebraba con su gente que la Coalición Agenda Ciudadana ya está inscrita y lista para la contienda. Salió hablando de sus ejes de trabajo: seguridad, salud, educación y oportunidades, como si el incendio en redes sociales estuviera pasando en otro país. Es una estrategia, claro. Engancharse con el troleo es perder tiempo y energía. Pero la pregunta es si esa estrategia de ignorar el ruido es suficiente cuando ese mismo ruido puede terminar moldeando la percepción de miles de votantes que se informan (o desinforman) por Facebook y X.
Al final, este estudio es más que un simple ranking de impopularidad. Es un espejo de cómo estamos llevando el debate político en Costa Rica. Nos muestra una dinámica tóxica donde descalificar es más fácil que debatir, y donde ser mujer en una posición de poder te pone una diana gigante en la espalda. La vara es si vamos a seguir normalizando que la violencia digital sea una herramienta política más. Porque una cosa es la crítica, necesaria en toda democracia, y otra muy distinta es este circo de insultos que no construye absolutamente nada.
Así que les dejo la pregunta abierta, maes: ¿Esto es simplemente el “costo” de ser una figura pública o ya nos pasamos de la raya? ¿Se vale este nivel de ataque personal o esto es, simple y sencillamente, violencia política que nos está enfermando como sociedad?