me aprovecho de una excelente opinion
la siguiente es una opnion a mi impresion muy bien fundamentada que fue publicada en la extra, es del Dr. Jaime Ordoñez (en derecho por aquello que pudiera haber confusiones a lagunos foreros)
me parece valiosisimo el aporte en el comentario de este gran problema 
 
UCR: los graves peligros de la  censura   
 
   
Jaime Ordóñez  
   
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     Muchos han escrito sobre esto en los últimos  días. No sólo voy a argumentar porqué el Consejo  Universitario  de la Universidad de Costa Rica (UCR) cometió un gravísimo error con la  resolución No.R-539-2011 del 1 de febrero que prohibió la conferencia  del Dr. James Watson, premio  Nobel de Biología y descubridor de la estructura del ADN,  si  no que voy a ir más allá. Creo que el Consejo debería  corregirse a sí mismo.  
   
Creo que el Consejo  (a pesar de  que ello sería un acto jurídico  
ex-post, pues la  conferencia del Dr. Watson, felizmente, ya se verificó)  debería  promulgar  a la brevedad una nueva resolución y corregir  lo dicho. Debería dictar una nueva resolución que invalide el  razonamiento previo y reafirme los principios de libertad de expresión,  tolerancia y libre tránsito de ideas consustanciales a la noción de  libertad de cátedra de una universidad democrática. Que sostenga que en  el
 campus  todas las ideas se pueden expresar, pues  ello es esencial a la idea de universidad. Sin diversidad no hay  universidad.  Se trata, en fin, de que la  resolución previa no opere como precedente. Porque mucho está en juego.   
   
Sobre la gravedad de la resolución del Consejo  no es necesario abundar demasiado. Prohibir las opiniones de cualquier  índole de un científico como el Dr Watson por supuestamente xenófobas,  racistas o misóginas (y por desagradables que sean) significa abrir un  peligrosísimo portillo para que—bajo ese precedente—empiecen a limitarse  y censurarse otras ideas. Mañana podría decirse que hay que excluir del  currículum universitario también a Schopenhauer o a Erasmo de Rotterdam  por tener ideas similares sobre las mujeres a las que, según  informan,  tiene el Dr. Watson. O prohibir  a Hegel de las escuelas  de filosofía por sospechoso de incubar  los gérmenes  ideológicos del nacionalsocialismo y del Tercer  Reicht, como dicen algunos politólogos por alli; o censurar a Borges  por sus simpatías con la dictadura argentina de Videla; o a  Pablo  Neruda por su testimoniada Oda a Estalin.     
   
Habría que expulsar del pensum de filosofía y  literatura a Jean Paul Sartre y  aLouis Aragón por no haberse enfrentado a tiempo a la URSS y al Kremlin y  las matanzas de Gulag. A Ciorán por nihilista. Habría que censurar a Ezra  Pound de las escuelas de literatura por sus  inclinaciones políticas; prohibir las obras del gran novelista inglés CS  Lewis, por su afición por las menores de edad. Igualmente,  expulsar para siempre a Chaplin de cualquier pantalla de cine por la  misma razón. Bastaría un giro ideológico de un futuro Consejo de la UCR  para que a alguien se le ocurra censurar a Milton  Friedman por  neoliberal o a Keynes por estatista y dirigista, y el supuesto daño de  cada uno para la economía del planeta, según la óptica del ocasional  gendarme del conocimiento.  
   
La anatomía de la censura nace de un falso  presupuesto. Quien se erige como censor se arroga el derecho moral de  juzgar que pueden ver, oír o leer otras personas. En una democracia eso  tiene que decidirlo la sociedad. Por más aberrantes o desatinadas que  parezcan las ideas que están en juego.  Lo contrario, es  abrir espacio a la autocracia ideológica y a conculcar 
la libertad de  expresión. Sé que, en forma alguna, esa ha sido la voluntad de los  miembros del Consejo, a quienes conozco  y sé de su  honestidad intelectual y su talante democrático. Sin embargo, creo que  esa resolución supone un grave peligro y que hay que corregirla de  inmediato.