¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez, hablando de la educación. Parece que cada año tenemos que darle una repasada al sistema, ¿verdad, maes? Fernando Cruz de CINDE nos puso el dedo encima, diciéndonos que andamos bajitos en el ritmo y que el motor del desarrollo podría empezar a toser. La verdad es que la pinta no es muy chivísima, pero tampoco rayamos en lo salado aún.
Durante décadas, Costa Rica apostó duro por la educación, y vaya que dio sus frutos. Nos metimos de lleno en esas cadenas globales de valor y en sectores de punta que necesitan mentes brillantes y creativas. Se dice que la educación fue nuestro pasaporte para el mundo, y eso no es mentira, chunches. Fue la llave maestra que nos abrió muchísimas puertas.
Ahora, el talento humano es nuestra carta de presentación más potente, aquello que nos permite atraer inversiones de afuera y competir con los países más grandes. Y ojo, que ese talento también es la base para que la gente mejore su vida, para que las familias prosperen y para que la economía siga avanzando a paso firme, diay.
Pero ahí viene la vara con doble fondo: el informe del Estado de la Educación nos da un buen coscorrón de realidad. Dice que el sistema necesita intervención urgente, porque por sí solo no va a poder tapar esos huecos que tenemos. Matemáticas, lectura comprensiva, inglés… ¡hasta las habilidades digitales! Todo parece necesitar un empujoncito, y rápido.
No nos andemos con rodeos, los datos son preocupantes. Cosas que antes nos hacían sentir orgullosos hoy requieren atención de primera. Y si no hacemos algo pronto, este motor del desarrollo, que tanto nos ha dado, podría empezar a perder chispa. ¡Sería qué torta!
Sin embargo, no todo está perdido. Tenemos bases sólidas, y eso nos ayuda a corregir el rumbo. Mira, en 2023 se graduaron más de 16 mil jóvenes de colegios técnicos profesionales, preparándose para trabajos en áreas súper demandadas como contabilidad, ciberseguridad e inteligencia artificial. ¡Y la mayoría eran mujeres! Eso sí es motivo para celebrar, ¡qué tuanis!
Además, la matrícula en informática ha crecido un 40% en solo tres años, y ya sacamos más de 3 mil graduados al año en temas como desarrollo de software y redes. Ahora, lo ideal sería tener muchos más, y repartidos por todo el país, para que no se queden solo en la capital. Y ni hablar del inglés, que seguimos liderando en Latinoamérica, aunque siempre podemos mejorar, maes.
La pregunta del millón es: ¿Estamos dispuestos a hacer lo necesario para impulsar la educación en Costa Rica? ¿Deberíamos crear incentivos fiscales más fuertes para que las empresas inviertan en capacitación de sus empleados? ¿O tal vez deberíamos enfocarnos en mejorar la calidad de la educación técnica y vocacional, preparando a nuestros jóvenes para los trabajos del futuro? ¡Dime tú, qué piensas al respecto?
Durante décadas, Costa Rica apostó duro por la educación, y vaya que dio sus frutos. Nos metimos de lleno en esas cadenas globales de valor y en sectores de punta que necesitan mentes brillantes y creativas. Se dice que la educación fue nuestro pasaporte para el mundo, y eso no es mentira, chunches. Fue la llave maestra que nos abrió muchísimas puertas.
Ahora, el talento humano es nuestra carta de presentación más potente, aquello que nos permite atraer inversiones de afuera y competir con los países más grandes. Y ojo, que ese talento también es la base para que la gente mejore su vida, para que las familias prosperen y para que la economía siga avanzando a paso firme, diay.
Pero ahí viene la vara con doble fondo: el informe del Estado de la Educación nos da un buen coscorrón de realidad. Dice que el sistema necesita intervención urgente, porque por sí solo no va a poder tapar esos huecos que tenemos. Matemáticas, lectura comprensiva, inglés… ¡hasta las habilidades digitales! Todo parece necesitar un empujoncito, y rápido.
No nos andemos con rodeos, los datos son preocupantes. Cosas que antes nos hacían sentir orgullosos hoy requieren atención de primera. Y si no hacemos algo pronto, este motor del desarrollo, que tanto nos ha dado, podría empezar a perder chispa. ¡Sería qué torta!
Sin embargo, no todo está perdido. Tenemos bases sólidas, y eso nos ayuda a corregir el rumbo. Mira, en 2023 se graduaron más de 16 mil jóvenes de colegios técnicos profesionales, preparándose para trabajos en áreas súper demandadas como contabilidad, ciberseguridad e inteligencia artificial. ¡Y la mayoría eran mujeres! Eso sí es motivo para celebrar, ¡qué tuanis!
Además, la matrícula en informática ha crecido un 40% en solo tres años, y ya sacamos más de 3 mil graduados al año en temas como desarrollo de software y redes. Ahora, lo ideal sería tener muchos más, y repartidos por todo el país, para que no se queden solo en la capital. Y ni hablar del inglés, que seguimos liderando en Latinoamérica, aunque siempre podemos mejorar, maes.
La pregunta del millón es: ¿Estamos dispuestos a hacer lo necesario para impulsar la educación en Costa Rica? ¿Deberíamos crear incentivos fiscales más fuertes para que las empresas inviertan en capacitación de sus empleados? ¿O tal vez deberíamos enfocarnos en mejorar la calidad de la educación técnica y vocacional, preparando a nuestros jóvenes para los trabajos del futuro? ¡Dime tú, qué piensas al respecto?